El escultor catalán Antoni Tàpies. / Andreu Dalmau (Efe)
a los 88 años

Fallece Antoni Tàpies, maestro del arte pobre

El catálan fue uno de los maestros de vanguardia del arte del siglo XX conocido principalmente por el uso que hacía de elementos de desecho en sus obras

MADRID Actualizado: Guardar
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Antoni Tàpies, figura clave del arte contemporáneo español y exponente del informalismo, falleció ayer a los 88 años en su domicilio de Barcelona. Sólo una decena de íntimos se ha acercado este lunes por la noche al domicilio del artista, en la calle barcelonesa de Saragossa, donde ha fallecido. Entre ellos ha destacado la presencia de Xavier Antich, que es presidente de la Fundació Tàpies. Ninguno de ellos ha querido hacer declaraciones, y algunos han pedido intimidad a los pocos periodistas que han acudido.

Pintor autodidacta, Tàpies alumbró un estilo propio dentro del arte de vanguardia del siglo XX. Su acendrada impronta abstracta se cargó de simbolismo, buscando siempre que la materia transcendiera sus propios límites y bebiera en lo espiritual, de manera que el soporte sirviera para adentrarse en el conocimiento de la condición humana.

Al mismo tiempo, el artista reivindicó el empleo de imágenes sórdidas, desagradables y fetichistas. Un zapato abandonado, una axila, un pie o el mismo acto de la defecación constituyen motivos que impactaron a espectadores y expertos poco dados a este tipo de audacias. Sus cuadros, de una austeridad cromática muy enfática, discurrían por las tonalidades frías y terrosas. con ello quería dejar «perplejo» al que contemplara sus obras y «hacerles meditar sobre el sentido de la vida». Antoni Tàpies, siempre sensible al devenir histórico y social del momento, se alineó con los detractores de la dictadura del general Franco, lo que se tradujo en su obra, que apostó por la denuncia y la protesta.

Nacido en el seno de una familia culta y catalanista, el quehacer editorial de los Tàpies despertó en el niño un amor temprano por los libros y la lectura. Esta afición arraigó aún más debido a una tisis que le dejó postrado en la cama. Su larga convalecencia coincidió con el descubrimiento de la pintura y el dibujo. Su amor por la pintura y la reflexión intelectual le impulsó a abandonar sus estudios de Derecho para dedicarse por completo a su vocación artística. La II Guerra Mundial y la devastación producida por el lanzamiento de las dos bombas atómicas sembraron en el pintor una inquietud que ya anidaba en otros creadores de la época.

Muy pronto el artista se alejó de la sensibilidad académica e indagó en la materia, el polvo y la tierra, al tiempo que se interesó por los átomos y las partículas. Esta obsesión por materiales tradicionalmente ajenos a la expresión plástica le abocaron a la experimentación y el uso de nuevas técnicas. Las pinturas matéricas, que se caracterizan por el empleo de objetos de desecho, constituyen un leitmotiv que nunca abandonó el pintor y escultor. Tàpies entendía que la noción de materia debía interpretarse también desde la perspectiva del misticismo medieval, a la luz de la magia y la alquimia. Fundador junto a Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, entre otros, de la revista y del movimiento conocido como Dau al Set, le movieron a hacer sus primeros escarceos en el surrealismo, que pronto abandonó para abrazar el arte abstracto. en 1950 viajó a París, lo que supuso un alejamiento de los postulados estéticos del grupo.

En el MOMA

Uno de los hitos que marcaron la carrera de este catalán universal fue su participación 1960 en la exposición 'New Spanish and Sculpture' en el MOMA de Nueva York. Desde entonces sus obras aparecieron en muestras que iban desde Nueva York a Londres, pasando por Cannes, Zúrich y Roma. Por su uso de materiales de reciclaje, como cuerdas, papel o polvo de mármol, se puede adscribir a Tàpies con el 'arte povera' en Europa y el posminimalismo en Estados Unidos.

En los años setenta la reivindicación catalanista y su repudio del régimen de Franco se plasmaron en sus cuadroa, en los que no fue extraño que aparecieran las cuatro barras de la bandera catalana. Ese espíritu combativo le llevó a participar en el encierro del convento de los Capuchos de Sarrià, la marcha de Monserrat o las protestas contra el proceso de Burgos, acciones por las que tuvo que purgar una breve estancia en la cárcel.

A principios de los ochenta, con la instauración de la democracia, la obsesión de Tàpies por la tela como soporte adquirió ímpetus insospechados. Son años en los que sorprende al público y la crítica con el recurso a la goma-espuma y el empleo de aerosoles, a la vez que se mantuvo muy activo en el campo de la obra gráfica.

Investigación de la cultur oriental

A finales de la década Tàpies investigó en la cultura oriental, una inquietud que ya se había ido fraguando en la posguerra y que fue impregnando cada más vez su obra. También se sintió seducido por una nueva generación de científicos, capaces de apoyar una visión del universo que interpreta la materia como un todo, sometido al cambio y la formación constantes. En 1990 abrió las puertas al público la Fundación Antoni Tàpies, institución creada por el propio artista para potenciar el arte contemporáneo.

Las obras de los últimos años están preñadas por la reflexión sobre el dolor físico y espiritual,entendido como parte integrante de la vida. Aparte del marquesado de Tàpies, que el Rey Juan Carlos le concedió en abril de 2010, entre los numerosos reconocimientos nacionales e internacionales que atesoraba figuran el ser académico de Bellas Artes de Berlín (1982) y miembro honorífico de la Kunstlerhans de Viena (1989), la fundación de arte más antigua de Europa. Tàpies era miembro honorario de Bellas Artes de la Academia de San Fernando (1989) y de la de Bellas Artes de Francia (1994). Recibió los premios Unesco y Príncipe de Asturias de las Artes (1990), la Medalla Oro de Bellas Artes (1981) y el Premium Imperiale de Pintura de la Asociación Japonesa de Arte (1990).