Los errores pasan factura
La improvisación marcó una estrategia de defensa inoperante
VALENCIA Actualizado: GuardarUno de los detalles que quedarán para la historia de la causa de los trajes del caso Gürtel es la falta de estrategia e improvisación que en la mayoría de las ocasiones se ha puesto sobre la mesa. Un cúmulo de despropósitos que se ha mantenido a lo largo de los últimos tres años y que tuvo su epílogo en el debate abierto sobre si era mejor pagar la multa o ir a juicio.
Uno de los grandes errores en la defensa de los imputados fue creer que por "tres trajes" iba a caer el presidente de la Generalitat. Al final, las prendas de vestir sí que se han llevado por delante a Francisco Camps, que tuvo que claudicar ante un auto demoledor del magistrado José Flors. En ningún momento ha existido la sensación de que existía una estrategia y todas las decisiones se tomaron entre los muros del Palau de la Generalitat sin consultar más allá.
Como medida desesperada, se barajó la opción de allanarse y pagar la multa para evitar sentarse en el banquillo de los acusados. Para tomar esta decisión no hacía falta cargar con estas alforjas durante dos años y medio. A Rita Barberá, a la que muchos cargos populares ponen de ejemplo, la polémica del bolso que le regalaron le duró menos que una rueda de prensa. Hay quien defiende que el presidente Camps podría haber reconocido un posible error en febrero de 2009 y solventar de esta manera la polémica de los regalos de las prendas de vestir por parte de las empresas vinculadas a la trama Gürtel. Pero el problema se alargó sin remisión.
Todo el que pasaba por la sede del PP valenciano sabía quién era Álvaro Pérez. Además, era un personaje que en ningún caso pasaba desapercibido por su particular estética. Camps aseguró que no tenía una relación de amistad con el responsable de Orange Market. Una declaración que quedó sin sustento el día que se publicaron las grabaciones de las conversaciones telefónicas entre Camps y Pérez. Unas comunicaciones en las que quedaba de manifiesto que ambos se conocían y que tenían una relación estrecha con regalos de por medio. Amistad que incluso se extendía a vínculos familiares.
La actuación de Camps
Las intervenciones del presidente del Consell en la tribuna de Les Corts tampoco ayudaron para darle sensatez a un caso que conforme pasaban los meses pintaba peor. Camps anunció que a Gürtel le quedaba sólo un escaloncito para que se supiera la verdad y que tenía unas ganas locas de explicarse para demostrar que todo era una campaña contra él. Cuando tuvo la oportunidad de acudir ante el juez para contar su verdad, el líder del PP valenciano apostó por la dimisión.
No hacer declaraciones ha sido el manual con el que ha navegado el dirigente valenciano durante los meses previos al inicio del juicio. Camps prefirió no atender a los medios comunicación y en los momentos de mayor gravedad del caso incluso optó por anular su agenda. Fueron sus lugartenientes los que tuvieron que salir públicamente a defender la gestión de su presidente en la causa de los trajes.
Uno de los momentos más complicados de la crisis de Gürtel se produjo con la destitución de Ricardo Costa como número dos del partido en la Comunitat Valenciana. Cuando todo parecía que los populares valencianos habían ratificado a Costa como secretario general en una noche de otoño, minutos después la sede del PP nacional en Génova confirmaba que Costa iba a ser destituido. A la mañana siguiente, y antes de un pleno de Les Corts, Camps reunió a sus diputados para anunciar que el que había sido su mano derecha dejaba el cargo. A partir de ese momento se produjo un caos de nombramientos y ceses que llevaron al PP valenciano a una situación histriónica. Costa era su parachoques y a partir de la salida del diputado castellonense todos los ataques directos fueron contra la figura del presidente.
Uno de los pilares de la estrategia de defensa del presidente Camps fue la culpabilizar a Madrid de una persecución contra su persona. Incluso en su discurso de dimisión dio a entender que todo había sido una caza de brujas porque la Comunitat Valenciana se había convertido en la más potente de España. En ningún momento se ha admitido que realmente existían un problema en el Partido Popular valenciano y en el Gobierno de la Comunitat.