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Berdych sucumbe a la grandeza de Nadal

El número dos del mundo remontó un gran partido ante el checo y se clasificó para semifinales, donde se medirá a Federer

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El reloj marca más de cuatro horas. Durante todo ese tiempo, la garra, la cabeza, el corazón y el esfuerzo han marcado un heroico partido. Es un encuentro maratoniano, de los que acostumbra a realizar en rondas importantes. Y no, en esta ocasión tampoco falla. Después de empezar perdiendo la primera manga, Rafa Nadal consigue vencer a Tomas Berdych por 6-7(5), 7-6(6), 6-4 y 6-3, un triunfo que le catapulta a las semifinales del Open de Australia, en las que se enfrentará a Roger Federer. Sin dominar el encuentro y sometido a la violencia de los golpes del checo, que completó un gran partido, el balear apenas cedió un set. Es la grandeza de Nadal.

Ante un jugador como Berdych, un sacador nato que destroza la bola en cada servicio, el manacorense fue poco a poco en el resto. Constantemente con saques del checo por encima de los 200 km/h, la labor del español se antojaba muy compleja. Por ello, fue de menos a más, buscando sensaciones e intentando poner dentro el mayor número de bolas. Era difícil. La estrategia del séptimo cabeza de serie era clara: puntos cortos y nada de peloteos largos, tirando siempre golpes agresivos y planos para evitar que el balear cogiese ritmo y tomase el mando del encuentro.

Sin grandes intercambios ni puntos espectaculares, los servicios dominaban. No fue un gran primer set. Y por extraño que parezca, Nadal tampoco jugó bien en los momentos claves. Con 6-5 favorable al checo, este se metió un metro en la pista, empujó con el resto y se colocó con 0-40. El número dos del mundo salvó heroicamente esa situación, levantando hasta cuatro puntos de set, pero no la ‘muerte súbita’. Con 5-5 en el ‘tie-break’, una bola dudosa conectada por el checo hizo dudar a Nadal. Miró al juez de línea, dio un par de pasitos, y una vez que el séptimo cabeza de serie tiró el ‘winner’, pidió el ojo de halcón.

Nadal resurge gracias al segundo set

Sin embargo, Carlos Bernardes, el juez de silla, no se lo concedió. El monumental enfado del número dos del mundo acabó con el punto para el checo. Y posteriormente el set. «Pensaba que el línea había cantado ‘out’. Te voy a decir una cosa Carlos: ‘No aciertas una’», le reprochó el de Manacor. Se había desconectado. Ese fatídico punto en la ‘muerte súbita’ le pesaba mentalmente. De hecho, nada más comenzar el segundo acto, Berdych dispuso de dos oportunidades de rotura. Pero el segundo cabeza de serie se empeñó en resurgir, como hace siempre. Y lo hizo por partida doble en el parcial. Cuando peor estaba, cuando el checo más apretaba y presionaba desde el fondo, Nadal se erigió como el tenista que ha ganado diez títulos de Grand Slam y se ha convertido en uno de los más grandes de la historia. Después de perder la ventaja de un ‘break’ a favor, de nuevo el ‘tie-break’ decidió la manga.

Nadal había retrocedido en la pista. Sus tiros ganadores habían disminuido a la misma velocidad a la que habían aparecido síntomas del pasado: golpes con más efecto, más desgaste físico y más sufrimiento. Y aun así, logró su objetivo. Después de casi dos horas y media, y tras salvar una bola de set que habría puesto al checo con dos sets de ventaja, el pupilo de Toni Nadal sacó lo mejor de sí mismo para llevarse el parcial en una agónica ‘muerte súbita’.

El clásico tenístico, en semis

Ya tenía lo que quería: igualar el encuentro. Sin embargo, había vuelto a sus orígenes, había reducido su efectividad con el saque y su posición en la pista era demasiado atrasada. Y lo pagó al comienzo del tercer set con una rotura de servicio. Aun así, rápidamente lo contrarrestó con un parcial de cuatro juegos seguidos. Berdych ya no pegaba tan fuerte. Su bola ya no devoraba la central del Melbourne Park. Ya no era el número siete del mundo el que marcaba la pauta del encuentro. Ahora Rafa Nadal estaba al mando. El checo iba poco a poco cayendo en la trampa. Y el campeón de 2009 no le perdonó la vida en su primera oportunidad para ponerse con dos sets a uno a su favor.

Había conseguido lo más difícil: frenar los demoledores golpes de su oponente y superar su devastador servicio. Además, anímicamente Berdych parecía pagarlo después de ceder su servicio rápidamente. Y tenía su porqué: tras más de tres horas de partido, su precisión y sus piernas iban a menos. Aun así, no hincó las rodillas. Continuó luchando, siguió llevando hasta el límite da Nadal, pero no pudo con el número dos del mundo.

En la siguiente ronda el balear se medirá a Federer, que barrió de la pista a Del Potro en tres sets. O lo que es lo mismo: el clásico tenístico por excelencia de la última década. El mejor tenista de la historia con el aspirante a destronarle. La clase frente a la lucha. La imaginación ante una competitividad a prueba de bombas. Un duelo para la historia..