El BCE atenúa el impacto de las rebajas de solvencia
Pide ampliar el fondo de rescate ante la gravedad de la crisis
MADRID Actualizado: GuardarNo hubo efectos catastróficos inmediatos en los mercados. La rebaja generalizada de la solvencia de la deuda de nueve países de la zona euro -la de España, en dos tramos, y la de Francia y Austria, hasta privarles de la nota 'sobresaliente- anunciada en la noche del viernes por Standard & Poor's tuvo un impacto moderado porque, una vez más, el Banco Central Europeo actuó de apagafuegos. Pero el presidente de la institución, Mario Draghi, advirtió este lunes que la crisis se ha agravado en las últimas semanas, y pidió a los países europeos la ampliación del fondo de rescate con el objetivo de destinar los fondos adicionales a recapitalizar bancos en los países que, como España o Italia, no disponen de planes de asistencia financiera.
Aumentar esa dotación será empeño complicado. Precisamente la agencia S&P ha encarecido la estrategia de salvamento del área de la moneda única al comunicar, este mismo lunes, la rebaja de calificación del fondo de rescate, el mecanismo creado en defensa del euro y como auxilio de los países en graves dificultades. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) está dotado con un máximo de 440.000 millones de euros y soportado por avales equivalentes a 780.000 millones. Pero a esta última cifra se llegó tomando en consideración que la solvencia de seis países tenían la consideración máxima, y dos de ellos la han perdido.
Si se pretende compensar este deterioro de calidad será preciso aumentar el respaldo o aportar dinero líquido, dos opciones a las que Alemania -que contribuye con garantías equivalentes a 211.650 millones de euros- se niega. Sin este tipo de medidas, los avales van a ver reducida su capacidad de soporte. Y habrá otros efectos derivados, el principal de ellos el aumento del coste de las emisiones de los bonos con los que el fondo financia las operaciones de rescate. Sin olvidar que el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el procedimiento definitivo anti-crisis que el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, quiere tener listo para el mes de julio, aunque estará respaldado por dinero, también se verá afectado en su calificación.
Con este panorama, la propuesta de Draghi, destinada, según defendió en una comparecencia ante el Parlamento Europeo, a "restaurar la confianza en la deuda soberana, y a garantizar que los cortafuegos de la UE están operativos y bien equipados", encontrará serias dificultades.
Persisten los riesgos
Hubo tregua de la deuda este lunes porque las compras realizadas por el BCE en los mercados secundarios de bonos emitidos por los países más vulnerables frenaron la temida escalada de la prima de riesgo de España e Italia. También templó los ánimos la comunicación de Moody's que, frente al pronunciamiento de S&P, ha optado por 'esperar y ver' antes de modificar la consideración de la deuda gala y de otros países de la zona euro.
En las Bolsas, el Ibex-35 del parqué español cerró plano, pese a haber registrado pérdidas del 1% en algunos momentos de la sesión, aunque logró mantener el nivel de los 8.400 puntos. Mucho mejor le fue a Italia, porque el principal indicador de Milán registró un avance del 1,4%. La prima de riesgo de uno y otro país se mantuvieron en los mismos valores del arranque de la jornada, en torno a los 340 y los 480 puntos, respectivmente. El Dax de Francfort experimentó una subida del 1,25%, mientras el Footsie 100 de Londres tuvo una ganancia del 0,37%. En la Bolsa de París prevaleció el efecto de una positiva colocación del Tesoro galo de deuda a corto plazo, y el CAC-40 de referencia logró cerrar con alza del 0,89%.
Pero los riesgos siguen ahí, y las pruebas de fuego no han hecho más que empezar. En la subasta de este jueves, Francia logró financiación a tres meses comprometiendo una rentabilidad del 1,165%, ligeramente inferior al 0,166% de la colocación precedente. También colocó a tipos de interés un poco más reducidos 2.195 millones en bonos a 25 semanas y 1.895 millones en los de 51 semanas de plazo. No obstante, el verdadero test para el Tesoro de este país tendrá lugar el próximo jueves, la fecha prevista para la puja de títulos a largo plazo por importe de entre 7.500 y 9.500 millones de euros.
El calendario establecido por el Tesoro español es bastante parecido. España celebra este miércoles la primera subasta de deuda tras la rebaja de calificación de S&P, pero se trata igualmente de una colocación a corto plazo, ya que aspira a captar entre 4.000 y 5.000 millones de euros en letras a 12 y 18 meses y, en estos tiempos de fuerte incertidumbre, los inversores siempre han dispensado mejor acogida a las ofertas de títulos de pronto vencimiento. En la cita del jueves, la oferta será de títulos de largo plazo (con vencimientos en 2016, 2019 y 2022).
A atenuar la presión inicial contribuyó la comunicación publicada por Moody's, la otra gran agencia norteamericana de calificación, que, si bien tiene previsto emitir una nueva evaluación de la nota francesa y del resto de los países de la Unión Europea a lo largo del primer trimestre del año, ha confirmado que, momentáneamente, mantiene la calificación de la deuda gala en el nivel de la máxima solvencia Aaa. No obstante, la firma describe con detalle los abundantes riesgos que pueden llevarle a cambiar de opinión: la calificación gala se encuentra amenazada por un previsible empeoramiento de la coyuntura, por el incremento de la deuda nacional respecto al PIB y, por añadidura, tanto por el impacto de la crisis de la deuda soberana del resto de los socios como si se produce un deterioro del contexto económico del conjunto de Europa.
Moody's no considera despejado el panorama, ni mucho menos. Incluso menciona la posibilidad de que Francia tenga que acudir en socorro de otros Estados de la zona euro o de sus propias entidades bancarias, y le recuerda que, tras los dos planes de ajuste que el Gobierno del país ha puesto en marcha, su margen de maniobra ha quedado sensiblemente mermado.
Agencias al margen
Los inversores daban por descontada la rebaja de solvencia de los países del euro, y los dirigentes optaron por restar importancia a la opinión de las agencias de rating. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, defendió -en su comparecencia conjunta con el Jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy- que las firmas de calificación no son quienes han de definir las políticas económicas de los países, e instó a reaccionar "con sangre fría" a sus pronunciamientos. Consideró que no hay que "volverse loco" ante los comentarios de estas instituciones.
El presidente del Banco Central Europeo también aconsejó "aprender a funcionar sin dar tanto peso a las evaluaciones" de las calificadoras. Draghi apuntó que sería positivo aumentar la competencia en este sector, donde solamente operan tres grandes empresas e invitó a "cambiar de actitud" en vez de fijarse exclusivamente en lo que dicen las calificaciones, o lamentarse por sus juicios y comentarios.
Para el vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario de Competencia, Joaquín Almunia, "las agencias se han equivocado en tantas ocasiones que no hay que exagerar" la importancia de sus decisiones. Consideró interesante tener en cuenta los análisis que realizan, "pero sin creer que son dueños de la verdad".