Entrevista a Joaquín Casasús, director general de Abante Asesores. /M. J. Alegre/Virginia Carrasco
anuario 2011 | economía

La crisis que sacude la zona euro

La crisis de la deuda soberana es el tercer episodio de las convulsiones que sacuden el mundo desde 2007

MADRID Actualizado: Guardar
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La crisis de la deuda soberana, que ha estado a punto de dar al traste con la zona euro y aún dista mucho de resolverse, es el tercer episodio de la serie de graves convulsiones que han sacudido al mundo desarrollado desde el verano de 2007. Surgió primero la tormenta financiera internacional, provocada por las hipotecas-basura concedidas en Estados Unidos que contaminaron a multitud de productos bancarios vendidos en las muy lejanas plazas europeas. La crisis de la economía real estalló a continuación, y en España adquirió una forma específica porque la burbuja de los precios del inmobiliario deterioró los balances del negocio nacional de los bancos. Y estábamos sufriendo los efectos del pinchazo cuando, hace casi dos años, se descubrió que Grecia había falseado las cuentas y sus finanzas públicas estaban al borde del colapso.

Nacida de la desconfianza de los inversores internacionales –si Grecia no puede pagar, a otros países vulnerables de la zona euro tal vez les ocurra lo mismo, pensaron- la crisis de la deuda soberana se ha agravado e intensificado porque la unión monetaria europea no se ha dotado de un brazo político, ni tampoco de un banco central con plenos poderes para salir en defensa de la moneda común con la misma artillería con la que opera la Reserva Federal de Estados Unidos a favor del dólar o el Banco de Inglaterra trata de impedir que la libra sea objeto del ataque de los especuladores.

Pese a que ya se habían dado pasos trascendentales para convencer a los mercados de la voluntad de países y autoridades europeas de imponer la disciplina en las cuentas y de acudir al rescate de los necesitados, la ofensiva de los mercados se incrementó, apoyada en las amenazas de unas agencias de calificación que, incapaces de haber advertido a tiempo de los desequilibrios que se iban acumulando, fueron extremando el rigor de sus análisis a medida que afloraban las dificultades.

Ya en 2010 España anunció los primeros y muy severos ajustes, y los ministros de Finanzas de la zona euro pusieron los mimbres del programa de rescate: se acordó un crédito de 110.000 millones a Grecia, cofinanciado con el FMI, se ideó el mecanismo inicial para socorrer a los socios en apuros, se auxilió a Irlanda, asfixiada por la situación de sus bancos, con un crédito de 35.000 millones… pero el contagio se fue extendiendo.

En el año recién concluido el dramático encarecimiento de la financiación a los países más débiles precipitó cambios de Gobierno en Grecia, Portugal y España. El desafortunado desafío de Atenas, que se planteó someter a referéndum el plan de rescate heleno, llevó al extremo de que autoridades francesas y germanas empezaran a hablar de la posible expulsión de un país de la zona euro. La rentabilidad de las obligaciones españolas a diez años trepó en la subasta del jueves 17 de noviembre hasta el 7%, un nivel considerado propio de los países “en rescate”. Y en el mercado secundario donde se negocian estos títulos, la diferencia de retribución respecto al bono germano del mismo plazo, conocida como prima de riesgo, rozó los 500 puntos básicos.

Tres cumbres europeas, consideradas decisivas todas ellas, han ido alumbrando en la segunda mitad del ejercicio algunos acuerdos cuya plena eficacia aún no se ha demostrado. El 21 de julio, el 27 de octubre y el 9 de diciembre pasados, sucesivamente, los líderes europeos pactaron el reforzamiento del fondo de rescate, la quita de una parte de la deuda griega por los prestamistas privados, y nuevos compromisos fiscales que deben impedir, en el futuro, que las finanzas nacionales incurran en números rojos. Entre medias, el tándem Angela Merkel- Nicolas Sarkozy fue marcando la hoja de ruta de los acuerdos, y el Reino Unido se quedó finalmente al margen del pacto definitivo.

¿Qué papel jugaba mientras tanto el Banco Central Europeo? Con cuatro socios de la moneda común en trance de rescate, el riesgo- país de Italia y España disparados, y otros Estados –Bélgica, Francia, Austria- amenazados de contagio, esa extensión de la crisis de la deuda soberana provocó un fuerte parón en la actividad, no ya de Europa, sino de los países desarrollados del resto del mundo. Y la institución monetaria europea –que, mientras tanto, había cambiado de dirigente, al recaer la dirección en el italiano Mario Draghi- ha sumado nuevas medidas a la compra de bonos de los países vulnerables en los mercados secundarios. Dos rápidas rebajas de tipos han colocado el precio del dinero en la zona euro en el 1%, y, finalmente, el BCE ha marcado un hito en la historia con la macrosubasta de financiación a tres años celebrada en diciembre, en la que ha prestado casi medio billón de euros a medio millar de bancos. Con esa operación, que repetirá en febrero, la refinanciación de la deuda con vencimiento en 2012, que alcanza un importe de 800.000 millones, ya no está en el alero. Pero la crisis europea no ha concluido y sus secuelas en forma de nueva fase de recesión empiezan a manifestarse.