Imagen facilitada por la agencia siria de noticias SANA de los observadores de la Liga Árabe (con chaleco naranja) visitando a personas heridas. / Efe
Revueltas en el mundo árabe

Siria: Más allá de los disturbios

La firma de un acuerdo entre el 'Consejo Nacional Sirio' y el 'Comité de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático' trata de fijar las grandes líneas de cooperación para una Siria post-Assad

MADRID Actualizado: Guardar
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Con toda la atención internacional centrada en la misión de los observadores de la Liga Árabe en territorio sirio, se produjo ayer en El Cairo un hecho potencialmente relevante en el registro político: un acuerdo de cooperación entre el 'Consejo Nacional Sirio' y el 'Comité de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático'.

Para decirlo en cuatro palabras, el Consejo Nacional, fundado en Estambul en septiembre tras reuniones maratonianas que alumbraron por fin una instancia reunida hace las veces de gran altavoz opositor en el extranjero, pero el Comité (una mala traducción de la palabra árabe correspondiente que sería más bien 'cuerpo' o 'corporación') es claramente una instancia de la oposición interior cuya tonalidad central es su hostilidad total a toda intervención extranjera.

Que se trata de dos sensibilidades diferentes lo probó ya el frustrado intento del jefe del Comité, Hassan Abdel Hazim, de visitar la sede de la Liga Árabe en El Cairo a principios de noviembre: un agresivo grupo de exiliados sirios le esperó a la puerta de la organización pan-árabe, le arrojó huevos, le tildó de traidor y de marioneta y le obligó, en fin, a cancelar la visita.

El especto islamista

Sin embargo ayer, también en El Cairo y en la sede de la misma Liga, se produjo la firma de un acuerdo que entiende fijar las grandes líneas de acuerdo para una Siria post-Assad, con la creación de un régimen democrático, abierto a todas las sensibilidades y confesiones, civil y en paz.

A la firma acudió también el presidente del Consejo, Barhun Ghalium, un sociólogo autoexiliado en Francia hace muchos años y elegido para el puesto por su aparente independencia política y su testimonio personal, no directamente partidario, que permitió superar las divergencias serias que los diversos sectores de la oposición apenas pueden evitar. Eso es particularmente visible para los Hermanos Musulmanes, cuyo papel intentan fijar afanosamente los especialistas.

En efecto, el esfuerzo propagandístico del régimen sirio se alimenta oficiosamente del éxito que la Hermandad está teniendo en lo que muchos observadores llaman ya intifada (levantamiento) y no “primavera” árabe. Partidos islamistas son los más votados en Túnez, Marruecos y Egipto (con la sorpresa añadida de un gran respaldo a los ultra-islamistas salafíes) y son omnipresentes e insoslayables en Libia. Siria no sería una excepción en caso de elecciones democráticas y el gobierno sabe que eso no agrada en Occidente, sobre todo en Washington y en París.

El papel de la liga

El acuerdo quedó depositado en la Liga cuyo papel, en la persona de su secretario general, el egipcio Nabil al-Arabi, crece en el manejo diplomático de la crisis. Pero también de Qatar, cuyo gobierno ha insistido en tratar el asunto, forzó que se alcanzara un acuerdo, facilitó toda la logística, situó la fase final de las conversaciones en su capital, Doha, e involucró a su primer ministro el sheik Hamad bin-Jassim al-Thani, eminente miembro de la dinastía reinante, en la consecución del plan.

Esto es como decir que los árabes, sin decirlo, asumen tres reglas: a) proteger al pueblo sirio de los excesos de un régimen anti-democrático y cruel; b) impedir una salida internacional (o extra-árabe) que podría incluir presencia de tropas extranjeras y una determinante influencia regional futura; c) contener a los Hermanos Musulmanes en su expresión política evitando que se apoderen de la gesta de abatir al régimen,

La Hermandad, a su vez, sabe todo esto y se conforma hoy por hoy con su perfil bajo, su presencia, autocontenida en las instancias del Consejo Nacional, donde solo están para saber qué pasa y esperar acontecimientos, segura de su eventual victoria. Se puede dar por seguro que no le ha gustado en absoluto el acuerdo de El Cairo, percibido como el principio del ensayo de lanzarle al régimen un salvavidas. ¿Y si tuvieran alguna razón en su frío análisis?