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El arte de firmar un atentado

Dos explosiones han sacudido hoy Damasco y han causado al menos 40 muertos y centenares de heridos en un ataque que el régimen sirio atribuye a Al-Qaida

MADRID Actualizado: Guardar
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Un doble atentado suicida con dos coches bombas colocados a la puerta de edificios centrales de los poderosos servicios sirios de seguridad causaron esta mañana en Damasco no menos de cuarenta muertos y un centenar de heridos.

La noticia está ahí, pero en términos crudamente políticos y en el contexto sirio, de virtual insurrección social contra el régimen, lo relevante es la rápida atribución de la matanza a… al-Qaeda. Esto dijo el viceministro sirio de Exteriores citando las primeras investigaciones…

La verdad es que, bajo un criterio puramente técnico, formal y alejado de toda connotación moral, al gobierno sirio le interesaba profundamente que la oposición que encuentra desde hace nueve meses y crece lenta pero incesantemente, hubiera firmado el atroz atentado, porque tal cosa habría acreditado el argumento oficial según el cual, el régimen sirio hace frente no a su propio pueblo, sino a bandas armadas y elementos terroristas.

Es un misterio doble, porque tampoco está clara la súbita contribución – en su dimensión puramente terrorista – de al-Qaeda a la lucha de buena parte de la oposición contra el régimen. Es verdad que el factor central de la insurrección es islamista (los “Hermanos Musulmanes”) pero no es menos cierto que otros elementos de peso, todos los agrupados en el “Consejo Nacional Sirio” no son islamistas. Y, sobre todo, que la condición sunní de la Hermandad y de al-Qaeda de ningún permite asimilarlos en ningún orden.

Un cambio cualitativo

Asumiendo que la autoría atribuida a al-Qaeda sea genuina, lo que está indicado por el modus operandi, lo sucedido exigirá a la oposición una rápida condena de lo sucedido porque su silencio la haría cómplice por omisión y la pondría en una situación diplomática, moral y políticamente insostenible.

De hecho, y durante meses, la oposición, con algunos matices según los portavoces, las situaciones y el calendario, ha reivindicado los procedimientos democráticos, la resistencia pacífica y el concurso público contra el régimen, no la acción armada. Con todo, una cierta y creciente militarización de la revuelta es muy visible, animada por las deserciones registradas en el ejército sirio las últimas semanas. Los militares desertores han causado bastantes bajas al ejército regular.

Lo sucedido sirve para recordar que bajo el régimen de Bashar al-Assad, como sucedía en el Iraq de Saddam Hussein, no hay sitio para al-Qaeda (y Saddam también era sunní). Los potentes servicios de seguridad y la falta de escrúpulos de los gobiernos se bastaban para evitar toda posibilidad de oposición y, desde luego, de actividades terroristas clandestinas.

La sublevación pública siria tiene un fuerte respaldo en la opinión árabe y, expresamente, entre los “Hermanos Musulmanes” en todos los países, pero nadie desea la compañía de al-Qaeda, poderosa solo en el Iraq post-invasión y algo en Yemen y derrotada por la eclosión democrática en el resto. Sus letales servicios contra al-Aassad son – quieren ser – un cambio cualitativo que la revuelta siria debe evitar, y evitará, cuidadosamente.