Detalle de 'El vino de la fiesta de San Martín', de Pieter Bruegel 'el Viejo', ya restaurado. /ElPrado
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Bruegel y los 'milagros' de San Martín

El Prado exhibe 'El vino de la fiesta de San Martín', obra magistral del genio flamenco y objeto de una prodigiosa restauración

MADRID Actualizado: Guardar
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Si ya fue milagroso el hallazgo de un Bruegel, no ha sido menos milagrosa la restauración llevada a cabo en el taller del Prado de 'El vino de la fiesta de San Martín'. Es una pintura prodigiosa, la número 41 en el exiguo catálogo del genial maestro flamenco y un descubrimiento portentoso, el más importante en el último cuarto de siglo para los expertos. El Estado y el Prado adquirieron esta maravilla por siete millones de euros.

Es una pieza más que singular, el cuadro de mayor tamaño del corto catálogo de Bruegel 'El viejo', que en una hipotética salida al mercado hubiera superado los cien millones. A partir de ahora se puede disfrutar de la pintura como recién salida del taller del maestro en la sala C de la ampliación de Moneo.

El museo vivió como un día grande la apertura de la muestra monográfica de la pintura y su complejo proceso de restauración, culminado tras casi dos años de intenso trabajo. No en vano el director de la pinacoteca, Miguel Zugaza, habló de un "regalo anticipado de los reyes magos". El Prado podrá exhibirla en breve junto a la otra 'joya' de Bruegel de su colección, 'El triunfo de la muerte', un óleo sobre tabla inventariado en la colección real de la Granja en 1774 y el único Bruegel en España .

Delicada

'El vino de la fiesta de San Martín' es una obra tan singular como delicada. Es una sarga, una suerte de témpera, temple de cola, aplicada sobre una delicada tela de lino sin preparación. Es una técnica parecida al fresco que no permite correcciones y exige rapidez. Adquirida por el noveno duque de Medinaceli, de casi tres metros por uno y medio, permaneció durante más de tres siglos en la noble casa sin que se conociera su autoría.

Una atribución que se sospechó desde el momento en que la obra llegó al Prado para su análisis pero que tardó aún meses en confirmarse. La algarabía estalló en el taller del museo cuando Pilar Silva, jefa de restauración de pintura española, flamenca, descubrió la tenue pero indubitada firma del maestro flamenco en el ángulo inferior izquierdo de la pintura. No había duda, era obra de Pieter Bruegel 'El Viejo', la mayor figura de la pintura flamenca del siglo XVI, y para muchos el 'nuevo Bosco'.

Muy reconocido en vida, su temprana muerte en 1569 hizo subir como la espuma la cotización de sus escasas obras, buscadas obsesivamente por los coleccionistas.

El descubrimiento de la pintura fue "un golpe suerte, todo un regalo de la fortuna" según los responsables y restauradores del Prado, que han realizado una labor primorosa. Más teniendo en cuenta "las pésimas condiciones" que presentaba la pieza cuando llegó al museo, según admitió Pilar Silva.

600 parches

Una primera radiografía fue más que esclarecedora, y permitió casi confirmar la atribución que anticipaban "los trazos, la seguridad, las sombras y luces o la disposición de las cabezas". Era solo el primer paso de un proceso muy complejo que reveló como una densa capa de barniz de poliéster oscurecía el cuadro hasta ocultar algunas de las figuras -casi un centenar- y alteraba su delicado cromatismo.

Un tosco reentelado que se pudo retirar con gran dificultad agravaba aun más el penoso estado del cuadro, con abombamientos, pérdidas de pintura y micro-roturas en la tela de lino que necesitaron hasta 600 parches de papel japonés.

La pintura llegó al Prado a través de Sotheby's en noviembre de 2009 para que fuera restaurada e investigada y se estableciera su autoría.

Cuando en septiembre de 2010 apareció la firma de Bruegel las emociones se desataron, según explicó Elisa Mora, responsable del la restauración, que ha dedicado año y medio de paciente trabajo "a uno de los grandes desafíos de mi carrera".

La prudencia y la responsabilidad marcaron cada fase en una restauración "consultada y reflexionada minuciosamente". Paso a paso se logró recuperar la luminosidad y la consistencia de los colores gracias a la hidratación de la tela con 'emplastes' de agar agar. Un marco de nueva factura y similar a los de la época de Burguel, contribuye a realzar la fantástica pintura.

Vicio y virtud

Manfred Sellink, director del Museo de Brujas, en Bélgica, y toda una autoridad en Bruegel, se felicitó por el insólito hallazgo -"el más importante en los últimos 25 años- y la feliz recuperación de "una de las obras más ambiciosas y de mayor calidad" de Bruegel.

Explicó cómo la fiesta de San Martín, que celebra el final de la cosecha y saluda la llegada del invierno, es un tema "muy popular en los Países Bajos en el siglo XVI". En esa jornada festiva era costumbre "repartir vino y comida a los más necesitados" tal como refleja la arquetípica pintura en la que Bruegel alterna "el vicio y la virtud" y que sitúa a las puertas de la ciudad de Bruselas.

La parte "más virtuosa" queda a la derecha del espectador y muestra a San Martín a caballo partiendo su capa para compartirla con dos mendigos. En el centro, se acentúa "la combinación de virtud y vicio" tan habitual en Bruegel: un tropel de aldeanos y miserables con ropas de caridad se agolpan en torno al gran tonel para disputarse el vino que mana.

A la izquierda del espectador lo más atrabiliario, con "las cosas fuera de control". Bruegel pinta a varios personajes vomitando, inconscientes o peleándose por el vino.