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En la pobreza, en la enfermedad... y en el trabajo
Matrimonios como los Curie han hecho compatibles vida y éxito profesional
MADRID Actualizado: Guardar"La mayoría de las parejas que conozco, si pasan mucho tiempo juntos, acaban con los nervios de punta. No están cómodos metidos en su piel y menos aún cuando están juntos. Para ellas, compartir la misma viñeta sería una verdadera prueba de fuego". Esta frase de Aline Kominsky, que acaba de publicar el cómic '¡Háblame de amor!' a cuatro manos con su marido Robert Crumb -una celebración de los 35 años que llevan juntos-, refleja muy bien lo que para muchas parejas puede suponer compartir las 24 horas del día. Sin embargo, para otras coincidir también en ese ámbito reservado al trabajo es algo que les ayuda a permanecer más unidos y enamorados.
Según Alejandra Yépez, psicóloga experta en Terapia Familiar, no se puede generalizar porque influye y mucho la madurez de la pareja y la personalidad de cada uno: "Cuando los dos se ven inmersos en un mismo proyecto que además potencia lo mejor de cada uno, su lado positivo y sus cualidades, trabajar juntos suele ayudar al crecimiento de la pareja. Lo delicado surge cuando se dan situaciones de estrés difíciles o negativas y no se sabe poner unos límites para que una discusión no pase de un ámbito a otro".
Matrimonios como el de Marie y Pierre Curie son el ejemplo perfecto de lo que la pasión por un mismo interés, en este caso la ciencia, puede suponer en el día a día de una pareja. Alrededor de su mesa de trabajo surgieron escenas como la relatada por su hija Ève en 'La vida heroica de Marie Curie': "(Ella) se sienta en la punta de la mesa de madera blanca y se sume en su preparación para el concurso de agregación. En la otra punta, Pierre, con la cabeza inclinada, atentamente, establece el programa de su nueva clase de la Escuela de Física. A menudo, sintiendo sobre sí la bella y profunda mirada de su marido, Marie levanta los ojos para recibir el mensaje de amor y de admiración".
Amores así de intensos hay muchos, algunos desgraciadamente truncados por un destino caprichoso y cruel. Tal es el caso de Carol Joyce Oates -escritora sobre la que planea desde hace tiempo el Nobel de Literatura- quien compartió con su primer marido, Raymond Smith, 48 años de amor en los que coincidieron en más de un trabajo. La idea de promocionar la obra de buenos escritores canadienses y estadounidenses les unió en la fundación de la 'Ontario Review'. Lo que supuso esa etapa en sus vidas es mejor imaginarlo a través de las palabras que ella misma escribe en 'Memorias de una viuda': "Ahora, todo eso se ha acabado. Nadie puede ocupar el lugar de Ray. Sobre todo, seguir editando 'Ontario Review' sin Ray no podría tener ningún sentido para mí, sería como celebrar el cumpleaños de alguien sin estar él".
Amor por la música
Tan conmovedor testimonio es también equiparable al de otro matrimonio que compartió la pasión por la música. Johann Sebastian Bach se casó en segundas nupcias con Anna Magdalena Wilcken, una joven soprano mucho más joven.
"La música genera una complicidad en el amor que hace que se entiendan sin palabras: cada enamorado empatiza con los sentimientos del otro y se solidariza con ellos", escribe Gerardo Castillo en '21 matrimonios que hicieron historia'.
Y, desde luego, así fue a tenor de los escritos de ella recopilados en 'La pequeña crónica de Anna Magdalena Bach', donde cuenta todo el amor que le profesó su marido, del que no podía olvidar "el momento en que tocó una fuga sin dejar de abrazarme". Años más tarde de la muerte del genio, ella escribiría: "No quisiera dejar de ser lo que soy ahora -una mujer mayor que vivía de limosnas- si hubiese de comprar la más hermosa y honorable vejez al precio de no haber sido su compañera".
La importancia de que cada miembro de la pareja tenga su espacio en el que poder hacer actividades solos o con otras personas es otro de los factores que la experta Alejandra Yépez señala como relevante para mantener un equilibro.
A este factor es interesante sumarle también las relaciones en las que uno de ellos ejerce un liderazgo claro. No porque estén abocadas al fracaso, sino porque dependerá y mucho de cómo se lleve ese trabajo en equipo: "Uno de los problemas en este caso surge cuando la autoestima de uno de los dos se ve afectada por ello", matiza Yépez.
Así, si el miembro que goza de una situación más privilegiada hace sombra al otro, por ejercer mal el poder o porque su compañero no se encuentre plenamente realizado, este podría romperse. Algo así es lo que vemos en Gerda Taro y Robert Capa, pareja que no llegó a casarse porque ella quería ser una mujer libre. A pesar de estar muy unidos por su profesión -hasta el punto de fundir sus fotos bajo el seudónimo de Capa, nombre con el que posteriormente fue conocido él- tuvieron que separarse cuando ella, siempre tan independiente, se cansó de estar eclipsada por su compañero, más valorado en la época por tratarse de un hombre.
Al final, y aunque tenemos que reconocer el acierto que tuvo Oscar Wilde al afirmar que "es bastante difícil no ser injustos con lo que uno ama", hay algunos que consiguen escapar a la regla.