ANÁLISIS

Egipto: el 'tsunami' islamista

Los “Hermanos Musulmanes” han sido, y de lejos, los más votados en la primera fase de las elecciones legislativas y 'Al Nur', mucho más radical, son la segunda fuerza de las legislativas

MADRID Actualizado: Guardar
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Los islamistas mayoritarios en Egipto – los “Hermanos Musulmanes” – están de enhorabuena por partida doble: han sido, y de lejos, los más votados en la primera fase de las elecciones legislativas y, por si fuera, poco otro partido islamista, mucho más rigorista y radical, “Al Nur” (la luz) le sigue y les convierte en moderados y sensatos.

Así como la victoria de la Hermandad (a efectos electorales su ala política inscrita como “Partido de la Libertad y la Justicia”) estaba cantada, es un gran sorpresa que la corriente salafí (literalmente “tradicionalista”, de hecho arcaizante y mucho más severa) haya obtenido la segunda plaza con su fórmula electoral que juntaba el “Partido Salafí-al Nur” con “Al-Asalaa” (la autenticidad) y “Al-Yamaa al-Islamiya” (la comunidad islámica).

Al-Nur es el motor y Al-Yamaa la referencia informativa para lectores de poca memoria: es el partido cuyos militantes armados asesinaron al presidente Sadat en 1981. Es cierto que en un proceso en cierto modo parecido al de ETA en España, la organización cambió mucho, sus activistas, muertos por docenas por las fuerzas de seguridad y condenados y encarcelados por miles se acogieron poco a poco a procesos de reinserción y el terrorismo es hoy un mal recuerdo, pero su fundamentación política y social, no.

Los Hermanos y su responsabilidad

Lo sucedido en los dos últimos días merece detención porque, además de dar alrededor de un 65 por ciento de votos a los islamistas, con mucha ventaja para los Hermanos, que tal vez han obtenido el 40 por ciento del total, y dejar a las opciones liberales en un 35 por ciento más o menos, la votación en dos días se produjo en la primera de las tres áreas en que se divide el voto. Pero resulta que este primer asalto incluye las grandes ciudades (El Cairo, Alejandría, Por Said, Luxor, Al-Fayyum…) donde el voto liberal, más urbano, tiene fuerte presencia, salvo en Alejandría, tradicional baluarte religioso.

Esto significa que en las dos grandes regiones que deben votar entre diciembre y enero, con muchos escaños atribuidos en el campo, el porcentaje islamista podría aumentar. El pronóstico en estas circunstancias es que la gran victoria musulmana puede alcanzar proporciones de verdadero tsunami. Lo que no ocurrió en Túnez, donde la opción islamista más radical y ortodoxa, el “Tahrir” (liberación) no fue legalizada y no pudo concurrir (y, de haberlo hecho, habría tenido poca representación según un extendido pronóstico) sí ha sucedido en Egipto. Y es una bendición para los Hermanos, convertidos en realistas y moderados.

En estas circunstancias, la responsabilidad de la Hermandad es enorme y excede mucho del escenario propiamente egipcio. Lo que allí suceda va a ser seguido con lupa por el mundo entero y su eventual acceso al gobierno va a proveer – en eso como en Túnez – la prueba de fuego que se espera conteniendo la respiración. Todo esto, sin embargo, con muchos matices que permiten desdramatizar considerablemente el escenario, empezando por el de que ha de redactarse una nueva Constitución, se dibuja un cierto papel arbitral para las fuerzas armadas y los Hermanos han hecho saber ya que no presentarán candidato en las presidenciales.

Historia, tradición, presente

Ellos realmente han ganado a pulso las elecciones. Con su constancia en estar en la vida pública (como una asociación, nunca como un partido, aunque muy ocasionalmente alguno de sus miembros hizo política en los últimos años de la monarquía) y prácticamente siempre bajo la represión de todos los gobiernos. Empezando por el de Nasser, que hizo juzgar y ejecutar al teórico de la resistencia popular Sayed Kutb el 29 de agosto de 1956, una fecha que muchos islamistas llevan en su memoria y “con la que empezó todo”, como escribe el gran especialista Giles Kepel abriendo uno de sus libros más conocidos.

La Hermandad fue fundada en 1928 en Ismailía por el venerado Hassan al-Banna, un maestro de escuela de reconocidas prendas personales, empeñado en la islamización pacífica de la sociedad y muy vinculado generacionalmente al gran combate anti-colonialista (contra los británicos, ocupantes) y contra la creación de Israel en el territorio de la Palestina mandataria. Asesinado en 1949 por esbirros de la policía del rey Faruk, aunque no por orden suya, según cree Richard Mitchell, cuyo libro impagable sobre la Cofradía, nunca traducido al español, sigue siendo la obra cumbre sobre los Hermanos.

La historia y una cierta condición pedagógica y pacífica, de trabajo social y civil (jamás ha habido una guerrilla en su seno) explican su decisión de aceptar un juego desigual incluyendo arreglos no oficiales con Mubarak para obtener unas docenas de diputados en elecciones invariablemente amañadas. Posibilistas y tradicionalistas a la vez, sin cadáveres en el armario y un respaldo social impresionante han venido para quedarse. Pero, tácticos y autocontrolados siempre, ya han hecho saber que no presentarán candidato a la presidencia de la República: otro mensaje de que el público puede estar tranquilo, por no hablar de los guiños que se hacen con los militares desde hace varias semanas en Tahrir…