Un asesino en serie podría estar tras varios crímenes registrados en Long Island
La Policía investiga las misteriosas muertes de diez personas cuyos cadáveres fueron hallados entre diciembre de 2010 y abril de 2011
NUEVA YORK Actualizado: GuardarLa Policía del condado de Suffolk, al este de Nueva York, ha asegurado que un asesino en serie es el probable autor de las misteriosas muertes de diez personas cuyos cadáveres fueron hallados en una playa de Long Island.
"En estos momentos nos inclinamos por esa hipótesis. Quizás más adelante podemos cambiar de opinión, y hay quien no está de acuerdo. Los crímenes son demasiado similares por las pruebas que hemos encontrado hasta ahora", ha explicado el comisario del cuerpo, Richard Doner.
Según los investigadores, el responsable de las muertes podría ser un residente de Long Island que conoce bien la zona porque depositó los cadáveres en lugares remotos.
Cuerpos descuartizados
Entre diciembre de 2010 y abril de 2011, restos de los cuerpos de ocho mujeres, un hombre vestido con ropa femenina y una niña de entre 18 y 24 meses fueron encontrados en varias playas de la zona de Gilgo Beach cuando las autoridades buscaban el cadáver de una prostituta, desaparecida en mayo del pasado año y que todavía no ha sido hallado.
Al menos cinco de las mujeres eran profesionales del sexo que ofrecían sus servicios en una página web de anuncios de contactos, aunque la Policía cree que todas las víctimas se prostituían y que la menor era la hija de una de ellas.
Inicialmente, los investigadores pensaron que los crímenes eran obra de varios asesinos e incluso presentaron retratos robot de dos sospechosos, un hombre asiático y una mujer blanca, tras analizar pruebas como las joyas encontradas en dos de los cuerpos.
En mayo pasado, la fiscalía de Long Island explicó que los restos de alguna de las mujeres que se encontraron en Gilgo Beach se corresponden con fragmentos de dos cuerpos descuartizados descubiertos en 2000 y 2003 en Manorville, una localidad cercana.
Estos asesinatos han alarmado a los residentes de Long Island y en las primeras etapas de las investigaciones se sumó el FBI para rastrear todo el terreno con perros y aviones, desde los que tomaron fotografías de alta resolución.