Navarro suma y sigue
El escolta del Barça se ha convertido en el mejor anotador de la historia de la Euroliga en la semana en la que ha cumplido catorce años de su debut en la ACB
MADRID Actualizado: GuardarQue en un club por el que han pasado mitos como Epi, Solozábal, Norris o Bodiroga se le reconozca como el mejor jugador de su historia tiene una significación especial. Por mucho que el elegido se llame Juan Carlos Navarro. Pese a que fue su técnico actual, Xabier Pascual, el que hizo esta consideración y aunque se justificó diciendo que no tenía un “criterio global” para no ofender a las grandes glorias del barcelonismo, no tendría muchas dificultades para fundamentar objetivamente esta afirmación. Le bastaría con enumerar el listado de títulos colectivos que ha obtenido el escolta desde que debutó ante el Granada -precisamente, esta semana se han cumplido catorce años de esa fecha-.
Si no resultara suficiente, podría continuar por sus inabarcables méritos, distinciones y logros individuales. El último de ellos, el de convertirse en el mejor anotador de la Euroliga. Con los catorce puntos que sumó en el triunfo del pasado jueves ante el Olimpia alcanzó la cifra total de 2.716 y ya es historia viva de la máxima competición europea de clubes.
Si aún hubiera algún osado que decidiera poner en duda la afirmación de Pascual, podría recurrir a los triunfos obtenidos junto a la selección española en una década maravillosa en la que el dominio español en Europa ha recordado a las inaccesibles Yugoslavia y Rusia de décadas anteriores. En La Roja, solo Pau Gasol le puede discutir su posición en lo más alto de los más grandes.
Inseparable Pau
Pau es el inseparable compañero de viaje al que irá unido siempre, incluso una vez que se retire. Una parte de la trayectoria del uno no se entendería sin el otro. Hasta en momentos profesionales como el actual, en la que a sus equipos les separan miles de kilómetros, el destino (también llamado ‘lockout’ de la NBA) les ha vuelto a unir en los entrenamientos del club en el que se convirtieron en la pareja perfecta del baile.
La unión es tal que el escolta no dudo a la hora de acompañar a su amigo en su aventura americana y fichar por los tristes Grizzlis, perdiendo su estatus de estrella en el Viejo Continente para convertirse en un novato más en la NBA. Además, aceptó unas condiciones económicas muy inferiores a las que disfrutaba en el Barça. Pero incluso en este brete, Navarro mostró la excepcional calidad que atesora. Pocos jugadores han logrado tanto valiéndose exclusivamente del talento en un deporte tan condicionado por el físico como el baloncesto. En su única temporada en la liga americana mantuvo su capacidad anotadora y alcanzó una media de casi once puntos por partido gracias a su pericia para buscarse sus tiros en una plantilla con demasiados ‘chupones’.
Entre tanto individualismo, Pau y Guanqui ponían el sentido colectivo. Pero el 3 de febrero de 2008 la cadena se rompió cuando el eslabón del pívot pasó a asirse a la cadena de los Lagers. Navarro se quedó sin su apoyo fundamental en Memphis y poco después decidió que la aventura americana había acabado para él. Quizás, sin la salida de Gasol, la carrera del escolta en la NBA se podría haber extendido en el tiempo, pero la decisión de volver a Europa le no ha hecho más que acrecentar su trascendencia en el baloncesto FIBA.
A sus 31 años, ha reconocido que se encuentra en su mejor momento profesional. Ha recuperado la capitanía del Barça y, en plenitud de facultades, el juego de Navarro ha evolucionado hacia un entendimiento del juego que le hace más peligroso que antes, si cabe. Se mantiene como el anotador compulsivo que ya era, conserva la velocidad de ejecución en sus acciones que le hace imparable, pero además ha sumado la virtud de saber elegir la mejor opción para su equipo, que no siempre es necesariamente él. Ya no le hace falta tirar para ser decisivo y ha pasado al nivel superior de hacer mejores a los que le acompañan con su juego. Aunque cuando llegue el último tiro, el del héroe o el villano, sus compañeros le mirarán a él, y él mirará el aro.