El papa dialogó con Álvarez Cascos. / Efe
MÚSICA

La Sinfónica Asturiana pone en pie al Vaticano

La OSPA ofrece un concierto brillante ante 7.000 espectadores en la sala Neria de Santa Sede

ENVIADA ESPECIAL A CIUDAD DEL VATICANO Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Contundente por momentos, delicado por otros, intenso siempre y brillante de principio a fin. Así fue el concierto que esta tarde ofreció la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias en el Vaticano ante 7.000 personas y con un espectador de excepción: el Papa Benedicto XVI, que agradeció la actuación emocionado y logró al tiempo emocionar con sus palabras, plagadas de referencias a Asturias y a España.

La OSPA, con Maximiano Valdés al frente, encaró un concierto difícil por las dimensiones del auditorio, pero con la buena acústica del recinto como aliada para un programa cien por cien español y escogido expresamente por el Papa, que, tal y como reconocía Valdés horas antes de tomar la batuta, “dijo que nada de requiems”. Y nada hubo.

La música arrancó con la 'Danza ritual del fuego' de 'El amor brujo' de Falla, a la que orquesta imprimió toda su energía, para pasar después a la sutil delicadeza de 'Triana y Lavapiés', de la 'Iberia' de Albeniz, en versión para orquesta de Jesús Rueda, una joya con toques minimalistas y muy contemporánea. Volvieron de nuevo a Falla y a su 'Sombrero de tres picos', con momentos de especial emoción, para regalar después toda una fiesta: el 'Don Juan' de Richard Strauss, adornado en la percusión y con la orquesta tocando como un solo músico, en un bloque compacto y acompasado hasta el virtuosismo.

'Capricho español'

El 'Capricho español' de Rimsky-Korsakov, con su 'Fandango asturiano' de cierre, sirvió para despedir sin rebajar la intensidad de una hora que quedará para la historia, puesto que acaba de convertir a la OSPA en la única orquesta española que ha tocado en el Vaticano ante un Papa.

Las alusiones a España y muy especialmente a Asturias no se quedaron ahí. El Papa, que repasó cada pieza del concierto haciendo gala de su conocida melomanía, señaló cómo en el 'Capricho español' de Korsakov “se reconoce una antigua invocación asturiana con la que se pide la protección de la Virgen”. Y hasta en su bendición final se acordó Benedicto XVI de Covadonga: “Que la Virgen María 'que brilla en la altura más bella que el sol, y es madre y es reina', como reza el himno a la celestial patrona de esas tierras, les protega siempre en su maternal ternura”.