«La crisis es consecuencia de la pérdida de valores morales»
Rouco dice que los resultados son "la corrupción política y económica, la codicia, la búsqueda del propio interés a toda costa, el menosprecio de la vida humana mediante políticas y conductas abortistas y antinatalistas, la desprotección y la disolución institucional del matrimonio y de la familia"
MADRID Actualizado: GuardarNi deuda desbocada ni desviación del déficit. Los obispos no entran en análisis técnicos y consideran que la crisis económica es consecuencia de la pérdida de valores morales. Durante el discurso de apertura de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, el presidente de la jerarquía católica, Antonio Rouco Varela, cargó contra los dos males que acompañan la erosión de los principios religiosos: "el relativismo" y el "olvido de Dios y de su santa ley". De ellos se derivan, dijo Rouco, un sinfín de hechos reprobables, como son "la corrupción política y económica, la codicia, la búsqueda del propio interés a toda costa, el menosprecio de la vida humana mediante políticas y conductas abortistas y antinatalistas, la desprotección y la disolución institucional del matrimonio y de la familia". Como corolario de esa caída en picado de los valores, Rouco añadió la "instrumentalización y el deterioro de la educación".
Pese a la raíz moral de crisis, el presidente de la jerarquía eclesiástica adujo que hay que incrementar los recursos destinados a Cáritas y engrosar el número de voluntarios para combatir los efectos de la crisis. El cardenal y arzobispo de Madrid dijo ser consciente que está aconteciendo situaciones sociales y económicas "muy delicadas".
Entre los trabajos que desarrollará la asamblea figura el desarrollo de un plan pastoral en el que tendrá un papel preeminente la condena del matrimonio homosexual. Para el episcopado se trata de una tarea urgente, a la vista de grave daño infligido a la "cultura matrimonial, en España y en el mundo". Los agentes que han socavado los pilares de la institución son "el individualismo hedonista y el positivismo jurídico, a los que ha conducido el alejamiento de Dios y de la verdadera humanidad".
Rouco exhortó a los jóvenes a que conduzcan su vida por el camino de la santidad, para lo cual es necesario que rompan el aislamiento a que les han confinado "los aparatos informáticos o de comunicación". Al mismo tiempo, pidió que se distancien de "los ambientes y grupos de diversión despersonalizadora e inmoral".
Los prelados están persuadidos de que los mayores damnificados por el relativismo moral son los jóvenes. Ellos son los que más sufren ese "escepticismo espiritual", que se traduce en visiones egocéntricas e individualistas de la vida. Para ello es preciso que la persona reciba una educación integral, "que no se reduzca a una pobre y a veces inmoral transmisión de conocimientos".
La alocución de Rouco se centró casi exclusivamente en hacer un repaso de la Jornada Mundial de la Juventud, presidida en agosto por el papa Benedicto XVI. El evento sirvió para mostrar "una juventud alegre, educada, sacrificada, expansiva y comunicativa, que es Iglesia al cien por cien".