El desafío en la red de Ai Weiwei
El artista y disidente utiliza Internet y el ingenio para denunciar su persecución por las autoridades chinas
MADRID Actualizado: GuardarNo hay nada como un desafío ingenioso y valiente para sacar de sus casillas a un régimen dictatorial. El artista y disidente Ai Weiwei no ceja de utilizar las redes sociales y el humor para denunciar la persecución a la que está sometido por las autoridades de Pekín.
En esta ocasión no se trata de un desconocido disidente que haya saltado a los medios informativos por ser encarcelado como sucedió con el premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo. Ai, de 54 años, goza de un gran reconocimiento internacional como artista. Participó en el diseño del estadio olímpico de Pekín (el 'Nido de Pájaro'), ha expuesto en la Tate Modern y la prestigiosa revista 'Art Review' lo situó el primero de su lista de artistas más influyentes.
Detención y acoso
La policía china detuvo a Ai el tres de abril cuando iba a tomar un vuelo con destino a Hong Kong y conducido a una prisión secreta. Oficialmente se le acusó de evadir impuestos, aunque a lo largo de los 50 interrogatorios a los que fue sometido las preguntas se centraron en su presunta conspiración para organizar protestas inspiradas en la 'primavera árabe'. El temor a un contagio hizo que las autoridades chinas desataran una intensa campaña de detenciones y represión para impedir cualquier conato de revuelta. El rigor carcelario se tradujo en una celda de 16 metros y la vigilancia durante las 24 horas por dos militares que lo observaban sin descanso mientras dormía o iba al baño.
Transcurridos 81 días de cautiverio y una fuerte movilización internacional, Ai obtuvo la reclusión domiciliaria después de firmar una confesión en la que reconocía haber evadido impuestos a través de su negocio de arte y aceptar el pago de una multa.
Ai ha aprovechado el acoso para volverlo contra las autoridades, desencadenado una intensa actividad a través de Twitter y las redes sociales, burlando de forma virtual su reclusión. Aunque fue amenazado con diez años de cárcel si seguía "incitando a la sublevación" y se le prohibió tener contactos con periodistas extranjeros, abogados de derechos humanos o políticos, el artista contó por Internet con pelos y señales su detención y provocó una ola de solidaridad de impacto internacional.
Veinte mil personas le ayudaron a reunir 8,7 millones de yuanes (un millón de euros) en una colecta organizada a través de la red. El dinero llegó de forma anónima en giros bancarios o a través de entregas directas en la casa del artista, incluso como aviones de papel, pero muchos se han identificado en un claro desafío al régimen chino con el grave riesgo de sufrir represalias.
Finalmente Ai compareció para pagar la multa luciendo una camiseta con su retrato bajo las leyendas de "desaparecido" y "encontrado". Tras un forcejeo con las autoridades en la forma de pago, el activista ingresó la suma, que ha prometido devolver a sus remitentes, en una cuenta bancaria de la Dirección de Impuestos de Pekín, y declaró sentirse "como si fuera un rehén hace medio año, ahora he pagado el rescate y siento que me han robado".
Ai ha multiplicado sus formas de desafío en la red. Su mayor alarde ha sido la grabación de un vídeo en la que aparece bailando y cantando una canción infantil 'Cao Ni Ma' o "caballo de barro y hierba", en la que el juego de palabras y el doble sentido se ha convertido en un himno para los disidentes chino y una acida críticas contra el Comité Central del Partido Comunista. Ya antes de su detención el artista posó desnudo tapándose sus genitales con ese "caballo de barro y hierba", animal parecido a una alpaca como claro insulto a la censura.
El pulso está servido y es difícil saber cómo acabará. El régimen chino no parece dispuesto a hacer concesiones y Ai Wei Wei está decidido a plantar cara y seguir con sus denuncias.
El caso de este artista pone al descubierto la cerrazón y el desprecio hacia el estado de derecho del régimen chino que, gracias a su potencial económico, es tratado con guante de sede por la diplomacia internacional. Sin embargo va a ser difícil que frene de forma indefinida esos gritos de libertad que con el tiempo se irán incrementando. Hoy resulta impensable que, pese a sus privilegios de impunidad, pueda perpetrar otra fechoría como la matanza de Tienanmen. La resistencia al más mínimo cambio democrático es feroz, pero tarde o temprano la ‘primavera’ acabará llegando a China.