Los mercados devoran a Italia
La UE califica la situación de «dramática», mientras asoma el riesgo de una quiebra insalvable
CORRESPONSAL EN ROMA Actualizado: GuardarItalia se acerca peligrosamente al límite sin retorno de tener que pagar sus emisiones de bonos, con los que pide dinero prestado a diez años, a un interés del 7%, un límite a partir del cual se entra en la espiral de la quiebra, según los expertos. Este índice tocó ayer el 6,77%, con una prima de riesgo -la diferencia respecto al bono alemán, considerado la referencia más segura- de 500 puntos, su récord histórico. Si Italia cae, detrás iría el euro, pues es un país que por sus dimensiones no se podría rescatar, como ha ocurrido con Grecia, Irlanda y Portugal.
Su deuda es de 1,9 billones, cinco veces la de Atenas. La experiencia del derrumbe de esos tres países indica que les bastaron 15 días para pasar la barrera del 7% una vez superado el 6,50%, la última señal de alarma. Según este baremo a Italia le quedan, como mucho, quince días para el colapso, si es que no es más rápido. A menos de que haga algo. Ayer seguía empantanada sin hacer nada hasta que llegó el anuncio de la próxima dimisión de Berlusconi. Los mercados celebraron el martes el rumor de su renuncia, pero habrá que ver cómo lo valoran hoy, pues se abre una fase nueva, pero igual de incierta.
La UE siguió todo el día con ansiedad la evolución de estos números, mientras con el otro ojo presenciaba la confusión de la política italiana. «Estamos muy preocupados por la prima de riesgo de Italia, la situación es dramática y por eso es esencial que ahora se hagan lo antes posible las reformas que tranquilicen a los mercados sobre la solidez del país, con este Gobierno o con otro», dijo el comisario comunitario de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Es para echarse a temblar, porque en Italia la promesa de hacer las «reformas imprescindibles que necesita el país», una frase manida usada por los políticos, es como oír un disco rayado desde hace una década. Con ocho años de gobiernos de Silvio Berlusconi. Pero no han hecho nada. Y se supone que tendrían que empezar ahora, a todo correr porque el país se hunde.
El Ejecutivo de centro-derecha del 'Il Cavaliere' lleva coqueteando con el peligro desde al menos cinco meses, cuando empezaron en serio los ataques de los mercados. No obstante, la insistente presión de la UE, el magnate ha respondido con medidas tibias, números ambiguos y calendarios inciertos, ofreciendo una penosa imagen de incapacidad de decisión. En junio pensó resolverlo con un plan de ajuste que era un farol, pues dejaba la mayor parte de los recortes para después de 2012, al Gobierno siguiente, y no explicaba de dónde salía la mitad del dinero.
110.000 millones
Los mercados no picaron e Italia comenzó a sufrir. En agosto el Banco Central Europeo (BCE) mandó una carta al Ejecutivo, secreta pero conocida más tarde, en la que le exigía una lista de reformas urgentes, al tiempo que empezaba a comprarle deuda para evitar el desastre. Desde entonces ha gastado 110.000 millones en títulos italianos y españoles. No se sabe en qué proporción de unos y otros, pero se cree que mucho más de los primeros. Porque tras la alarma de agosto España sí tomó medidas y gracias al dopaje del BCE logró alejarse del peligro.
Italia se convirtió oficialmente en el flanco débil de la UE, pero siguió sin protegerse. La aprobación de un segundo plan de ajuste llevó nada menos que un mes de bochornosas discusiones, con cinco borradores distintos y medidas que se caían de un día para otro ante el más mínimo veto de un partido, un gremio o un sindicato. Al final salió, pero eran todo impuestos y recortes, y la UE pidió un paquete de crecimiento. Berlusconi fue dando largas y en octubre hasta dijo que «no corre prisa». En la cumbre del pasado 23 de octubre a Francia y Alemania se les acabó la paciencia y le dieron un ultimátum de tres días para presentar un plan preciso y con fechas.
El mandatario no cumplió y se presentó con una vaga carta de intenciones, lo máximo que pudo sacar ante el riesgo de que cayera el Gobierno, por el veto de la Liga Norte a tocar las pensiones. Al G-20 de la semana pasada quería llegar con un decreto que aplicara al menos alguna de las medidas de la carta, pero también fracasó.
Salió de Cannes seguido ya de cerca por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que supervisará las cuentas de Italia desde este mes. Hoy llega a Roma otra delegación de control paralela de la UE, guiada por el propio Rehn, con una misión de «vigilancia rigurosa». Llega para marcar las líneas a seguir, aunque aterriza en un país patas arriba.