Nervios en los dos bandos
Ambos candidatos evidenciaron un exceso de tensión que se tradujo en varios errores tanto en gestos como palabras
MADRID Actualizado: GuardarUn candidato recostado sobre la tranquilidad de las encuestas frente a otro lanzado al ataque a sabiendas de que se encontraba ante, quizás, su último cartucho. Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba mostraron dos caras bien distintas reflejo del panorama de futuro de uno y otro. Así lo atestigua la psicóloga Pilar Jiménez, para quien fue evidente el nerviosismo de uno y otro en los minutos iniciales de la contienda. «Cuando el moderador estaba haciendo la presentación Rajoy repasaba sus papeles mientras Rubalcaba en cambio le miraba a la cara, pero los dos estaban jugando con el bolígrafo», afirma Jiménez. Para ella, en estos minutos iniciales del cara a cara, el candidato popular gesticuló demasiado, «algo que no suele hacer y que es señal de que no estaba cómodo». El líder socialista no estuvo mejor. «Colocaba sus manos con las palmas extendidas hacia dentro, lo que es síntoma de autoprotección. Pero uno de sus peores traspiés fue cuando comenzó a repasar sus iniciativas económicas y en un momento dado perdió el hilo, lo que lo obligó a recurrir a los papeles tras unos segundos de duda».
El paso de los minutos permitió que uno y otro se fueran asentando y sintiéndose un poco más cómodos ante las cámaras, aunque los errores puntuales se mantuvieron como una constante. La estrategia de ataque del socialista fue aumentando progresivamente. «Su posición ligeramente inclinada sobre la silla, la forma en que señalaba con el dedo a su adversario, el tono de su voz e, incluso, su sonrisa un poco cínica fueron muy significativas», apunta la especialista. Y justo en los momentos en los que uno y otro se enzarzaban «a Rajoy se le apreciaba un tic en la cara que no es habitual en él». Sí ofreció señal de seguridad el popular al enumerar sus propuestas: «Cruzar las manos como hacía denota confianza en lo que se dice». Esa paz desapareció en el popular a la hora de criticar al PSOE. «Las ocasiones en las que pasó a la ofensiva movió mucho los brazos, justo lo contrario de cuando hablaba sobre su programa», dice Jiménez.
Fueron varias las veces en las que Rajoy acusó a su rival de lanzar insidias e incluso de mentir. Pudieron ser los momentos más duros del debate. La primera de estas ocasiones cogió por sorpresa a Rubalcaba, según la psicóloga, que destaca como el socialista «bajo la mirada como preguntándose qué hacer o cómo responder». Un tanto para el popular que tuvo su respuesta al poco tiempo, cuando Rajoy tuvo que recurrir al moderador ante los ataques de Rubalcaba durante su turno de palabra. Para Jiménez «verse obligado a pedir ayuda para frenar a su adversario ofreció una sensación de debilidad». Destaca igualmente el temblor en las manos del socialista, un indicador de excesiva tensión o nerviosismo.
Rajoy mostró su faceta más agresiva en el último tramo. Sus gestos de extrañeza eran palpables ante los reproches de Rubalcaba. Y uno y otro usaron un lenguaje en repetidas ocasiones como si estuviesen dirigiéndose a un niño pequeño.