Una sección acomplejada
Pese a los importantes refuerzos y a los nombres con los que cuenta el Real Madrid, los blancos aún se comportan como un equipo que no se ha quitado el polvo perdedor que ha dejado el Barça sobre sus hombros
MADRID Actualizado: GuardarQue el deporte vive del presente es algo evidente. Equipos con un historial dorado han visto cómo el polvo del pasado ha quedado oculto bajo las estrecheces y los problemas actuales.
En Inglaterra, el Nottingham Forest, bicampeón de Europa a finales de los 70, pelea por regresar a la Premier tras unos años vagando por las ligas menores de las islas. El Playas de Castellón, que en los primeros años del siglo XXI dominó el fútbol sala en España y en el continente, malvive como colista en la Segunda División. Dos ejemplos entre muchos de que una historia gloriosa solo deja trofeos en las vitrinas pero no impregna de un aura victoriosa a todo aquel que pasa por la entidad.
El Real Madrid ha vivido durante las últimas temporadas su travesía por el desierto, sin llegar a los descensos a los infiernos de los anteriores casos, debido a la ausencia de títulos en un club que vive por y para ellos. La Copa del Rey, el primer éxito de Mourinho, y el comienzo de la temporada actual parece haber vuelto a revestir a los madridistas de su coraza ganadora pese a la amenaza del eterno enemigo, el Barcelona, dominador absoluto del fútbol mundial con Guardiola al frente.
Pero no todo son buenas noticias en la casa blanca. Su sección de baloncesto pasa por su vía crucis particular, que se alarga aún más que el sufrido por sus compañeros futbolistas. La última de sus 30 ligas la consiguió en 2007, pero aún es más sangrante los 18 años que han pasado desde su última Copa del Rey.
Pese a que el año pasado mostró algunos signos de recuperación como la vuelta a la 'Final four' de la Euroliga 15 años después, volvió a evidenciar en la ACB que la irregular trayectoria de los últimos años no termina de desaparecer. Si el Power Electronics Valencia a punto estuvo de dejarle fuera de los cuatro mejores de Europa, el Bizkaia Bilbao Basket desveló en la competición local que los blancos no han sido capaces aún de retomar la fortaleza de tiempos pasados.
Nombres importantes
Este año, la directiva blanca ha decidido apostar por revitalizar una estructura deficitaria pero de prestigio para el club, y ha realizado algunos de los fichajes más importantes de Europa, aunque algunos de ellos bajo la amenaza del final del cierre patronal de la NBA. Pero los primeros signos del equipo no ayudan a pensar en que la novena Copa de Europa esté cerca del museo madridista.
Objetivamente, el Real Madrid cuenta con el mejor bloque de jugadores de los últimos años, por lo que debería plantearse unos objetivos dirigidos directamente a la búsqueda de títulos más que al borrado de los fracasos anteriores.
Cuatro campeones de Europa –Llull, Reyes, Rudy Fernández y Serge Ibaka (es verdad que estos dos últimos con muchas posibilidades de tener que volar a Estados Unidos antes de enero)- y el último descarte de Scariolo –Carlos Suárez- lideran la plantilla. A ellos se suman un campeón del mundo –Sergio Rodríguez-, que tras su fracasado paso por la NBA aún está en la disyuntiva de qué tipo de base quiere ser pero que conserva intacto su talento innato; Mirotic, el mejor jugador joven de Europa; Tomic, un pívot alto y técnico al que comparaban con Pau Gasol; Begic, otra torre olvidada por Messina y recuperada por Laso; Velickovic, el mejor cuatro del continente antes de llegar a Madrid pero que parece vivir junto a Suárez un proceso de aletargamiento que no cesa. A este listado se suman otros dos fichajes de peso: Carroll, el máximo anotador de la liga en las últimas dos campañas, y el lituano Pocius, uno de los aleros más físicos y de mayor calidad del mercado europeo. Doce hombres que, sin duda, conforman un equipo al que temer.
Sin embargo, el Madrid, aunque realiza el juego más alegre de los últimos años, desprende un pequeño tufo de inestabilidad, de proyecto aún falto de solidez y dependiente más del fracaso de su rival que del éxito propio. Ahogado por el balance abrumador de derrotas ante el Barça de las últimas campañas, los próximos meses deberán demostrar si la plantilla es definitivamente la que devuelva los laureles a los blancos o es una nueva obra que se ha venido abajo antes de terminarse.