Literatura

«Nadie sabe qué es poesía, así que tenemos derecho a jugar con ella», asegura la 'micropoetisa' Ajo

La micropoetisa Ajo dirige 'Yuxtaposiciones', un festival polipoético que reúne desde hace nueve años distintas voces y estilos del panorama poético internacional

MADRID Actualizado: Guardar
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'Yuxtaposiciones', un festival polipoético internacional dirigido desde hace nueve años por la 'micropoetisa' Ajo, propone en La Casa Encendida de Madrid un intenso recorrido por distintos ámbitos del panorama poético y voces de distintos países.

"Queríamos sacar la poesía fuera de los libros y devolverle protagonismo a través de la voz, de la oralidad y, a partir de ahí, fuimos contactando con los artistas que más están experimentando en este ámbito", explica Ajo sobre los orígenes de este festival, pionero en acercar al público la polipoesía, una mezcla de este género con otras disciplinas artísticas. "Son aderezos a la poesía, prefijos y sufijos que hacen que la poesía sea además otra cosa. También tiene cabida la poesía pura, por qué no, nadie sabe lo que es poesía y creo que tenemos derecho a jugar con ella", resume Ajo.

El proyecto, a punto de llegar a su década de existencia, surgió dentro de 'Experimenta Club' un grupo de música experimental que intentaba acercar los eventos poéticos a un público desacostumbrado al verso. "En Barcelona era un evento normal y con la ayuda del director del festival de allí iniciamos el proyecto" cuenta. Desde esos inicios, el festival, dos únicos e intensos días que acaban este viernes, ha ido ganando peso y público, reuniendo a "lo más granado" de la poesía mundial, "con todos los prefijos y sufijos posibles", afirma orgullosa su directora. "Pretendíamos abrir un poco el espectro de la poesía y hemos conseguido un público insospechado. Ahora la gente viene porque sabe que encontrará algo sorprendente y de una calidad indudable", se ufana.

En el cartel de este año, nombres desconocidos para el gran público pero que generan asombro y expectativas dentro del concentrado grupo de incondicionales que año tras año se granjea el festival. "Hemos intentado recorrer los registros poéticos más importantes, como la poesía y el rock de Nacho Vegas o el Spoken Word (Micrófono Abierto) de Soul Williams, que es uno de los grandísimos que llevábamos persiguiendo cuatro años. Después tenemos el taller de Jaap Blonk, uno de los grandes de la poesía sonora y David Ymbernon Bernó, con un espectáculo de poesía culinaria precioso", explica la 'micropoetisa' y alma del festival.

Un certamen en continuo crecimiento que desafía frontalmente el tópico sobre la muerte de la poesía. "No ha muerto, puede que haya muerto la poesía oficial, pero yo estoy más al tanto de inventar de lo vivo que de lo muerto. Lo que sé es que no me interesaba lo que había y, a partir ahí, empezamos a construir algo que estaba por hacer", reflexiona la artista, que rechaza con fuerza la endogamia "porque tiende a hacer desaparecer lo endogamizado". "Los poetas oficiales están metidos en su rollo, no sé qué harán, pero el caso es que se ha conseguido que prácticamente desaparezcan las secciones de poesía de las librerías", denuncia Ajo. "Nosotros, desde el underground y la intuición, mezclamos la poesía con todo lo que les venga bien a los poetas", explica. "Nadie sabe qué es poesía y por eso mismo está a salvo; nadie puede atraparla, ni condenarla y es siempre susceptible de mezclarse con el cine, la fotografía, la música, la danza. Si te mezclas estás a salvo y si no, la endogamia acaba con todo", apostilla. También la puesta en escena cumple con la estética underground inherente al festival: "Hemos conseguido sacarlo del auditorio al patio, donde la gente está sentada en el suelo con cojines. Es todo muy distendido, agradable y cercano", explica Ajo.

La vocación del festival es continuista, aunque Ajo se encuentra enfrascada también en sus "movidas micropoéticas" y en un programa de radio. Hace ya muchos años que abandonó la taquilla del legendario Teatro Alfil para dedicarse de lleno a su aventura poética. Una larga década en la que conoció a decenas de personajes del mundo del cine y el teatro a los que retrató en las instantáneas que ahora expone en las salas de El Matadero, en Madrid y que La Fábrica ha recogido también en un libro. "Es un regalo inesperado pero muy deseado".