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Miradas indiscretas
Una exposición indaga en la perversión del voyeurismo y la invasión de los límites de la intimidad
MADRID Actualizado: GuardarLo prohibido ejerce una extraña seducción. Invadir la intimidad ajena es un tabú, pero es una tentación muy humana. Lo saben de sobra los fotógrafos. Prueba de esta obsesión por captar los momentos más privados de la persona es la exposición 'Observados. Voyeurismo y vigilancia a través de la cámara desde 1870', inaugurada hace escasos días en la Fundación Canal, en Madrid.
La muestra incluye imágenes que ilustran el quehacer del mirón. Van desde la exhibición impúdica de la pornografía hasta otras manifestaciones de la mirada indiscreta. En la exposición se pueden ver ejemplos de la vida callejera, instantáneas capturadas por el fotógrafo inadvertido o el despojamiento de los velos que ocultan la intimidad de los famosos.
La exposición se compone de 170 fotografías y piezas audiovisuales que se agrupan en cinco bloques temáticos: 'el fotógrafo inadvertido', 'vigilancia', 'voyeurismo y deseo', 'testigos de la violencia' y 'celebridades y la mirada pública'. A través de estas cinco categorías se pueden examinar los aspectos más desgarradores y perturbadores de la fotografía, las posibilidades del buen o mal uso de la cámara oculta y algún desconocido perfil del erotismo y de la pornografía, desde hace aproximadamente un siglo y medio.
Todas estas obras ya se pudieron ver por primera vez en la Tate Modern en 2010, el San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA) -organizador de la iniciativa junto con la Tate Modern- y el Walker Art Center de Minneapolis. Para José María Díaz-Maroto, estudioso de la fotografía que ha colaborado en el montaje de la exposición, el acontecimiento es relevante por dos motivos: el asunto que aborda es de completa actualidad y por añadidura están presentes fotografías de de maestros como Henri Cartier-Bresson, Walker Evans, Brassaï o Dorothea Lange.
El bloque 'el fotógrafo inadvertido', que se caracteriza por la toma de imágenes sin ser visto, contiene fotografías que representan principalmente la vida de gente anónima en las calles, granjas, caminos rurales o incluso en el metro.
El de la 'vigilancia' muestra cómo la obsesión por la seguridad, el control y la observación pasiva convierten viviendas, coches, carreteras y trenes en trípodes estáticos. La mirada indiscreta, el erotismo y la pornografía -en definitiva, imágenes que rayan lo prohibido- son los temas representados en 'voyeurismo y deseo'. 'Testigos de la violencia' se centra en la barbarie humana, e incluye imágenes de niños jugando entre las armas, viviendas devastadas y ancianos sorprendidos ante la impotencia del fuego cruzado. También el consumo de drogas, la delincuencia y la mafia están presentes en esta categoría. Por último, en 'celebridades y la mirada pública' la fotografía se convierte en el arma y el documento que desvela la intimidad de políticos y famosos.
Erich Solomon, pionero en tomar fotografías en secreto en los tribunales, y Merry Alpern, autor de imágenes robadas en los probadores de las tiendas, están presentes en el apartado dedicado a la vigilancia.
Bajo el epígrafe 'Testigos de la violencia' se agrupan quizás las imágenes más cruentas. Hay piezas de Eddie Adams, testigo de la ejecución en directo de un prisionero vietnamita en una calle de Saigón, y de Tom Howard, quien mostró la primera ejecución en la silla eléctrica.