![](/RC/201110/07/Media/manuel-3--300x340.jpg?uuid=f29d8dc6-f0e3-11e0-8eb4-e3e755481dc6)
El último rey de Portugal
Manuel II ascendió al trono después del asesinato de su padre y hermano mayor a manos de republicanos radicales
MADRID Actualizado: GuardarEn la popular Plaza del Comercio de Lisboa, junto al imponente río Tajo, una multitud se agolpa para saludar al paso del carruaje real. Va descubierto y sin demasiada escolta para aparentar normalidad. De pronto, empiezan los tiros. El rey Carlos I recibe un impacto en el cuello y fallece en el acto. Su primogénito y heredero al trono, Luis Felipe, es mortalmente herido. La reina Amelia, de pie en el carro, trata de defenderse con un ramo que ha recibido momentos antes. Dos de los atacantes, republicanos radicales miembros de una sociedad secreta denominada Carbonaria, también fallecen en el intercambio de disparos. El segundo en la línea sucesoria, Manuel, es herido en un brazo. La muerte de su padre y hermano le convierten en rey. El último de Portugal.
“Vi a un hombre de barba negra abrirse la capa y sacar una carabina. Cuando apuntó al carruaje me di cuenta, infelizmente, de lo que pasaba. ¡Dios mío, qué horror!”. Así describió Manuel II el regicidio ocurrido el 1 de febrero de 1908. Sin demasiado tiempo para asimilar la tragedia y con tan solo 18 años asume la Corona lusa. El joven monarca debe afrontar la profunda crisis social que asola al país, el descrédito de la clase política tradicional, sostén de la monarquía, las constantes amenazas de golpes de Estado y los problemas derivados de las colonias africanas.
En los dos años de su reinado, Manuel II demostró que carecía del carácter enérgico y la diplomacia de su padre, lo que agravó la inestabilidad. En tan corto espacio de tiempo se formaron siete gobiernos. Estos vaivenes y cuitas internas de los partidos monárquicos contrastaban con la organización y determinación de los republicanos. El descontentó en la calle se acrecentó y preparó el camino para una revolución de la que se cumplen 101 años.
Sublevación
El 3 de octubre de 1910 varios oficiales al mando de unos dos mil hombres se sublevaron y atrincheraron en la plaza del Marqués de Pombal de Lisboa. La Armada se sumó a la asonada con tres buques distribuidos por el Tajo a su paso por la capital. Pese al limitado número de uniformados alzados, el Gobierno fue incapaz de encontrar fuerzas suficientes para sofocarles. Por el contrario, los republicanos encontraron un masivo apoyo popular.
El Palacio Real, en el que se encontraba el monarca, sufrió un pequeño bombardeo desde los buques y un ataque terrestre que fue repelido. Sin embargo, ante el evidente riesgo, Manuel II abandonó la capital rumbo a Oporto, desde donde pretendía organizar la resistencia. Sin embargo, la ciudad norteña también se sumó a la revuelta. El 5 de octubre se proclamó la I República portuguesa de manera casi incruenta. Manuel II, falto de apoyos, se vio obligado a refugiarse en Gibraltar y posteriormente, exiliarse en Inglaterra. Con él se marchó parte de la historia de Portugal, cuyos designios habían sido dirigidos por la Casa de Braganza desde 1640.
Manuel II siguió desde su residencia inglesa los acontecimientos de su país, pero sin confiar demasiado en su regreso. La mayor parte del tiempo la dedicó a la literatura. Murió en 1932 a los 43 años. Por entonces, la República que le había derrocado no existía y Portugal caía bajo el yugo del dictador Salazar.