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El orden supera a la dureza eslovaca

Muniain participó activamente en los dos goles de la victoria vizcaína a domicilio.

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La conexión entre Muniain y Llorente dio la primera victoria al Athletic de Marcelo Bielsa. Tras un comienzo de temporada titubeante, los rojiblancos se estrenaron en la Liga Europa con victoria ante el Slovan de Bratislava. Los eslovacos se vieron maniatados por el manifiesto control de la pelota de los bilbaínos y solo supieron responder a base de patadas.

Los ‘leones’ llegaron al encuentro con cierto temor, ya que el Slovan había eliminado a la Roma de Luis Enrique en la fase previa. Pero este jueves se demostró que aquello debió ser un accidente de los italianos o un golpe de suerte de los eslovacos, porque el Athletic no vio peligrar el partido en ningún momento.

Ante el juego de toque y la incesante presión del Athletic, los jugadores del Slovan mostraron su impotencia con continuas y violentas faltas. El estilo de juego de los de Marcelo Bielsa poco o nada tiene que ver con el de las últimas temporadas, pero todavía siguen cometiendo los mismos errores defensivos del pasado.

Muniain ya no es solo un habilidoso jugador que parece recién salido del patio del colegio. Dirige el juego del equipo y los rivales solamente pueden frenarle con continuas faltas. Pero no es guapo y, de momento, no tiene tanto dinero como otros, y por esa razón nadie hablará este viernes de las entradas que le propinaron los eslovacos. Su rápida adaptación a los sistemas de Bielsa contrasta con la incomodidad que demuestra Fernando Llorente partido tras partido. El ‘9’ del Athletic ya no es el tanque de antaño y ahora está aprendiendo a jugar de espaldas a la portería contraria.

Llorente pasó una pelota picada con el exterior de la bota a Muniain, que ganó línea de fondo y cedió atrás para que Susaeta marcase el primer tanto. En el segundo, el ariete bajó con el pecho un balón para que la nueva ‘perla’ navarra de Lezama anotase el gol sin dejar que tocase el césped, sombrerito al rival incluido. Entre medias, el enésimo desajuste de la zaga rojiblanca provocó que el Slovan metiese el miedo en el cuerpo a los aficionados que habían viajado hasta Bratislava.

La segunda mitad se trabó. Los pupilos de Vladimir Weiss aumentaron la presión y tuvieron varias ocasiones claras en las que el guardameta Iraizoz demostró que no está en su mejor estado de forma. Los bilbaínos estuvieron mucho más imprecisos y el buen juego solo se observó a ráfagas.