El secundario que agarró la gloria
Carlos Sastre se retira del ciclismo con un Tour en su palmarés después de rebelarse contra su papel de gregario
MADRID Actualizado: Guardar"Podemos ser héroes. Solo por un día". Carlos Sastre encarnó el mensaje de David Bowie en las curvas de Alpe d'Huez el 23 de julio de 2008. En aquella subida renunció a ser Poulidor y lanzó un ataque que le abriría el camino a un éxito que nadie había pronosticado. Aquella tarde su habitual silueta del corredor que peleaba contra los desarrollos de su bicicleta se transformó en una centella que ascendió ambicioso a lo más alto de la montaña para ganar el Tour de Francia. "Surgió la oportunidad y la aproveché", sintetizó.
En solo trece kilómetros acabó con su fama de reservado en la carretera y acompañante sin pedigrí. Hasta entonces, su imagen era la del eterno secundario destacado, el que guardaba las espaldas de Olano, Beloki, Tyler Hamilton o Ivan Basso, pero nunca podría aspirar a la grandeza. Dinamitó los análisis de los expertos que le auguraban alguna victoria etapa o quizás una Vuelta a España (fue segundo en 2005 y 2007) pero nunca un Tour.
Sin embargo, Sastre siempre demostró independencia y una conducta perseverante en sus decisiones, equivocadas o no. Así, dejó su Leganés natal al finalizar el instituto y se trasladó a tierras abulenses para dedicarse al ciclismo. Retornaba al lugar de sus primeros pedaleos, a la escuela que su padre había creado en El Barraco Ángel Arroyo, ganador de la Vuelta en 1982. Destacó en los juveniles del Banesto, pero cuando llegó el día de pasar a profesionales fichó por su entonces enconado rival, la ONCE.
"Manolo Saiz ha sido una persona que me enseñó a ver mis límites, a saber lo que era el trabajo duro del ciclismo. Fue la persona que mejores cosas sacó de mí ", recordó este jueves en la rueda de prensa en la que anunció su despedida, sobria y cercana como él.
Durante cuatro años Carlos Sastre aprendió a ser gregario, "lo que era sacrificarse por un equipo", a escoltar a Beloki en su desafío a Lance Armstrong. En invierno rodaba por las carreteras de la meseta central entrenando con José María Jiménez. Aquellas jornadas escuchaba los éxitos nocturnos y profesionales de su cuñado para después percibir en cada parada de la extraña pareja el cariño de los aficionados por el impredecible 'Chava'. Puede que entonces despertara su ambición y la creencia en que podía ser un líder en el asfalto como lo era fuera de él. Es posible que soñara compartir la misma adoración y reconocimiento en las horas sobre el sillín en el que trataba de inspirar a Jiménez para que venciera su pereza.
En su paso al CSC deseaba nuevos galones, pero fueron malos tiempos con la muerte del 'Chava'. También debió esperar al declive de su amigo Tyler Hamilton y a la sanción de Basso por dopaje para encontrar un hueco que no fuera secundario. Aquel verano de 2008 lo encontró en las primeras curvas de Alpe d'Huez. Con 33 años desafío a los aspirantes en ausencia de Alberto Contador, mientras los hermanos Schleck vigilaban el grupo de favoritos para que su compañero ganara la etapa y consiguiera una ventaja que le permitió ganar el Tour. Entonces alcanzó la gloria y el reconocimiento.
"Finalmente conseguí que trabajaran para mí", señala ahora antes de añadir: "Junto a los cuatro años de la ONCE fueron los mejores de mi carrera".
Consejero de Cobo
Sin embargo, tocar la grandeza supuso un cambio radical en su vida. Como Prometeo al robar el fuego a los dioses fue castigado por quienes poseían una silla en el Olimpo. Se desterró voluntariamente al Cervélo después de siete años en CSC porque le ofrecían respaldo deportivo y un puesto cuando se retirara. Comenzó ilusionado el proyecto pero pocos meses después se crispó su visión con múltiples reuniones y decisiones extradeportivas que le apartaban de la bicicleta. Para cuando llegó el Tour de Francia la presión estalló. Durante la jornada de descanso arremetió contra su papel secuneo Oscar Wilde, sino de un campeón apartado y enfadado como el mundo. El icono del Carlos Sastre solidario se destiñó a pesar de sus rectificaciones posteriores.
Desde entonces la carrera de Sastre nunca repitió éxitos. Guardó el segundo puesto del Giro de Italia en 2009 (después de las descalificaciones por positivo de Danilo di Luca y Franco Pellizotti) y cambió al Geox de Matxín. En sus últimos días fue consejero de Juanjo Cobo en su triunfo en la Vuelta a España 2011.
Trató de enseñarle su estilo de vida. "Lo que siempre he intentado es saber cuáles eran mis virtudes y limitaciones y saberlas explotar al máximo. Me llevo todas y cada una de las experiencias vividas, porque para mí este deporte será siempre un medio de vida y me ha ayudado a superar muchas cosas de mi vida personal", resumió en su despedida. Ya había sellado su recuerdo en las 21 curvas de Alpe D'Huez. Aquel día en la carretera cambió los prejuicios, su reputación y su biografía, porque pensó como en la letra de Bowie: "Podemos derrotarles, para siempre jamás".