El Madrid cumple la misión de Zagreb
Los 'rojos' pudieron arrasar al Dinamo pero mostraron cierto desequilibrio y descontrol en el centro del campo
Actualizado: GuardarEra solo la primera parada del tren con destino Múnich pero la locomotora del Real Madrid debe de mejorar su rendimiento para alcanzar la meta. Salió bien encarrilada de Zagreb pero mostró altibajos y desajustes inquietantes. Se desplaza con tanta rapidez que por momentos se descontrola. Ya le ocurrió en el reciente duelo contra el Getafe y puede convertirse en un problema muy serio con adversarios de enjundia enfrente. Ante el campeón croata se volvió a ver que a los de 'Mou' les falta pausa en el centro del campo.
Quizá sea el ansia de irse hacia adelante, de golpear al rival hasta noquearle y de destronar al Barça, pero también la cuestionable presencia de Coentrao como centrocampista. El portugués roba balones, es veloz y muy profundo. Es versátil pero desorganiza la zona de creación. Es un lugar para tocar, parar y templar, no dibujar un correcalles. En muchas fases, Xabi Alonso se queda muy solo a la hora de marcar los tiempos en un equipo que ataca en manada.
'Mou', sancionado, vio el partido desde la grada con una gorra. Ordenó a Karanka repetir el mismo equipo que avasalló al Zaragoza y ganó el derbi a los azulones. No le gustó el último partido pero les dio a todos un voto de confianza muy merecido. Ni Albiol permitió el descanso de Pepe o Carvalho, ni Khedira el sosiego de Coentrao. Y el Madrid salió a toda mecha. Elaboró poco, jugó con precipitación y con cierto desequilibrio, pero cosechó buenas ocasiones ya en la primera parte. Si no marcó pronto fue porque Kelava, el portero croata, estuvo soberbio.
Kelava, héroe croata
Xabi Alonso lanzó uno de esos estupendos pases cruzados, a la espalda de la defensa, que dejaron en situación inmejorable a Cristiano, muy individualista toda la noche. Benzema fabricó una excelente internada por la derecha, pero tanto Di María como Özil se toparon con el portero. Antes, un tiro del delantero francés golpeó en el larguero cuando ya se cantaba el primero.
Los animosos croatas aguantaban con sufrimiento, apoyados por un público entregado. Esperaban sorprender en alguno de esos desajustes de los 'rojos'. Tuvieron solo una antes del descanso pero muy clara. El pase de Leko dejó a Rukavina ante Casillas, ya que Pepe le perdió de vista porque le ganó la espalda. Menos mal que Iker supo aguantar ante el joven delantero, uno de las promesas más notables del fútbol croata.
El Madrid fue más sólido en la reanudación. Al fin corrió más el balón que los jugadores. Con más toque, más combinación y menos descontrol, más posibilidades de someter a los balcánicos y, sobre todo, de evitar sustos defensivos. Al fin llegó el gol, fruto de una acción de tiralíneas definida por Di María. Le asistió Marcelo desde la posición de teórico delantero centro. Fútbol total el que propone Mourinho. El Dinamo no se rendía y, a veces, se excedía.
Leko debió ser expulsado en la primera parte por una entrada alevosa, y por detrás, a Coentrao, y también en la segunda por una plancha Cristiano. Pero solo vio una amarilla.
Salvo distracciones o excesos de confianza más típicos en el Barça, la victoria ya estaba garantizada. Ocurrió que el colegiado noruego, muy casero, sí expulsó a Marcelo por considerar que se tiró en el área. El brasileño erró pero volvemos a lo de siempre.
El que puede lesionar a un compañero sigue en el campo. Quien vea fantasmas podrá concluir que la UEFA pasa factura a Mourinho. Con uno menos, Karanka echó el cerrojo con Lass y Arbeloa. El exiguo 0-1 ya era un tesoro. 38 años después, el Madrid marcaba y ganaba de 'rojo Liverpool'.