El Bayern no tiene piedad
Los de Garrido notaron la ausencia de Borja Valero en la creación y no fueron capaces de trenzar jugadas claras
Actualizado: GuardarNo pudo empezar con buen pie el Villarreal su nueva andadura europea. Una derrota en la primera jornada de la 'Champions' ante el rival, a priori, más fuerte. El Bayern de Múnich fue netamente superior. Los de La Plana no supieron en ningún momento organizar su juego con eficacia y comprobaron que el 'grupo de la muerte' es más real de lo que pensaban.
Desde el inicio se atisbaba que los germanos no iban a poner las cosas fáciles. Con su primer control Ribery ya marcó el camino de la victoria. Galopó como lo hacía antaño por la banda izquierda, dejó a la defensa 'amarilla' descompuesta y dejó en bandeja de plata el gol a Kroos. Un tanto que supuso, aunque suene a tópico, un jarro de agua fría para la parroquia levantina. Algo que no sentó bien a pesar de la calurosa noche en el graderío de El Madrigal.
El Bayern demostró a raíz del tanto que es favorito para esta 'Champions'. Sin Robben, por lesión, antepuso la lógica de todo equipo alemán: infranqueables atrás y veloces en el contragolpe. Con esta estrategia los de Jupp Heynckes sumaban en su balanza ocasiones, pero nada definitorias. El Villarreal no se encontraba.
Dejó a la magia de Rossi y a la solvencia de Nilmar la resolución del encuentro. Demasiada fe en dos delanteros a los que no les llegaba balones. Senna y De Guzmán estaban más incrustados en la defensa y Bruno no encontraba su sitio.
Quizá fuera por la ausencia de Borja Valero, Garrido no supo bien qué hacer para arreglar la situación. Solo Diego López pareció darse cuenta que aquello era un partido de Liga de Campeones, no de pretemporada. Hasta en cinco ocasiones claras salvó el cancerbero español a los suyos de recibir otro tanto en la segunda parte. Ni la entrada de Camuñas, ni la de Marco Ruben dieron más versatilidad al equipo. Todo era impotencia en las filas villarrealenses. Desde un portero que veía como tarde o temprano llegaría la puntilla, hasta una delantera que tenía oportunidades con cuentagotas.
Nadie sabía muy bien qué hacer. Por ello, como el 0-1 se antojaba corto, Rafinha hizo la jugada de su vida. Se marchó, como hiciera Ribery en la primera mitad, de todos y esta vez ni tan siquiera el portero local pudo hacer otro milagro. Tuvo que ir a recoger de entre las redes el balón tras un potente tiro desde fuera del lateral brasileño.
Con el 0-2 todo se acabó. El Villarreal pasó de la impotencia a la desesperación. Y de ahí a la asimilación. Ni tan siquiera intentó el gol del honor en los últimos minutos. El empate entre City y Nápoles fue la única buena noticia en la noche europea. Porque el Bayern bajó la ilusión de los españoles hasta el subsuelo.