Iniesta y Cesc reactivan a España
Firmaron una gran remontada después de que los chilenos bailasen a los campeones del mundo en el primer tiempo
Actualizado: GuardarEspaña mostró un doble rostro ante Chile. La cara de equipo desmotivado, timorato, lento y vulnerable que le caracterizó en otros amistosos de pésimo recuerdo, como los de Argentina, Portugal o Italia, y el semblante de selección ambiciosa, orgullosa, ganadora y sublime en el toque que le hizo campeona de Europa y del mundo. Imagen antagónica que le hizo rozar el ridículo en la primera parte, donde quedó a merced de los sudamericanos, y rubricar una remontada extraordinaria en la reanudación.
El triunfo llegó tras un penalti inexistente en los instantes finales, ya que Arbeloa se tiró a la piscina, pero era merecido. El error del árbitro suizo preludió una bronca final inadmisible, con una tangana todavía mayor que la del último Barça-Madrid de la Supercopa. Dejaron un ‘regalito’ a Iniesta, Arbeloa salió en defensa del manchego y se sucedieron los empujones y hasta puñetazos. Un final impropio de dos grandes selecciones y de un supuesto amistoso. Quizá nada hubiera ocurrido si los de Del Bosque hubieran hecho los deberes a tiempo e Iniesta jugado de titular.
Cuestionable la apuesta inicial de Del Bosque. Sabido es que España está muy justita de defensas, y más sin Puyol y sin Piqué, pero es raro que el navarro Javi Martínez jugase en el eje de la zaga, aunque le sobren condiciones para cumplir en cualquier posición. En un club es más normal probar sin especialistas en caso de necesidad, tal y como hace Guardiola con Mascherano o Busquets al incrustarlos como centrales, pero es más extraño en un combinado nacional, la selección de los mejores en cada puesto. Y más si se convoca a Botía y Domínguez, campeones de Europa sub-21.
Para ver bien a los nuevos, para comprobar si tienen capacidad y desparpajo o si les intimida jugar con tanta estrella junta y les tiemblan las piernas, lo más lógico es alinearlos desde el principio. Hubo muchos más problemas atrás, derivados de los despistes tácticos de Sergio Ramos, la falta de chispa de Albiol, infrautilizado por Mourinho y titular esta vez con ‘La Roja’, y la poca contundencia de Arbeloa en el lateral zurdo. Pero don Vicente sabe más que nadie y considera que la jerarquía es un mandamiento de todo buen vestuario. Un rango en el escalafón que Fernando Torres ha ido perdiendo por culpa de sus malas prestaciones en los últimos tiempos. La titularidad de Negredo en lugar del ‘Niño’ era algo más que un ensayo, pero el sevillista tampoco se ganó el puesto.
Desde el arranque se comprobó que los chilenos se lo tomaron más en serio. Con más rapidez, orden, líneas juntas y ganas de crecer. Un amistoso al uso en el que el teóricamente más débil quiere lucir ante un campeón del mundo distraído. Los de Borghi, valientes y agresivos, actuaban como un bloque sin fisuras y los españoles como un conjunto de individualidades más bien desperdigadas. Un eslalon de Alexis Sánchez ya anticipó lo que se venía encima. Casillas, en una salida con los pies tan práctica como heterodoxa, supo enseguida que no tendrá una noche tranquila.
Siempre partida y sin gobierno en el centro del campo porque Xabi Alonso y Busquets estaban demasiado juntos y Xavi aparecía más bien poco, la selección quedó a merced de los sudamericanos. Pronto, a los diez minutos, Isla marcó el gol de su vida. Se benefició de un gran cambio de juego de Jara y la clavó en la escuadra. Diez minutos después, Vargas se fue de todos, incluido Casillas, tras una gran pared con Alexis, y marcó a placer. De nuevo, el entramado defensivo se desnudaba. Este delantero chileno, diestro rápido y buen rematador, jugó por la baja de Suazo pero es una de las grandes revelaciones en su país.
España tuvo sus opciones, casi siempre cuando Silva entró en contacto con el balón, pero la sensación de peligro en las contras del rival era constante. En una de ellas, el dinámico Beausejour, se coló por la izquierda con más facilidad en el Birmingham y no marcó porque Iker sacó una mano providencial. Con un equipo plagado de astros como el español, cabía esperar una reacción en la segunda mitad. Pero tenía que ser fulminante.
Socios y genios
Con las incorporaciones de Iniesta y Pedro, era obligado que España se asociara mejor, tuviera más el balón, su arma letal, diera amplitud al campo y fuera más reconocible ante un rival que cedió terreno. Las sensaciones mejoraban. La selección se parecía más al Barça y los chilenos sufrían cada vez más. El manchego, soberbio en el axioma futbolero del toco y me muevo, acortó distancias en un disparo lejano y afortunado, ya que rozó al menos en un defensor. Silva, notable toda la noche, rozó el empate.
Entraron Torres y Cesc para dar más versatilidad y rapidez al equipo, pero el de Fuenlabrada erró un gol cantado nada más entrar, precisamente tras un gran pase de Fábregas. Estaba solo pero golpeó penosamente con la zurda. El ex del Arsenal, en cambio, está pletórico. Casi todo lo que toca lo convierte en oro. Definió con la punterita un pase soberbio de Iniesta, firmó el empate y poco después estuvo a punto de certificar en un golpe franco. Pese al gol del triunfo, obra de Fábregas en el rechace de un penalti que el catalán falló, sobró el tramo final. No había lugar para la terrible entrada de Carmona que le costó la roja directa, el ‘teatro’ de Arbeloa, el regalo del colegiado y la tangana final barriobajera. Definitivamente, ante España no hay amistosos que valgan.