El entrenador del Arsenal, Arsene Wenger, durante el partido contra el Manchester United. / Efe
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La burbuja del Arsenal

El club londinense paga en el campo el cambio de estadio y vive momentos de zozobra tras la marcha de Cesc

MADRID Actualizado: Guardar
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El Arsenal ya no puede hacerle frente en el campo al Manchester United, al City o al Chelsea. Al revés, los grandes de la Premier le golean sin piedad, así que su última victoria la ha tenido que conseguir frente a un rival muy débil, una pequeña sombrerería sevillana llamada Arsenale con la que el club había pleiteado por la coincidencia de ambos nombres. La Oficina de Marcas y Patentes le da la razón al club londinense por estimar que la denominación de la tienda conlleva "riesgo de confusión". Triunfo pírrico para un equipo que aspiraba hace muy poco a reinar en la Liga inglesa y en Europa.

En los últimos años, al Arsenal le ha ocurrido lo que a tantas familias españolas, y también británicas. En tiempos de bonanza, con dos Premier ganadas y una final de Champions en la última década, el equipo decidió que era hora de prosperar y se compró un chalé, el Emirates Stadium, orillando su vieja pero querida casita, Higbury; los propietarios (los socios) se sentían muy felices con su nuevo salón (sus butacas) y el espectáculo continuaba valiendo la pena. El club no podía fichar grandes jugadores porque estaba hipotecado (y porque su método era comprar promesas para que maduraran en un ecosistema propio), pero pese a las penurias, los niños de la casa no dejaban de dar alegrías. Los títulos caían a cuentagotas, aunque los aficionados todavía podían presumir de lo bien que jugaban sus chicos. El entrenador era venerado como un dios pagano ("In Arsène we trust", proclamaban); un profeta que estaba construyendo un maravilloso equipo de futuro con el que volver a conquistar la 'Premier' en el medio plazo.

Pero estalló la burbuja del fútbol en el Emirates y el Arsenal se dio cuenta de que había crecido sobre cimientos poco sólidos. Los estudiantes más aplicados (Cesc, Nasry, Clichy) emigraron tras comprobar que en casa no iban a tener la oportunidad de ganar títulos. Y su última derrota 8-2 frente al United ha dado la razón a los agoreros y ha disparado la prima de riesgo del club. La posibilidad cierta de un rescate en forma de descenso de categoría ahoga a Wenger, que no ha tenido más remedio que comprar en el mercado a Arteta con la esperanza de que los lobos se tranquilicen. Pero la amenaza no va a cesar en toda la temporada porque la sombra del niño más querido, Cesc, es muy alargada.

Igual que los católicos tienen la Biblia y los musulmanes el Corán, los hinchas del Arsenal pueden leer un libro en busca de consuelo espiritual. Se llama 'Fiebre en las gradas' (imprescindible para cualquier futbolero) y su autor, Nick Hornby, intenta explicar todo lo que pudo llegar a sufrir durante los 18 años, entre 1971 y 1989, que su equipo del alma pasó sin ganar una liga. Para su desgracia, quizá Hornby tenga que ir preparando una segunda parte. Su Arsenal del alma tiene muy mala pinta.