TUVIERON doce hijos

Absuelta tras matar a su padre por violarla durante 20 años

Encargó el asesinato a dos pistoleros al enterarse de la intención del hombre de abusar de una de las hijas de ambos

RÍO DE JANEIRO Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Una mujer que confesó haber encargado la muerte de su padre, que la violaba desde que tenía nueve años y con el que tuvo doce hijos, ha sido absuelta de la acusación de homicidio por un tribunal del estado brasileño de Pernambuco debido a los atenuantes del crimen.

El jurado popular que juzgó a la dueña de casa Severina María da Silva, de 44 años, aceptó el argumento de la defensa de que no se podía esperar otra reacción de la acusada ante la situación de coacción moral y presión psicológica grave a la que era sometida por la víctima, según fuentes judiciales.

Da Silva ha confesado ante el tribunal que encomendó el asesinato de su progenitor a dos pistoleros, ya detenidos y condenados, tras enterarse de la intención de la víctima de violar igualmente a una de las hijas de ambos. Los primeros cuatro de los siete miembros del jurado que juzgaron el caso consideraron a la acusada inocente de la acusación de homicidio doblemente calificado, y el juez dio por terminada la votación, ya con una mayoría, antes de que los otros tres se pronunciaran.

Embarazada con 15 años

El crimen ocurrió en 2005 en Caruarú, una ciudad en el interior del estado de Pernambuco y a unos 136 kilómetros de Recife, la capital regional, donde el campesino Severino Pedro de Andrade vivía con su hija y sus doce hijos-nietos en un área rural. La acusada, que fue víctima de los abusos sexuales de su propio padre durante 20 años, llegó a quedar embarazada doce veces y tuvo doce hijos, el primero cuando tenía 15 años, pero solo cinco sobrevivieron.

Da Silva afirmó que pagó 800 reales (unos 500 dólares) para que dos hombres mataran a su progenitor tras percibir que estaba asediando sexualmente a una de sus hijas, de once años. El campesino fue asesinado a cuchilladas el 15 de noviembre de 2005 dentro de su propia residencia por dos hombres que fueron identificados por la policía, arrestados y condenados a 17 años de prisión.

Una de las hermanas del labriego asesinado, convocada como testigo de la defensa, admitió que sabía de los abusos pero que no los denunciaba por temor a una represalia. Da Silva llegó a permanecer un año presa en una colonia penal de Pernambuco pero se benefició de un recurso judicial que le permitió esperar su juicio en libertad. Tras ser absuelta, la acusada fue abrazada por cuatro de sus hijos que la acompañaron en el tribunal.