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Rossi da una lección de 'Champions'

El Villarreal se convierte en el cuarto español en la fase de grupos tras una remontada épica

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Tensión, goles, tarjetas, expulsados y la recompensa de la clasificación. El encuentro del Villarreal ante el Odense en El Madrigal fue una montaña rusa de emociones. Empezó jugando con apatía, con desidia de marcar goles. Después dio paso a un recital de Rossi y a una lección sobre qué es ser un delantero centro. Y acabó ganándose la clasificación para la fase de grupos de la Liga de Campeones con la tensión del juego y una lucha que desembocó en dos expulsiones.

Si hubiera que encontrar el término que mejor definiera la primera parte del Villarreal sería desidia. El equipo amarillo salió al campo con pocas energías, como si fuera un torneo de verano. Con pocas ocasiones de interés y mucha posesión de balón por parte local, el entramado defensivo danés era perfecto. Quizá la culpa de esta falta de ambición fue la estrategia del Villarreal. Senna se colocó como quinto hombre en la defensa, con lo que Borja Valero estaba solo en el centro del campo y Bruno no sabía de qué iba la historia.

Las acometidas villarrealenses fueron más con el corazón que con la cabeza. Solo la calidad individual de hombres como Rossi y Valero daban algo de vitalidad a un duelo más propio de Regional que de 'Champions'. Pero cuando aparecían los destellos de calidad españoles, también resurgía la figura de Wessels. El portero alemán, de 32 años, salvó a los suyos en la ocasión más clara. Sacó una mano de donde nadie esperaba para sacar una pelota picada por Rossi en el área pequeña. El árbitro pasó de estar cerca de pitar el gol del italoamericano, a señalar el descanso.

Para la depresión de la primera mitad por ver la eliminación cada vez más cerca, los de la Plana tomaron el mejor Prozac que hay en el mundo del fútbol: el gol. Un 'medicamento' que tuvo a Rossi como nombre de marca registrada. Un cuarto de hora tardó el delantero en darle la vuelta a la eliminatoria. Primero, a los cinco minutos, remató a placer un pase de Nilmar, que hasta entonces nadie se había dado cuenta que estaba jugando. Después hizo lo que mejor sabe. Convirtió un buen pase de Cani desde la derecha en una lección de cómo rematar un balón. Todo era un torbellino de sensaciones contradictorias. Todo era negro tan solo tres cuartos de hora antes, y quince minutos después fue todo blanco, como el fondo del emblema de la 'Champions'.

Con el segundo tanto en el marcador solo había que dejar pasar el tiempo. Un periodo que iba más rápido gracias a la expulsión de Kadrii, quien en un ataque de locura se ganó a pulso su segunda tarjeta amarilla. Pero para enajenación transitoria, la de Borja Valero. Agredió a un rival, cuando mejor lo tenían los suyos para no complicarse la vida. Otro expulsado y tocaba sufrir. Pero entonces apareció el eterno Marchena para marcar el tercero. Eso sí, con ayuda de Wessels, quien pasó de héroe en el primer tiempo a malvado en el segundo. Al menos para sus compañeros, porque los españoles bien harían en ponerle un monumento por la ayuda dada en la clasificación.

Un 3-0 final que convierte al Villarreal en el cuarto de la Liga que estará el jueves en el bombo con los más grandes. En las dos ocasiones anteriores el Arsenal privó al 'submarino amarillo' de hacer historia con letras mayúsculas. Ahora toca ver qué depara el destino. Pasos pequeños para una localidad que vuelve a poner su chincheta en el mapa europeo de la 'Champions'.