El campamento de los récords
El aeródromo de Cuatro Vientos acogió a un millón de peregrinos en un ambiente festivo
MADRID Actualizado: GuardarMiles de grupos de jóvenes, bandera en mano, no paraban de repetir los consabidos cánticos de rigor en favor del papa. Durante todo el día. Y muchos de ellos también durante la noche. Porque el ambiente fue extraordinario, alegre y casi de feria durante las 24 horas que duró la gran acampada en el aeródromo de Cuatro Vientos.
Un espacio atípico, impresionante, en el que se han superado todas las expectativas, empezando por la participación, con más de un millón de personas. Una marea humana que generó cifras mareantes sin causar ni un solo incidente de importancia. El 'megacampamento' fue un ejemplo de convivencia, tolerancia y respeto.
La culpa de tan encomiable comportamiento fue en gran parte de los 30.000 voluntarios que, ataviados con sus camisetas verdes, vigilaban cada detalle de la concentración. Eran los encargados de señalar a cada peregrino su lugar en Cuatro Vientos, de guiar a los vehículos, de impulsar el transporte de agua ante el sofocante calor o de atender a cientos de periodistas y reclamar la ayudad de alguno de los 400 sanitarios que atendieron a 2.753 personas, de las cuales 99 necesitaron ser hospitalizadas, sobre todo por golpes de calor. Porque las altas temperaturas llegaron a alcanzar los 40 grados, lo que provocó numerosos desmayos y mareos en las abarrotadas pistas sin sombra. Una inmensa explanada, del tamaño de 48 campos de fútbol a la que, sorprendentemente, no pudieron acceder varios miles de peregrinos por falta de espacio.
Coches de bomberos
Los coches de bomberos se convirtieron en imprescindibles para paliar esas altas temperaturas a manguerazo limpio. En Cuatro Vientos estuvieron desplegados ocho camiones que no dejaron de recibir peticiones de los jóvenes para ser refrescados. Y es que una de las principales quejas de los asistentes fue el problema para acceder al agua con rapidez. Un agua que cayó del cielo la noche del sábado de forma inesperada en forma de la fuerte tromba que propició las principales anécdotas de la JMJ.
Por ejemplo, que el propio Benedicto XVI tuviera que interrumpir su homilía, sorprendido por la tormenta, y fuera resguardado por hasta cinco paraguas manejados con gran rapidez por sus asistentes.
Que el fortísimo viento desprendiera parte de una carpa de prensa, hiriendo de forma leve a siete personas. Que el escenario, construido en tiempo récord por FCC y OHL, mostrara toda su robustez. O que el vendaval lanzara también por los aires gran parte de las 600.000 hostias con las que los peregrinos iban a comulgar durante la misa del domingo. Al menos, durante la noche pudieron saciar su ansia de oración y recogimiento en las 30 capillas instaladas para la vigilia que fueron visitadas por miles de devotos.
Como la noche fue larga era necesario saciar el estómago. Para ello los peregrinos disponían de 14 bares concurridísimos en los que, además de comida, podían refrescarse con una cerveza. Las guitarras y los bongos hicieron el resto.