Cuarto de siglo con los jóvenes
Benedicto XVI continúa los encuentros que nacieron de la mano de Juan Pablo II
MADRID Actualizado: GuardarEspaña se dispone a acoger esta semana la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un encuentro que sobrepasa fronteras y que año a año, y ya son 25 desde su primera edición, cobra más fuerza. Todo comenzó en 1983, cuando el entonces papa Juan Pablo II realizó un llamamiento a los jóvenes para mantener un encuentro en el que, entre otros objetivos, quería hacerles llegar el mensaje de la Iglesia con un lenguaje más cercano. Hoy, la cita mueve a millones de muchachos que viajan a lo largo del planeta para compartir experiencias en torno a su fe.
No pasaron muchos meses desde que Juan Pablo II sembrara la semilla de lo que serían los encuentros y Roma fue escenario del entonces llamado Jubileo Internacional de los Jóvenes. El embrión de la JMJ contó con la participación de unos 300.000 adolescentes.
El acontecimiento tuvo lugar entre el 11 y el 15 de abril de 1984.El papa les obsequió con una cruz de madera, que simboliza «el amor del señor Jesús por la humanidad y como anuncio de que solo en Cristo, muerto y resucitado, está la salvación y la redención».
Para Karol Wojtyla, pontífice que tuvo una especial atracción para los adolescentes, no fue suficiente y meses más tarde volvió a convocar a los jóvenes para que al año siguiente participaran durante el Domingo de Ramos en un encuentro en el Vaticano. Aquel 1985, Año Internacional de la Juventud, el papa publicó su 'Carta Apostólica a los Jóvenes', en la que les llamaba la «juventud de la Iglesia». El éxito de la cita en Roma, adonde acudieron muchachos de 70 nacionalidades, llevó a Juan Pablo II a institucionalizar la Jornada Mundial de la Juventud. Este acontecimiento tendría lugar de manera alternativa en el Vaticano y en un lugar del planeta a elegir.La primera JMJ como tal tuvo lugar el 23 de marzo de 1986 en Roma y desde ese momento Juan Pablo II recibió el apelativo de 'Papa de los Jóvenes'. A ella le siguió, el 13 de abril de 1987, Buenos Aires. El lleno de la cita fue absoluto y comenzó a formarse la estructura base de lo que será la organización de los encuentros, su contenido catecumenal y espiritual.
España fue por primera vez la sede de las jornadas en 1989. El lugar elegido fue Santiago de Compostela. Un especial recuerdo guardan los peregrinos que pudieron ver llegar a Juan Pablo II, vestido de peregrino, a la Catedral de la ciudad, y no menos emotiva fue la misa celebrada en el Monte do Gozo.
El papa polaco regresó en 1991 a su tierra natal, para presidir la JMJ en Czestochowa, ciudad que acoge a la virgen del mismo nombre, muy venerada en el país. Si significativo era la visita a Polonia, su país, no menos era el viaje del pontífice a un país del otro lado del llamado Telón de Acero, dos años después del derribo del Muro de Berlín. Wojtyla no dejó pasar la ocasión para reivindicar el reencuentro de la Europa dividida y la vuelta «a sus raíces cristianas».
Récord de participación
El siguiente lugar elegido para el encuentro fueron las Montañas Rocosas, en Denver (EE UU), en 1993, donde tuvo lugar el primer Viacrucis. En 1995, la JMJ viajó hasta Filipinas, donde las crónicas del momento apuntaron que el papa reunió a nada menos que cinco millones de personas en un multitudinario acto celebrado en Manila.
Con menos seguidores, aunque no pocos, 1,2 millones, la capital francesa acogió la cita en 1997. La novedad fue la celebración previa de un encuentro de los jóvenes de todo el mundo en las diócesis francesas como momento de fiesta, oración y conocimiento. Con motivo del Jubileo del año 2000, la Iglesia acordó aplazar tres años la convocatoria, que tuvo lugar del 15 al 20 de agosto en el Vaticano. Todas las previsiones se vieron desbordadas por la llegada de jóvenes peregrinos de 160 naciones. Tres millones de personas siguieron la llamada del papa. Juan Pablo II invitó a los jóvenes, «centinelas del mañana», a no resignarse ante la injusticia del mundo, y les llamó a defender la paz.
La JMJ regresó en 2002 al continente americano para celebrarse en Toronto (Canadá), en donde el papa viajó ya con la salud visiblemente deteriorada. Fue el último encuentro con 'sus jóvenes' fuera de Roma, dado que el 2 de abril de 2005, Juan Pablo II fallecía. Dos años antes, en 2003, Wojtyla entregó a los jóvenes una imagen de la Virgen para llevarla a todos los acontecimientos de la JMJ.
Pocos meses después de tomar posesión del trono de Pedro, Benedicto XVI presidió su primer encuentro con los jóvenes en Colonia, su Alemania natal. Pese a la omnipresencia de su predecesor, el nuevo pontífice supo conectar con la juventud. Ese año, fueron ya 197 los países representados.
Los responsables de las convocatorias eligieron la ciudad de Sídney, en Australia, en julio 2008. Allí fue cuando Joseph Ratzinger anunció, para regocijo de los poco españoles que peregrinaron -menos que en convocatorias anteriores debido a la distancia-, que la siguiente cita de la JMJ iba a tener lugar en España en 2011. «Ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid», dijo.