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Las terapias alternativas quieren su cuota del mercado turístico

Sus promotores definen el turismo holístico como "unas vacaciones y retiros personalizados diseñados para revitalizar tu cuerpo, despertar tus sentidos y energizar tu espíritu"

MADRID Actualizado: Guardar
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El psíquico ‘new age’ irlandés Zak Martin quiere ofrecer en España su nuevo negocio de 'turismo holístico'. Una experiencia en la que promueve como terapéuticas unas prácticas que la comunidad científica y médica rechazan por la falta de pruebas rigurosas que respalden su eficacia. También ofrece la organización de cursos de más de una docena estas pseudomedicinas.

Las terapias alternativas se llaman así por un motivo. Son la alternativa a la medicina basada en la ciencia, a las terapias que han duplicado la esperanza de vida media mundial en solo un siglo. La alternativa a lo que ha demostrado funcionar. Como opción presentan un concepto vacuo pero convincente: 'holístico'. Se refieren a que sus pócimas y remedios, sus ritos y conjuros, supuestamente se aplican a todo tu ser: a cuerpo y mente. Ellos mismos describen el turismo holístico como "unas vacaciones y retiros personalizados diseñados para revitalizar tu cuerpo, despertar tus sentidos y energizar tu espíritu".

La medicina tiene neurólogos, internistas, hematólogos, anestesistas, ginecólogos y varias decenas de especialidades más, cada una dedicada a conocer el funcionamiento, además de los problemas y sus soluciones, de una parte del complejo mecanismo de relojería que es el cuerpo humano. A los terapeutas holísticos les vale con tu ‘energía’, o con justificar que su solución es milenaria. Como si hace miles de años la gente viviera más, o mejor. Holístico es un buen término de marketing. No significa nada, pero da una respuesta fácil -y falsa- a un problema complejo.

Ninguna medicina alternativa ha demostrado nunca funcionar mejor que un placebo. Nunca han curado más gente que un falso remedio que haga creer al paciente que está siendo tratado. Si mostraran eficacia en experimentos rigurosos, como sí tienen que hacer los tratamientos de la medicina ‘normal’, dejarían de ser consideradas alternativas y pasarían a formar parte de la práctica médica convencional.

Las terapias holísticas no sólo son inútiles, también pueden ser peligrosas. Porque las promocionan como una opción tan válida como la medicina real o, directamente, como complementarias. En el mejor de los casos sus usuarios gastan tiempo y dinero en un remedio que no va a hacer que mejore su estado de salud. En el peor, sustituyen un tratamiento probado por una sentencia de muerte con buenas palabras y nula efectividad. “No hay que confundirse, la medicina científica tiene efectos secundarios que a veces pueden ser muy graves, pero si se emplea es porque el beneficio obtenido supera los riesgos” recalca el médico Julián Palacios, “si esto no ocurriera, da igual lo caro o nuevo que sea un tratamiento, dejará de usarse”. Es el caso, por ejemplo, del Avandia o el MitraClip. “Justo al contrario que las terapias alternativas, que no tienen ningún beneficio intrínseco pero sí pueden llevar al abandono o al retraso de un tratamiento eficaz”, afirma Palacios, “y aunque es más típico de los enfermos de cáncer, también hay gente que ha sufrido un ictus o un infarto por usar terapias alternativas ‘libres de riesgos’”.