Preguntas y respuestas sobre la crisis de deuda
España ha cruzado una línea roja al alcanzar su prima de riesgo por primera vez desde la creación del euro los 400 puntos básicos
BILBAO Actualizado: GuardarEspaña ha cruzado una línea roja. Su prima de riesgo ha alcanzado por primera vez desde la creación del euro los 400 puntos básicos. Además de una barrera psicológica, es un nivel insostenible que encarece y dificulta sobremanera la financiación del Estado y también de las empresas y bancos nacionales. Hasta el punto de que los analistas advierten de que, si no se relaja, este país podría verse obligado a seguir los pasos de Grecia, Irlanda y Portugal y pedir ayuda a la UE. Con el agravante de que, debido a su tamaño, no habría fondos suficientes para su rescate.
¿Que supone una prima de riesgo de 400 puntos?
La prima de riesgo mide la rentabilidad ‘extra’ que los inversores exigen al bono español a diez años frente al alemán, que se considera un activo refugio. Cuantas más dudas haya sobre la solvencia de un país y su capacidad para hacer frente a su deuda, más remuneración se le pide. Por eso el tipo de interés del bono español a diez años alcanzó ayer en el mercado secundario el 6,4% _–terminó en el 6,28%– frente al 2,4% del alemán. La diferencia son esos 400 puntos –387 al cierre– que paga de más España para financiarse, lo que le coloca en una situación insostenible.
¿Qué consecuencias tiene?
Habrá ocasión de comprobar su devastador efecto mañana mismo, cuando el Tesoro tiene previsto colocar entre los inversores 3.500 millones de euros en bonos a tres años. Aunque la prima de riesgo se fija en el mercado secundario, donde se negocia la deuda en circulación, arrastra al mercado primario, es decir, a las nuevas emisiones. Es por esta razón que el Estado acumula ya ocho subastas consecutivas en las que se ha visto obligado a subir la rentabilidad que ofrece para conseguir compradores. De esta forma engorda la partida dedicada a intereses, que ascienden a unos 22.000 millones de euros al año con un tipo medio en torno al 3,8%, lo que puede obligar a realizar nuevos ajustes presupuestarios para cuadrar las cuentas públicas y cumplir el objetivo del déficit. Y más recortes significa menos crecimiento, ya de por sí muy débil. Todo ello a pesar de que la deuda de España es baja en relación a otros países europeos; el 64% del PIB frente al 120% de Italia. Pero no sólo sufren las arcas públicas. Una prima de riesgo de ese calibre hace casi imposible que las empresas y bancos nacionales obtengan financiación en los mercados porque o se les piden intereses exorbitantes o directamente se les cierra el acceso. Decía recientemente el presidente del BBVA, Francisco González, que cada cien puntos que sube la prima de riesgo supone un coste extra de 12.400 millones e impide la creación de 160.000 empleos. Y en poco más de una semana el diferencial se ha elevado en 120 puntos.
¿Se ha llegado a un punto de no retorno? ¿Una prima de 400 puntos puede precipitar la intervención de España?
«Superar esa cota no significa más que acercarnos un paso más al abismo. El gran problema surgiría si permanecemos ahí un tiempo. Pero es igual de insostenible quedarnos estancados durante meses por encima de los 300 puntos», explica Santiago Carbó, catedrático de Economía y consultor de la Reserva Federal de EE UU. O sea, que el quid de la cuestión radica en cuánto tardamos en volver a los 200-250 puntos. En realidad, no hay un nivel que marque la necesidad de un país de ser rescatado. En su día el ex ministro de Finanzas de uno de los ‘caídos’, Portugal, colocó ese punto de no retorno en un tipo de interés del 7% para el bono a diez años, algo que se ha cumplido. Lo que está claro es que una prima de riesgo de 400 puntos dispara todas las alarmas. Por ejemplo, el descenso de Irlanda a los infiernos comenzó con los 450 puntos porque su banca empezó entonces a tener problemas para financiarse por las medidas que adoptó la cámara de compensación LCH Clearnet. Sin embargo, su rescate tuvo lugar en los 600 puntos y el de Portugal, cerca de los 500.
¿Es culpa de los especuladores?
Italia y España han sido los países más castigados en las últimas semanas por la incertidumbre que domina las mercados, ahora muy preocupados por los malos datos económicos de EE UU, que apuntan a una grave desaceleración e incluso a una recaída. El acoso a estos dos pesos pesados de la UE se explica por varios factores. En primer lugar, porque los inversores están huyendo como de la peste de los países que consideran más vulnerables. Ayer mismo señalaba Merrill Lynch que no iba a invertir ni un centavo en bonos españoles o italianos. Cuando desaparecen los inversores, el mercado queda en manos de los especuladores, que además aprovechan el bajo volumen de agosto sacar tajada con sus apuestas a la baja.
¿La solución?
Los analistas responden al unísono: que Europa saque la artillería pesada y el BCE se ponga a comprar bonos españoles e italianos a destajo. Aunque no hay mucha confianza en este organismo, que no ha intervenido desde marzo. Y es que, en gran medida, el acoso a España e Italia responde a las dudas sobre la capacidad de la Eurozona para salvarles. La UE está tardando mucho en llevar a la práctica el acuerdo que alcanzó el 21 de julio cuya efectividad se cuestiona. La situación requiere medidas inmediatas.