La congresista Gabrielle Giffords, tiroteada en Tucson, recibida entre aplausos en la Cámara de Representantes. / AP
EEUU, Al BORDE LA BANCARROTA

El Congreso da el visto bueno al plan para evitar la quiebra

WASHINGTON Actualizado: Guardar
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El primer paso ya está dado. La Cámara de Representantes de los Estados Unidos ha aprobado el acuerdo entre democratas y repúblicanos para aumentar el techo de la deuda. La bancada conservadora lo hizo dando un 'si' mayoritario mientras que la bancada liderada por la progresista Nancy Pelosi lo hizo con un empate entre detractores y partidarios a 95 votos.La propuesta, que aún debe ser ratificada por el Senado, incluye un plan de reducción del déficit de EEUU de al menos 2,1 billones de dólares en la próxima década, exclusivamente a través de recortes en el gasto público.

Líderes republicanos y demócratas se afanaban ayer en Washington en atraerse el apoyo de un buen número de legisladores escépticos mientras las dos cámaras del Congreso se encaminaban a una votación contrarreloj del histórico acuerdo sobre el techo de la deuda alcanzado la madrugada del lunes entre Obama y los conservadores. Aunque el margen para la sorpresa era mínimo, muy pocos expresaron su satisfacción a los términos del nuevo plan que permitirá el recorte de 2,1 billones de dólares (unos 1,47 billones de euros) en los próximos 10 años.

Los forcejeos de última hora eran una muestra más de la interminables desavenencias de una clase política que solo cuando el país se adentraba en el abismo de la quiebra ha sido capaz de cerrar filas en torno a una solución. «·Personas de la derecha, de la izquierda y del centro están disgustadas», resumió el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, una indicación de que en las horas críticas antes de la votación es imprescindible asegurar los apoyos, especialmente en la Cámara de Representantes.

El temor a que se produzca un debate más enconado en esta instancia legislativa cuando el tiempo que resta apenas da para apretar el botón de emisión de votos, ha propiciado un cambio en manera tradicional en la que tramita la votación las leyes en EE UU. Será el Senado quien vote primero en una sesión programada para la tarde noche del lunes seguido de la Cámara Baja en la mañana de hoy (martes). El acuerdo que salga de la impresora tendrá que volar luego hasta la Casa Blanca donde Obama debe estampar su firma para que se convierta en ley.

Tomando como referencia los borradores con que ambas formaciones políticas iniciaron las negociaciones el pasado enero, los republicanos han visto reconocidos más objetivos que los defendidos por el partido en la Casa Blanca. El tijeretazo en la cuentas públicas no es tan elevado como el perseguido por los sectores más conservadores pero es lo suficientemente importante como para que el Gobierno federal se vea forzado a introducir importantes recortes en el gasto social,el gran objetivo de la derecha. Tampoco habrá inmunidad para el intocable presupuesto militar, si bien el grueso de los descuentos en las primeras fases del plan saldrían del ahorro derivado de la retirada de tropas de Irak y Afganistán.

Elevar impuestos a los más ricos

Donde definitivamente se entregaron los demócratas fue en el asunto de elevar los impuestos a los más ricos y tasar los beneficios de las grandes corporaciones, una demanda que se decía necesaria para el equilibrio presupuestario defendido por Obama y que ha ido a parar a la papelera. El desencanto de Nancy Pelosi y un grupo de senadores liberales era tan palpable que no se descartaba que algunos votaran en contra del acuerdo propugnado por su propio partido.

Aún así los republicanos quería más recortes y un procedimiento más restrictivo que limitara la discrecionalidad del presidente en el manejo del gasto. En una muestra de la radicalización que vive la derecha estadounidense, la mayoría de los candidatos de este partido a las presidenciales de 2012 han expresado opiniones contrarias al techo de la deuda establecido. Mitt Romney, el exgobernador de Massachusetts que pasa por el más moderado de todos, se quejó de que la solución acordada «abre la puerta al incremento de impuestos en el futuro y pone sobre la mesa recortes en Defensa».