Los Cebada Gago dejan el primer herido por asta de toro

Como cada mañana, a las 8 en punto ha ascendido a los cielos el cohete anunciador del comienzo de la carrera. La manada irrumpió en el primer tramo, encabezada por dos toros negros que hicieron las delicias de corredores y espectadores en esta parte del recorrido, en la que últimamente, esta circunstancia no se venía produciendo, ya que eran los bueyes los que abrían paso a la torada.

De esta forma, han llegado a la plaza del Ayuntamiento, donde hemos podido volver a ver la actitud de los “malinformados” participantes, que han permanecido en el interior del recorrido como meros espectadores de primera fila y con ninguna intención de correr, con el riesgo que ello conlleva tanto para ellos como para el resto de corredores del Encierro.

En Mercaderes, el toro colorao ha resbalado y a partir de este punto ha realizado el resto del encierro en solitario. Momentos de máxima tensión, hasta que el morlaco ha decidido enfilar hacia Estafeta. En este punto, se ha visto incrementado el fenómeno del “espectador desde dentro del recorrido” a niveles nunca antes vistos. Como contrapunto, ha sido precisamente aquí, donde hemos podido disfrutar de algunas carreras magistrales por parte de corredores habituales que, encumbran a la máxima expresión, al Encierro de Pamplona.

A partir de la Bajada de Javier y también en el tramo de Telefónica, se han sucedido las caídas debido a la enorme lucha por estar lo más cerca posible de la cara de los toros. No ha sido sencillo mantenerse de pie y conseguir realizar una buena carrera salvo para unos pocos. La manada ha desembocado en el coso pamplonés fragmentada en tres grupos de dos toros, luego otros tres y por último el toro colorao que ha sido el protagonista de esta última parte del encierro, con la cogida del joven australiano.

Destacar la labor de los “Angeles de la guarda” del encierro que han sido hoy especialmente, los pastores y dobladores.