ANÁLISIS

Zapatero: testamento y rúbrica

El líder socialista afronta el último debate del estado de la nación como presidente del Gobierno

MADRID Actualizado: Guardar
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El guión del debate sobre el estado de la nación estaba escrito de antemano (y quizá por ello hubiera convenido considerar la posibilidad de no celebrarlo este año, para no ahuyentar todavía más de la política a una sociedad civil ahíta de politiquerías inanes e improductivas).Y, en efecto, Rodríguez Zapatero no ha dejado prácticamente margen alguno a la sorpresa: el presidente del gobierno, que ha iniciado su intervención con condolencias a las familias de las víctimas de Afganistán y con un repaso a nuestro papel en los diferentes escenarios internacionales, ha efectuado en primer lugar un dibujo de la coyuntura, un diagnóstico de situación según el cual, tras crecer a un 0,8% en el primer trimestre del año en curso, sigue una línea ascendente, con un 1,5% en el último del ejercicio. Ésta será la herencia simplificada que nos deja: estamos saliendo de la crisis, aunque con una lentitud todavía exasperante.

A continuación, Zapatero ha explicado la evolución de los factores macroeconómicos, el ímpetu del sector exterior, el mal comportamiento de la demanda interna, las expectativas de crecimiento lento, los volúmenes insostenibles del desempleo. Para pasar acto seguido a describir en tres capítulos la situación presente y las expectativas futuras; el estado de las reformas estructurales, la marcha del proceso de consolidación fiscal y el estado de la cohesión social.

Lógicamente, no ha habido prácticamente propuestas de futuro -Zapatero se va, la legislatura termina- sino apenas recapitulaciones de lo conseguido, descrito en términos probablemente objetivos pero controvertibles por la sencilla razón de que el paisaje en tiempos de crisis no puede dibujarse refundiendo colores sino haciendo hincapié en los elementos más descoloridos y dramáticos de la situación. Prácticamente, la única novedad ha sido el anuncio de la propuesta al consejo de política fiscal de una regla de gasto a las comunidades autónomas, así como el anuncio de la publicación de datos homogéneos cada tres meses. Todo ello contribuirá a apaciguar a los mercados.

El discurso de Zapatero, de claras resonancias testamentarias y en algún momento con indudable altura, ha pasado revista a la obra social de su gobierno -es difícil reivindicar la evidencia cuando hay cinco millones de parados que no pueden disfrutar de su derecho más elemental a integrarse en la sociedad- y ha concluido con una reflexión bien tramada sobre la envergadura de esta crisis, que representa un gran reto a la globalización y que ha podido ser percibida como un desapoderamiento de los gobiernos democráticos, a merced de los mercados y de la rudeza de las fuerzas económicas. “Esfuerzo colectivo y colaboración institucional” han sido conceptos invocados por Zapatero para luchar contra la desafección y responder a la gran demanda social de soluciones. Asimismo, Zapatero ha querido dejar constancia en este su noveno y último debate sobre el estado de la nación –el sexto como presidente del gobierno- su bagaje personal en el impulso de reformas democráticas para la consolidación de derechos cívicos y sociales y la eliminación de discriminaciones. Probablemente, ésta ha sido su principal característica y es probable que así se le reconozca el día de hacer recuento histórico del personaje.

Zapatero no ha hecho el menos gesto que permita imaginar por ahora unas elecciones anticipadas y ha dado por hecho el agotamiento de la legislatura: para el tiempo que resta, se ha fijado la culminación de una triple tarea: la tramitación parlamentaria de las leyes pendientes, que incluyen materias relativas a justicia, telecomunicaciones, transportes, energía, etc.; el desarrollo reglamentario de las normas ya aprobadas, y algunas iniciativas nuevas, como una regulación del silencio administrativo más favorable al ciudadano. En cualquier caso, lo que digan esta tarde las minorías nacionalistas será decisivo a este respecto: Duran i Lleida ya ha dicho esta mañana que CiU no apoyará los presupuestos de 2012; si el PNV dijera otro tanto esta tarde, la anticipación sería inevitable.

El 15M presente

El presidente ha dedicado algunos párrafos de su mensaje al 15M: sus manifestaciones –ha dicho- pertenecen a la fisiología y no a la patología de nuestro modelo de convivencia, que es el de una democracia perfectible, que debe recibir el aliento, la orientación las propuestas de los grupos organizados o inorgánicos que forman parte del cuerpo social. Tampoco ha callado los abusos cometidos.

Zapatero ha tenido al final de su intervención unas palabras emocionadas: de esperanza en el país, gratitud a sus conmilitones y de agradecimiento a todos los grupos. Probablemente este controvertido personaje, en muchas ocasiones a contracorriente de las tendencias predominantes en el contexto ideológico global, capaz de sacrificar su posición súbitamente para evitar al país un sacrificio todavía mayor a manos de los mercados, se irá de la política con una biografía inconcreta que irá cristalizando con el tiempo, como les ha sucedido a otros presidentes del gobierno como Adolfo Suárez. Hoy, a causa de la gran tormenta que aún nos cimbrea, es difícil deslindar sus grandezas de sus miserias, sus aciertos de sus errores. En todo caso, la política es sólo futuro, y Zapatero se convertirá en pasado dentro de poco.