
Los gritos del arte
Los artistas, como Munch, han recogido el dolor, la alegría, la emoción o la pena que el ser humano expresa a través de los chillidos
MADRID Actualizado: GuardarGritar. Éste parece ser el verbo de moda en estos tiempos en los que los países árabes se rebelan pidiendo democracias y el movimiento 15M prosigue en su empeño de conseguir un mundo mejor mientras el escritor Stéphane Hessel llama al compromiso tras lograr que millones de personas acabasen indignadas. Grita Luis Fonsi en su último disco, las fans de Joe Jonas, que ahora se ha separado de sus 'brothers', los espectadores de 'Insidious' y el color limón en las uñas. Pero será el Musac (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León) quien alce su voz con más arte en la muestra colectiva que inauguró el sábado. Bajo el título de 'El grito', las comisarias María Inés Rodríguez y Sofía Hernández Chong Cuy han reunido obras de 17 artistas con el fin de explorar la presencia de este gesto primigenio en el arte contemporáneo. Como ahora, fue la crisis de la conciencia moderna quien movió a Edvard Munch a pintar en 1893 aquel grito, en el que también volcó en su cuadro su naturaleza depresiva y la atmósfera pesimista de la época de final de siglo.
Por ello, como explica Rodríguez, la vocación de la exposición del Musac es "mostrar al público cómo están asumiendo los artistas esa actitud de enfrentarse a lo real y cómo lo están expresando".
De ahí la distribución en tres ejes dirigidos por las diferentes formas de gritar: la expresión íntima y muy privada de un dolor, la expresión pública que convoca, denuncia o pide un cambio, y el grito que surge como expresión de un gozo.
Así, a través de 28 obras de diferentes disciplinas como pinturas, instalaciones, performances o vídeos, se pretende investigar, a nivel político, el significado del grito en su asociación a las historias de independencias, tanto de periodos coloniales como contemporáneos, y de lucha social en general.
También, en el terreno de lo privado, se referirá al grito que solicita auxilio o congregación, que exhibe temor o placer. Pues si bien puede ser una expresión individual de angustia, ira o erotismo, también es el conocido llanto que declama, anuncia y congrega a una comunidad.
En la intimidad
Decía el poeta Gabriel Celaya: "Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. No hagamos poesía como quien se va al quinto cielo o como quien posa para la posteridad. La poesía no es (no puede ser) intemporal o, como suele decirse un poco alegremente, eterna. Hay que apostar al ahora o nunca". Sirvan esas palabras para entender que el grito en el arte expresa, más allá del pensamiento, una actitud ante la vida.
Quizás sea una pieza de Teresa Margolles la que mejor refleje esa actitud de la que hablamos. Creada exclusivamente para la muestra, la mexicana viajó al norte de su país, donde está enquistado un enorme conflicto con el narcotráfico, para convocar a jóvenes de escuelas de bachillerato a los que preguntaba "¿por qué gritaban?". Un modo natural de abrirles los ojos ante una realidad que cada día acaba con la vida de mucha gente de su edad. Tras ello, grabó la pieza de un minuto que se exhibe en el Musac y que muestra a una clase gritando y enmudeciendo para dejarnos con el silencio antes de que el vídeo termine. Un gesto "muy evocador sobre la incapacidad del individuo frente a situaciones totalmente desmesuradas y difíciles de manejar", afirma Rodríguez.
En su trayectoria, Margolles trabaja con los rastros de vida que quedan en sudarios, entierros o en la memoria, así como con la manera en que un acto violento destruye y afecta redes humanas en varios niveles. De este modo y a través del vídeo, la fotografía y las instalaciones, la artista pretende hacer visible la complejidad de las relaciones que se tejen en las megalópolis contemporáneas.
Sobre esos restos de vida cabe destacar otra de sus obras, 'Recados póstumos', en las que el espectador podrá ver fotografías de unas antiguas salas de cine en las que, antes de ser demolidas, la artista colocó a modo de anuncios el último grito escrito en notas de suicidio que recopiló durante una de esas oleadas que aún hoy persisten en la mejicana Guadalajara.
Por otra parte, 'Don't tell it on the Mountain', de Hernan Bas, se centra en ese otro grito íntimo que revela bien una preocupación o un dolor profundo. "En general, la pintura de este artista de Miami está muy relacionada con el expresionismo. Se muestra un poco esa angustia del individuo en la sociedad, de ahí que sus personajes se sitúen en unos paisajes complejos en los que el individuo se expresa", explica la comisaria. Una desazón que también sentiremos con el vídeo que abre la muestra, 'Sirens of Chrome', del danés Jesper Just.
Sobre una suerte de valla publicitaria, creada gracias a la museografía del artista canadiense Terence Gower, se proyecta esta enigmática pieza que no se decanta por ninguno de los tres ejes, "para que el visitante entre en la exposición y construya su propio relato", indica la comisaria de esta muestra.