Unidas por el respeto a la naturaleza
La travesía une a un familiar de Martínez de Compañón y a la hija del expresidente de Greenpeace en España
CHICLAYO (PERÚ) Actualizado: GuardarUna es nacida en San Sebastián y residente en Madrid; la otra es estadounidense. El océano Atlántico les separa. Nada les une. Aparentemente. La expedición al Perú de la Ruta Quetzal ha juntado a una aventurera con sangre Martínez de Compañón y a la hija, Koro, del que fuera presidente de Greenpeace en España, el donostiarra Juan López de Uralde. El destino ha querido que ambas hayan quedado encuadradas en uno de los grupos en los que se dividen los más de 220 expedicionarios que recorren el Perú.
Sofia Amaia Martin, de 17 años, confiesa que la posibilidad de recorrer los pasos de sus antepasados en el país andino es un "sueño" hecho realidad. Ni sabe las veces que ha escuchado que un familiar lejano, Baltasar Jaime Martínez de Compañón, a finales del siglo XVIII y como obispo de Trujillo, desarrolló un amplio trabajo de recogida de curiosidades y antigüedades del norte del país. El legado dejado en materia geográfica, física, flora y humana del Perú es todavía hoy un tesoro para este país. Así que cuando, por medio de una amiga, supo que la Ruta Quetzal de este año iba a seguir la huella de sus antepasados no se lo pensó dos veces. Una representación de Martínez de Compañón hecha en cerámica le abrió las puertas de esta expedición. Y aquí se encontró con Koro López de Uralde, de 15 años. Un trabajo artístico sobre las selvas del río Marañón le ha permitido conocer este país. Los “libros de pájaros” que tiene su padre le sirvieron de ayuda. Ahora cuenta las horas para poder tocar y ver las aguas del Marañón. “Quiero ver si es realmente como lo he imaginado”, reflexiona.
No fue difícil para ellas encontrar un tema de conversación, en sus primeros días en la Ruta. Ambas confiesan sentir un respeto “casi enfermizo por la naturaleza”, dice López de Uralde. Lo llevan en la sangre. Da gusto escucharles. Para ellas, y para otros muchos expedicionarios, la posibilidad de acampar en espacios abiertos es un regalo caído del cielo. “Dormir con el sonido de las olas de fondo no tiene precio”, dice López de Uralde. Ambas confiesan que se sienten unas privilegiadas. Y lo que les queda. Quizás haya comenzado el inicio de una larga amistad.
Porque Amaia Martin tiene la intención de estudiar en Pamplona, una ciudad que conoce de un viaje con su familia que le llevó también a Bilbao y San Sebastián, “dos preciosas ciudades a las que estaría encantada de poder volver”. Esta estadounidense del Pazo de Texas quiere estudiar ç
“Ingeniería Civil”. López de Uralde todavía tiene lejos eso de elegir una carrera pero no descarta la opción de Pamplona. “Probablemente estemos labrando el inicio de una amistad para toda la vida. Es lo mejor de esta experiencia”, dice esta donostiarra que estudia en colegio Paraíso Sagrados Corazones de Madrid. Amaia Martin asiente. Ella también siente que está viviendo un momento único. “Todo es positivo en la Ruta. Estamos conociendo a personas maravillosas y paisajes espectaculares. No me extraña nada que mi antepasado decidiera quedarse en este país. Su gente es cariñosa y siempre está dispuesta a echarte una mano”, dice Amaia Martin.
La Ruta entra en la selva
La expedición de la Ruta Quetzal se aproxima mañana a la zona de la selva amazónica. A los jóvenes les esperan nueve horas de autobús hasta la zona cercana a Tingo para desplazarse después a la fortificación de Kuelap. El presidente saliente del Perú, Alan García, celebrará por este motivo su última reunión del Consejo de Ministros en el que dicen es uno de los enclaves más espectaculares del país andino.