Campeón... tras perder a penaltis
El técnico del Sevilla entregó la Iraurgi Cup alevín al Espanyol, porque «era lo más justo siendo ellos un año más jóvenes»
SAN SEBASTIÁN Actualizado: GuardarEl fútbol es un deporte en el que lo extradeportivo copa más portadas de lo que nos gustaría. La exigencia, cada vez mayor, y la inapreciable distancia entre el éxito y el fracaso condena al deporte rey a vivir numerosas situaciones incómodas. Hay que bucear en las categorías de iniciación para rescatar entre los niños sus verdaderos valores, aquéllos que han extendido la fiebre por el balonpié por los cinco continentes.
Uno de esos detalles de pureza se vivió el domingo durante la final de la Iraurgi Cup, un torneo que reunió en Azpeitia y Azkoitia a los alevines de los clubes más destacados de la liga como Barcelona, Valencia, Sevilla, Espanyol, Athletic, Real, Osasuna y Racing, entre otros.
Después de dos jornadas espectáculares de buen fútbol y mejor ambiente, Sevilla y Espanyol se disputaron el título. Los periquitos, junto con el Valencia, eran un año más jóvenes que el resto de participantes, al estar su primer equipo en otro campeonato. Pero hicieron un gran torneo y, después de superar a la Real por un ajustado 1-0, se plantaron en la final. Sorprendieron a todos incluso al adelantarse por 2-0 al Sevilla, pero los hispalenses remontaron el 2-4.
En un arranque de orgullo, los blanquiazules empataron sobre la bocina con dos goles. En los penaltis, los andaluces estuvieron más acertados y los catalanes eran un mar de lágrimas. No contaban con el gesto del entrenador del Sevilla, Ernesto Chao, que tras consultar con sus jugadores, decidió dar el trofeo y las medallas de campeones a los jugadores del Espanyol, ante la incredulidad de los presentes.
Su razonamiento fue muy sencillo. «Han sido el mejor equipo del campeonato. Han jugado muy bien, siempre al ataque, con descaro y, todo ello, con un año menos. El hecho de haber empatado una final ante un equipo de más edad ya les hacía campeones, por lo que hablé con el técnico del Espanyol para no lanzar los penaltis. Pero había tanta gente en el campo que había que resolver el torneo de alguna manera. En ese momento, ya le dije que si ganábamos, les daríamos el trofeo».
Y así sucedió, tras consultarlo con los organizadores. Melitón Rodríguez 'Meli', alma mater del evento, no salía de su asombro. «Cuando nos lo comentó, no sabíamos qué hacer. Pero nos dio unas razones tan fuertes que no tuvimos otro remedio. La verdad es que vivimos la final soñada, con 8 goles en media hora de juego y este detalle que, sin querer, ha sido recogido por todos los medios».
Un gran equipo
Repasando la trayectoria del Sevilla, comprobamos que tiene un gran equipo alevín (jugadores nacidos en 1999). Esta temporada, sin ir más lejos, se impuso en diciembre en el Torneo KIA ganando en la final al Barcelona (4-2) y en semifinales al Real Madrid, y en abril en el de Formentera tras superar al Valencia (3-1) en la final.
Ernesto Chao cree que «la educación en estas edades es tan importante como enseñar los principios del juego. Yo les digo que hay que ser deportistas, no futbolistas. Y la situación que vivimos en Azpeitia nos obligaba a comportarnos así. Si hubieran sido de la misma edad no lo hubiéramos hecho, pero siendo más pequeños era justo que así sucediese». Su próximo reto es el Torneo del Canal+, que se disputa esta semana en Cádiz.
David Fernández, entrenador del Espanyol, no salía de su asombro. «Me comentó que nosotros hemos jugado mejor durante el torneo y que en la final hemos sido mejores. Ha sido un gesto increíble. Llevo algunos años como entrenador, pero nunca había vivido una situación igual. Es digno de elogiar, porque hay pocos que puedan tener un detalle así».
Este gesto ha puesto el broche de oro a la primera edición de la Iraurgi Cup, que ha atraído a cerca de un millar de visitantes a Gipuzkoa, entre jugadores, entrenadores, padres y familiares, que se han marchado encantados. Ernesto Chao así lo confiesa. «Nos alojamos en la casa rural Landagarre de Azkoitia y ha sido increíble. Los niños estaban asombrados con las montañas y lo verde que estaba todo. Antonio, el dueño, nos ha tratado de maravilla. Si nos vuelven a llamar, volvemos aquí de cabeza».