![](/RC/201106/17/Media/veruschka01--300x330.jpg?uuid=6e923cbe-9906-11e0-bd66-c34d54d059e6)
'Body art' o cómo escapar de la apariencia humana
Grandes iconos del siglo XX convirtieron esta disciplina en un arte reconocido y respetado, que este mes celebra en la ciudad austríaca de Pörtschach su gran festival anual
MADRID Actualizado: GuardarUn día Veruschka (Prusia Oriental, 1939) tuvo el deseo de escapar de la apariencia humana, de trascender a un mundo invisible que le permitiera adaptar formas y materias imposibles. Ser una piedra, un árbol o una pared. Y su sueño se hizo realidad de la mano de Holger Trülzsch, un pintor y fotógrafo que le ayudó a trascender hacia ese mundo aparentemente imposible. Ahora se cumplen 25 años de aquella colaboración que se plasmó en el libro 'Trans-Figurations', considerado una de las colaboraciones artísticas más bellas y precursoras del 'body painting' o 'body art' en el siglo XX. En las fotografías se puede ver a Veruschka integrada en el marco de una ventana, en una puerta o en un bosque hasta formar una sola estampa en la que su espectacular figura femenina sólo se intuye, porque no se ve. Veruschka, top model de los 60, dejó las pasarelas y los 10.000 dólares por sesión para adentrarse en otras formas de expresión corporal que le han llevado a ser un icono del siglo XX, engrandecido por sus trabajos con otros artistas y elevado años atrás a la categoría de mito por la escena de la película de Michelangelo Antonioni Blow-Up (1966), en la que David Hemmings y ella protagonizan una sesión fotográfica considerada por la revista Premier "la escena más sexy de la historia del cine". Y no le falta razón.
Y como Veruschka y Trülzsch, otros muchos artistas han visto en el 'body art' un medio para la expresión artística, algo que no debe extrañarnos porque desde que el hombre es hombre siempre ha recurrido a la pintura corporal para camuflarse, para comunicarse con el más allá o como medio de expresión y jerarquización social. Los hombres prehistóricos para cazar, los pigmeos de Adaman para protegerse, los indios americanos para guerrear o las tribus de Nuba en Sudán, que tanto y tan bien retrató Leni Riefenstahl, para demostrar su estrato social. Todo ellos son ejemplos de esta refrenable aspiración del hombre de pintar su cuerpo. La película 'Braveheart' o los aficionados al fútbol en los partidos mundialistas son expresiones contemporáneas y más frívolas de esta debilidad irrefrenable.
El artista pop Keith Haring y la actriz Grace Jones, recordada por su aparición en la película '007: Panorama para matar' (1985), se reunieron también hace ahora 25 años en otro de los hitos del 'body painting'. Haring estaba en su apogeo como creador urbano y graffitero, cuando su famoso bebé radiante inundó las paredes y el mobiliario del metro de Nueva York, y Grace Jones era entonces la representación de la vanguardia más radical. Él puso sus manos y ella su cuerpo y de ahí salió una vampira decorada con motivos tribales para una escena de la película 'Vamp' en la que interpretaba a una exótica bailarina a la que le gustaba chupar la sangre.
Más recientemente el chino Liu Bolin (Shandong, 1973) ha seguido la estela de Veruschka con autoretratos en los que se pinta su cuerpo y sus ropas hasta camuflarse por completo en el entorno urbano más insospechado. Entre un montón de escombros, en el lineal de droguería de un supermercado o en una pared se advina su imagen para crear un efecto hipnótico para el ojo humano.
Son ejemplos de una disciplina que trata de hacer realidad esos sueños efímeros de Veruschka que tan bien describió la escritora Susan Sontag: "El deseo de desvestirse; de desnudarse; de estar oculto; de desaparecer; de ser sólo la propia piel; de petrificar el cuerpo; de quedarse inmovilizado; de volverse inmaterial, un fantasma; de convertirse en pura materia, materia inorgánica; de detenerse; de morir".
Y todo esto viene a cuento, por no extenderme más y más, para hablar de la mayor cita de artistas de 'body painting' del mundo y también para descartar la tentación de considerarla sólo la reunión de un montón de maquilladores más o menos frikies. En la orilla del lago austríaco Wörthersee, miles de personas y artistas de 40 países participan desde 1998 en el 'World Bodypainting Festival' (del 27 de junio al 3 de julio), la mayor fiesta del 'bodypainting' del planeta. La ciudad de Pörtschach se transforma durante una semana en una ensoñación por la que desfilan avatares, animales mitológicos, extraños seres y composiciones espectaculares como manifestación de este arte tan efímero como onírico.