El fantasma de la bancarrota atenaza la ópera en EE UU
Una docena de las agrupaciones más señeras del país han cerrado o se han visto forzadas a reducir sus producciones en el último año
NUEVA YORK Actualizado: GuardarEl fantasma de la bancarrota y el cierre se cierne sobre las principales orquestas y compañías de ópera de Estados Unidos. Sólo en el último año una docena de las agrupaciones musicales más señeras del país han sido segadas por su guadaña o se han visto forzadas a reducir drásticamente sus producciones, y esta misma semana la Ópera de la Ciudad de Nueva York anunció que abandonará su sede tradicional forzada por la crisis. ¿Se trata del fin de la música clásica en Estados Unidos? Eso se preguntan con creciente preocupación músicos y melómanos, ante el tsunami de problemas económicos que barre cada vez a más orquestas.
"La música clásica se encuentra ante una encrucijada a la vez excitante y amenazadora", explica el veterano crítico y compositor Greg Sandow. “Amenazadora -añade- porque tienen que cambiar muchas cosas para que sobreviva, y excitante porque ya han comenzado esos cambios". Para la Ópera de la Ciudad de Nueva York el primero será el cambio de residencia, pues la agrupación abandonará el elegante complejo artístico del Lincoln Center, su sede desde 1966. "Es un lugar maravilloso pero los costos de estar aquí son demasiado altos", reconoce George Steel, gerente y director artístico de la segunda compañía operística neoyorquina, donde iniciaron sus carreras estrellas como Plácido Domingo, Renée Fleming y Beverly Sills.
Hoy esta agrupación, que ha ganado su bien merecido prestigio a lo largo de 68 años, arrastra un déficit multimillonario y ni siquiera ha anunciado cuáles serán su nuevo hogar y su programa para la temporada 2011-12. Peor aún lo han pasado las Orquestas Sinfónicas de Honolulu, Syracuse, Nuevo México y Louisville, que se refugiaron de sus acreedores acogiéndose a la bancarrota, el mismo paso que ha tenido que dar una de las joyas del panorama clásico estadounidense, la Orquesta de Filadelfia, colocada al borde del abismo por un déficit de 10,3 millones de euros. Tras el colapso financiero de 2008, el grifo de donaciones privadas que mantenía a flote a muchas de estas instituciones se cerró y bastantes se enfrentan ahora a gravísimos problemas económicos, incluyendo a las Filarmónicas de Nueva York, Baltimore, Seattle, Atlanta y Minnesota.
Diques de contención
¿Cómo contener la espiral de caídas? Hay opiniones para todos los gustos, aunque el consenso es que la evaporación de la audiencia sumada a la de fondos es un explosivo cóctel de difícil solución. Según el National Endowment for the Arts, la agencia federal estadounidense de apoyo a las artes, desde 1982 la asistencia a representaciones y recitales clásicos ha caído un 30%. Sólo los mayores de 65 años siguen fieles a los conciertos y óperas. "El problema no es atraer a los veinteañeros y treintañeros, sino que también necesitamos a los que pasan de 40 y 50, más difíciles de reclutar para la música clásica", opina Sandow.
Hace falta renovar por completo la forma en que se presenta y comercializa esta música en EE UU, "porque está anquilosada y pasada de moda", afima este experto. Sandow aboga por empezar desde la base y movilizar a los músicos jóvenes, para que interesen a los miembros de su generación en los atractivos de un arte que no conocen, empleando incluso los abundantes medios que ofrece la era digital. Otros abogan, sin embargo, por mantener fórmulas más tradicionales, programando la gran música de siempre, que todo el mundo conoce y es venta segura. En este bando se encuentra Alan Gordon, director del Sindicato Estadounidense de Artistas Musicales, que achaca los problemas de la Ópera de la ciudad de Nueva York al escaso éxito de las producciones vanguardistas impuestas por su gerente. "Se niega a programar algunas de las óperas importantes y seguras que la gente efectivamente va a ver", se queja Gordon, aunque muchos piensan en esta industria que Verdi, Mozart y Wagner son perfectamente compatibles con los nuevos compositores.