Koeman: «No me canso de ver mi gol de falta»
El héroe del Barça en la final de Wembley en 1992 ve favorito al equipo de Guardiola sobre el Manchester en el regreso al estadio londinense 19 años después
BARCELONA Actualizado: GuardarEl Barça vuelve el sábado a disputar una final de la Liga de Campeones en Wembley, donde hace 19 años conquistó su primera Copa de Europa ante la Sampdoria (1-0). El pasado 20 de mayo se cumplió el aniversario de un partido que casi se recuerda de forma exclusiva por la jugada que decidió la final. Un lanzamiento de falta de Ronald Koeman en el minuto 111, en la prórroga, que entró como un obús en la portería italiana defendida por Pagliuca.
Wembley fue reconstruido, pero la leyenda permanece intacta. "Tuve la suerte y la calidad de marcar un gol decisivo y sé que muchos años más tarde se me sigue recordando como el jugador que marcó el gol de 1992. Personalmente es muy bonito, aunque yo siempre recuerdo que el esfuerzo fue de todos los jugadores. Es un poco injusto que todo se centre en mí", recuerda el exdefensa holandés, remarcando el concepto de 'calidad' individual, pues no todo es azar en el fútbol. "En estos 19 años he visto muchas veces la falta. No me canso. Cada vez que vuelvo a Barcelona la gente me para por la calle y me la recuerda. Es uno de los mejores momentos de mi carrera como futbolista", reconoce Koeman.
Aquella falta tiene una historia detallada por sus protagonistas. La provocó Eusebio en la frontal del área tras una entrada de Invernizzi, la sacó Stoichkov en corto y Bakero paró el balón para que Koeman le imprimiera una potencia y una colocación solo al alcance de un francotirador como él. Si Koeman puede parecer hasta algo presumido en su descripción de aquel gol, Hristo Stoichkov, con ese punto de descaro que siempre le caracterizó, se adjudica parte del mérito de la acción.
"En el entrenamiento del día anterior le dije a Koeman que intentásemos una falta donde yo la toco, Bakero la detiene y Koeman chuta. Sin barrera ni nada. Así de fácil. Lo probamos justo en el mismo lugar del campo donde después marcaríamos", explica el búlgaro, que no pudo ser el héroe porque antes había estrellado un balón en el poste. Eusebio, menos egocéntrico que sus dos compañeros, se limita a sonreír al recordar que la falta se la hicieron a él. Prefiere pensar, por encima de protagonismos: "Era nuestro momento. Nos tenía que llegar. Hubiéramos podido ganar durante los 90 minutos, pero fue en la prórroga".
Las cosas de Salinas
Pero para anécdotas de la primera Copa de Europa ganada por el Barça, las que aporta Julio Salinas, el más 'salado' entonces y ahora. Lo que sería el asunto que el delantero vasco cuenta cómo se enteró de su titularidad en una temporada en la que era habitual carne de banquillo y grada: "Cruyff me citó antes del partido de Liga anterior y me dijo que iba a jugar la final. Se lo hice repetir y entonces me explicó que no iba a ir convocado para el partido de Liga. "Más que nada, para que te cuides y no salgas mucho por la noche". No le creí, pero cumplió con su palabra". Ya durante el partido, casi marca el 1-0, pero Pagliuca le hizo una gran parada. Julio Salinas no lo olvida: "Si no hubiera sido por Pagliuca mi bota estaría en el Museo del Barça en lugar de la de Koeman...".
Diecinueve años después, con Guardiola dirigiendo en el banquillo en lugar de estar ordenando en el campo como entonces, pero todavía con el sello de Johan Cruyff en el estilo, el Manchester United parece un rival mucho más temible que aquella Sampdoria en el nuevo Wembley. "Es el triunfo del fútbol. El Barça y el Manchester, junto con el Madrid, son los más fuertes de Europa. El Barça, por su forma de jugar, está por encima de los otros dos. Puede que el United esté más a gusto porque se juega en Londres, pero el Barça, por su calidad, se encontrará como en casa", argumenta Koeman, quien considera que "este Barça tiene tantos recursos que no necesita un gol de falta como el mío para ganar una final".
De aquel gol se recuerda la carrera memorable de Koeman hacia un córner gritando gol, el torpe salto de Cruyff saliendo del banquillo y tropezando con una valla, las manos de Vialli, la figura italiana, ya en el banquillo, agotado, tapándose la cara para no ver el lanzamiento. Intuía lo que pasó. Lo que se sigue valorando como la noche que cambió la historia del Barça, el punto de salida del que se sigue aprovechando el equipo actual. No fue un día cualquiera. Ese 20 de mayo de 1992 se liquidaron de golpe los fantasmas de las dos finales perdidas con anterioridad, ambas de forma cruel: Berna-1961 y Sevilla-1986.
"El héroe fue Bakero"
Antes de llegar a la gran final, el Barça eliminó al Hansa Rostock en dieciseisavos y al Kaiserslautern en octavos, el día del milagroso gol de cabeza de Bakero que lanzó al Barça. "Si no es por él, a mí casi ni se me recordaría. Fue un héroe para nosotros", bromea 'Copito de nieve'. En la liguilla de cuartos de final que se hacía entonces, el equipo de Cruyff fue líder del grupo compartido con Sparta de Praga, Benfica y Dinamo de Kiev para ganarse la plaza en Wembley.
Allí jugaron Zubizarreta; Ferrer, Koeman, Nando, Juan Carlos; Eusebio, Guardiola (Alexanco, min. 112), Bakero; Julio Salinas (Goikoetxea, min. 65), Laudrup y Stoichkov. En el banquillo quedaron el portero Carlos Busquets, Begiristain y Nadal, mientras que el holandés Witschge fue el extranjero descartado en tiempos en los que solo podían jugar tres. Todos ellos han sido invitados por el club para presenciar el encuentro del sábado. Quizás asistan al nacimiento de un nuevo Koeman.