ANÁLISIS

Trampas en el solitario

MADRID Actualizado: Guardar
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Se consumaron los peores augurios locales y autonómicos que los dirigentes socialistas ya conocían de antemano. Las causas estaban encima de la mesa por la nefasta gestión de la crisis con cinco millones de parados, los experimentos irrespetuosos con cargos e instituciones, una comunicación nula de lo que se hacía bien y la falta de autocrítica. Hace tiempo que habían saltado todas las alarmas. El extremeño Fernández Vara y el manchego Barreda hablaron claro en público frente a la mayoría de sus compañeros que lo hacían en privado. Pero no era suficiente, el mal estaba hecho y el descrédito de José Luis Rodríguez Zapatero y su gestión ha arrastrado al PSOE al peor resultado electoral con la pérdida de casi todo su poder autonómico y municipal. Podríamos hablar de un exceso de confianza en su carisma o de que se han hecho trampas en el solitario haciendo un brindis al sol y a la improvisación.

Lo cierto es que los informes del Centro de Investigaciones Sociológicas llevaban meses demostrando la trascendencia de la desafección de los españoles con el presidente del Gobierno y con el líder de la oposición, pero estaba claro que Rodríguez Zapatero se había convertido en un lastre para su partido. Y así lo reconocía él personalmente a algunos presidentes autonómicos. No fue suficiente el anuncio de que no sería candidato en las próximas elecciones generales porque la pérdida de credibilidad implicaba no sólo al personaje sino también al discurso ideológico y a los contenidos de la política a seguir.

Se han producido muchos bandazos en las medidas contra la crisis, reformas a medias, y, sobre todo, el espectáculo judicial con Bildu, a última hora, han contribuido a desbordar el vaso de la paciencia ciudadana escenificada por el movimiento 15M acampado en las plazas de las principales ciudades españolas. Es un toque de atención también para el PP, que si bien refuerza su poder autonómico con victorias notables en Castilla La Mancha y Extremadura, donde no podrá gobernar, sufre algún desgaste en Madrid, Valencia y, sobre todo, en Asturias que tendrá que remediar si aspira a ganar las próximas elecciones generales con mayoría absoluta. Su triunfo es aplastante, le exige mucha responsabilidad y trabajar por un gran acuerdo nacional en asuntos de Estado. Debe escuchar las voces ciudadanas que exigen regeneración democrática de la política y de las instituciones.