Barreda protagonizará una de las batallas más significativas con Cospedal por alzarse al poder en Castilla-La Mancha/ Efe
ELECCIONES 22-m

El PSOE se enfrenta a los peores augurios

Los socialistas lo fiaron todo a la movilización del electorado indeciso en una campaña sin propuestas ni liderazgo

MADRID Actualizado: Guardar
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Se acabó la campaña más difícil para el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Y se acabó sin que la sombra de negros augurios extendida por las encuestas electorales se haya disipado lo más mínimo. Los socialistas se lo jugaban todo a una carta, la movilización de sus votantes indecisos; esta vez muy numerosos.

Pero no parece que hayan sido los mÍtines del jefe del Ejecutivo, de Alfredo Pérez Rubalcaba, de José Blanco, de Carme Chacón o del resto de dirigentes socialistas lo que ha tocado la fibra sensible de la izquierda.Nadie cuenta nunca con que una campaña electoral sea capaz de obrar milagros. Como mucho ayuda a elegir a entre el 2% y el 3% de los votantes, según los cálculos habituales. Pero el caso es que ese porcentaje mínimo podía ser ahora suficiente para marcar la diferencia entre un resultado catastrófico y uno digno. El PSOE se dará por satisfecho si logra salvar sus principales feudos, Extremadura, por primera vez en peligro; Asturias, donde teme que un entendimiento entre Francisco Álvarez-Cascos y el PP impida reeditar los acuerdos de gobierno con IU; Aragón, a expensas, probablemente, de lo que decida el PAR, y sobre todo Castilla-La Mancha, que se ha convertido en la piedra angular sobre la que el PP pretende construir su escalera hacia la Moncloa.

Si el presidente de la Junta castellano-manchega resiste, muchos socialistas cederán a la tentación de sonreír satisfechos. Y, sin embargo, fuentes de la dirección del partido admiten que no significará tanto. No, si se pretende hacer una lectura nacional de los resultados y una extrapolación a lo que está por venir en 2012. Porque en Castilla-La Mancha, en las generales siempre gana el PP. Donde de verdad tiene puesta la lupa el 'aparato' del partido es en dos grandes y pobladísimas comunidades que no celebran autonómicas: Andalucía y Cataluña. Ambas fueron puntales para las victorias de Zapatero sobre Mariano Rajoy en 2004 y 2008. En ambas, pintan ahora bastos. Sevilla y, más aún, Barcelona cuelgan de un hilo. Y no parece que el jefe del Eecutivo haya podido hacer mucho para remediarlo.

El PSC, desalojado del poder el pasado otoño y aún bajo el 'shock' del tremendo castigo ciudadano, no ha querido que el presidente del Gobierno se acerque a sus dominios en esta campaña. En Andalucía tan sólo ha estado una vez. Tampoco ha pisado el País Vasco ni Navarra. Es la prueba constatable de que, para muchos, quien antaño fuera fuente de ilusión se ha convertido en un lastre pesado.

Desarmados

Este hecho ha terminado por condicionar toda la campaña socialista. Zapatero ha tenido que repetir hasta la extenuación eso de "no pido el voto para mí". Por si acaso. Hace tan sólo dos años todavía ejercía como fuerza motriz de su partido. "`Votarle a él es como votarme a mí!" gritó en el último mitin de la campaña para las elecciones gallegas, en 2009, cuando acudió en vano al rescate del defenestrado Emilio Pérez Touriño. Hoy eso habría sido impensable.

Zapatero escuchó las demandas de dirigentes autonómicos como José María Barreda o Guillermo Fernández Vara y anunció un mes antes del arranque de la campaña que no repetiría como candidato de su partido a las generales. Ellos creen que eso ha permitido llevar el debate al terreno de lo local, de lo que de verdad importaba en estos comicios. Pero ha convertido la 'tournée' del presidente del Gobierno en el 'show' del 'pato cojo'. La campaña nacional del PSOE ha sido, a la postre, la de un líder que ya no es tan líder, sin capacidad ni dinero para hacer propuestas, y alejada de lo que marcaba la gran agenda política. Las comunidades autónomas están sobreendeudadas, el pasado año no cumplieron el objetivo de reducción de déficit y en la nueva legislatura que empieza tendrán que acometer recortes drásticos del gasto. Los mercados miran con atención. La amenaza de una intervención no se ha disipado del todo. Pero ni Zapatero ni Blanco ni Rubalcaba ni Chacón han hablado de eso. Al contrario, han alimentado la expectativa de que aún es posible mantener el tren de vida de este estado de bienestar. Y cuando estaban en esas, llegó el 15M y los desbordó.