lucha contra el narcotráfico

La marcha por la paz en México amenaza a los políticos con boicotear las elecciones

Un total de 4.000 personas, con el poeta Javier Sicilia a la cabeza, culminan cuatro días de caminata para pedir a los partidos que limpien sus filas para poner fin al crimen organizado

MÉXICO D.F. Actualizado: Guardar
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Al concluir su marcha por la paz, arropado por decenas de miles de personas, el poeta mexicano Javier Sicilia ha amenazado hoy a los partidos políticos con boicotear las elecciones si los partidos no limpian sus filas. "No aceptaremos más una elección si antes los políticos no limpian sus filas de esos que, enmascarados, están coludidos con el crimen y tienen al estado maniatado", ha arengado en un discurso en la plancha del Zócalo capitalino.

El discurso de Sicilia culminaba cuatro días de marcha a pie desde la vecina ciudad de Cuernavaca, a unos 80 kilómetros, para protestar contra la descomposición del país por la acción del crimen organizado y la corrupción. Convertido en un símbolo de la lucha por la justicia y los derechos humanos, el poeta se ha ganado el apoyo de muchos que, como él, critican las cloacas disfrazadas de legalidad en las instituciones. "¿Cómo es posible que gobernadores señalados públicamente como cómplices del crimen permanezcan impunes, continúen en las filas de los partidos y a veces en puesto de gobierno?", se ha preguntado.

En todos los partidos, ha dicho, "hay vínculos con el crimen y sus mafias". De no procederse a esa limpieza, "los ciudadanos tendremos que preguntarnos por qué cártel (del narcotráfico) y por qué poder fáctico tendremos que votar", ha añadido. El país vivirá elecciones presidenciales en 2012, comicios cuyo calor empieza a sentirse ya.

La "casa donde habita el horror"

Sicilia ha pedido al presidente Felipe Calderón la renuncia del titular de Seguridad Pública, Genaro García Luna, al mando de la policía federal, que junto con el ejército son la punta de lanza en la guerra al narcotráfico. Una guerra absurda que ha dejado ya 40.000 muertos, ha referido. A pesar de todas las críticas, Calderón ha defendido contra viento y marea la decisión de sacar al ejército a las calles y enfrentarse a los criminales.

Ante los gritos de la multitud que pedían la cabeza e incluso la muerte del conservador García Luna -visto con odio y tachado de corrupto por algunos sectores sociales y periodísticos- el poeta ha replicado: "No, que no muera, que lo despidan, no más muertes, no más odio, la violencia nos va a llevar a más violencia".

En su discurso, Sicilia ha afirmado que "gobiernos y policías han negado una realidad" y que México no se ha convertido en "esta casa donde habita el horror". Las matanzas, incluso de civiles, son algo corriente en el país, cuyas instituciones federales han tratado desesperadamente de ofrecer al exterior una imagen de normalidad, en parte para que no peligren la inversión extranjera y el turismo.

"Debíamos haber salido a las calles cuando se eximió a estos delincuentes organizados del ABC", ha apuntado respecto a la muerte de cerca de medio centenar de niños en una guardería pública que se incendió, y por cuyas numerosas irregularidades en cuanto a la concesión no hubo condenas a responsables políticos de calado. El afligido padre reiteró su propuesta de que los diversos sectores del país se unan para refundar la nación y poner coto a las balas y a las malas prácticas del poder.

Las exigencias

Antes de su intervención, hablaron otras víctimas de la violencia. Silvia Escalera, madre de la joven Silvia Vargas, que fue secuestrada y asesinada, pidió al crimen organizado que al menos devuelvan a las familias los cuerpos de sus seres queridos para no mantenerlos en la incertidumbre de si están vivos.

También se leyó un documento que hacía diversas exigencias a la clase política, y cuyo espíritu era el de promover el justo desarrollo social y no hipotecarse en una lucha armada. Una de las exigencias más destacables es la de privar del fuero a políticos y funcionarios corruptos o relacionados con el crimen organizado, en un plazo máximo de seis meses. Otra fue la de colocar en cada ciudad los nombres de las víctimas en una plaza; la mayoría de las muertes no se investigan y las autoridades se lavan las manos tildando a los muertos de criminales, algo contra lo que muchos -como Javier Sicilia- han protestado.

La marcha fue nacional y tuvo eco en ciudades como Guadalajara (2.500 asistentes) y Monterrey (1.500 asistentes), encabezadas por víctimas de la violencia y por organizaciones sociales.