ballesteros, un golfista de leyenda

Seve celebró su mayor victoria: volver

Su fortaleza mental, la confianza en sí mismo y su perseverancia le ayudaron a superar 4 operaciones quirúrgicas y 65 días de hospitalización

SANTANDER Actualizado: Guardar
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Ni alzar una copa ni enfundarse una chaqueta verde. Esa vez el premio era volver. Severiano Ballesteros celebró en 2008 su mayor victoria, la conseguida en su único partido a vida o muerte. En este campo los caddies eran neurocirujanos y el hoyo más difícil estaba en su cabeza, como siempre, sí, pero en sentido literal. Hasta cuatro veces tuvieron que hurgar bajo su cráneo para dar el golpe maestro a un doble tumor cerebral, su rival más duro, el más apegado al juego sucio al que ha tenido que plantar cara. El mismo que se ha tomado la revancha dos años y medio después.

Pero aquel durísimo torneo lo ganó Seve. El reto era ése: volver a abrir los ojos, volver a hablar, volver a casa. Regresar a la vida. Dejó atrás 72 días de hospitalización y cuatro delicadas operaciones quirúrgicas que superó como un campeón. En los momentos más difíciles, los de mayor incertidumbre, arreciaron los mensajes de ánimo, los reconocimientos. Severiano estuvo ahí, de nuevo, para recibirlos en persona, para disfrutar de ese homenaje colectivo y espontáneo que se le tributaba desde los lugares más dispares del planeta, sin que nadie supiera si iba a regresar para recogerlo. Lo hizo y respondió con un gigantesco «gracias» que dio de sí para repartir entre todos.

La primera jornada de ese tortuoso torneo que se vio forzado a disputar a sus 51 años, quince meses después de su retirada del golf profesional, fue la del 6 de octubre de 2008. Ese día ingresó en el Hospital Universitario La Paz de Madrid. Un mareo y una pérdida de la consciencia de corta duración seguida de un posterior cuadro de convulsiones, según la información que facilitó el centro sanitario, le llevaron hasta la unidad de cuidados intensivos (uci).

Los rumores, la desazón y el desconcierto proliferaron durante los siguientes días ante el mutismo que mantenía su familia sobre los motivos de su ingreso. Trascendió que su estado era grave, pero las conjeturas no cesaron hasta que el 12 de octubre el mejor jugador español de golf de toda la historia hizo público un comunicado. «Una vez que he podido informar a mis tres hijos personalmente y a su madre, ahora os puedo informar sobre la enfermedad que padezco. Os comunico que, después de un chequeo exhaustivo que me ha sido realizado en el Hospital La Paz, se me ha detectado un tumor cerebral», explicaba el paciente.

El golfista cántabro hizo una declaración de intenciones: «Durante toda mi carrera he sido uno de los mejores salvando obstáculos en los campos de golf. Y ahora quiero ser el mejor afrontando el partido más difícil de mi vida, con todas mis fuerzas, contando además con quienes me estáis haciendo llegar mensajes de aliento». Y anunció que serían los doctores «quienes decidan cómo proceder».

Ya en ese momento, horas antes de que le practicaran la biopsia que precedió a su primera operación, Seve tuvo en mente a otros que estaban en situaciones similares a la suya o más comprometidas. «Siempre me he solidarizado con aquellas personas que afrontan enfermedades, incluso mucho mayores que la mía. Por ello quiero recordarles que, con valor, fe, serenidad, confianza y mucha fuerza mental, hemos de afrontar cualquier situación, por muy difícil que sea». Transmitía seguridad, por eso fueron muchos los que confiaron en él y en su capacidad para salir de un trance tan extremo.

Primera intervención

El 14 de octubre, el equipo de neurocirujanos de La Paz decidió operar de urgencia a Severiano Ballesteros para la resección o extirpación parcial del tumor cerebral. El exjugador de Pedreña entró al quirófano a las nueve de la mañana y salió de él a las nueve de la noche. El parte médico indicaba que, tras la intervención, el paciente permanecía consciente en la uci. Sin embargo, 48 horas después de abandonar el quirófano, el estado de salud de Seve empeoró. El informe de los médicos indicaba una «disminución de consciencia por edema cerebral», complicación que obligaba a aplicar de nuevo el bisturí.

Segunda intervención

El 16 de octubre, los neurocirujanos le practicaron a Ballesteros una craniectomía descompresiva». El equipo médico invirtió nueve horas. La hinchazón producida por el aumento del líquido del tejido cerebral obligó a dejar abierto el cráneo de Seve, cubierto por una lámina de piel. El paciente quedaba pendiente de una tercera operación para reponer el hueso de la bóveda, una vez recuperado del edema. El deportista de Pedreña estaba sedado y con sus constantes vitales estabilizadas. Durante una semana permaneció en coma inducido. Su situación era crítica antes de que el Servicio de Neurocirugía programara la tercera operación, no la prevista para reponer el cráneo, sino otra sobrevenida por la gravedad de su estado.

Tercera intervención

Un equipo integrado por tres neurólogos, dos anestesistas y tres enfermeras comenzó a trabajar con Severiano a las 08.30 horas del 24 de octubre en su tercer paso por el quirófano. En una delicada operación que requería de notable destreza y paciencia, estos profesionales actuaron durante tres horas y media sobre el edema y el hematoma intracerebral detectados al paciente. No habían hecho más que empezar. Una vez abordado el problema de la inflamación y el encharcamiento, quedaba la peligrosa retirada de los restos del tumor, atrincherados en una zona muy profunda y de difícil acceso. Con otras tres horas de meticulosa limpieza, intentaron eliminar los residuos cancerosos. Seve fue devuelto a la uci. Las siguientes 48 horas eran claves para el pronóstico.

La progresión del paciente en las semanas siguientes a la tercera operación fue buena. El 3 de noviembre, el Hospital La Paz de Madrid informaba de que el golfista cántabro respiraba de forma espontánea y hablaba con sus familiares. El proceso era lento, pero esperanzador, y el 18 de noviembre, 24 días después de la última cirugía, abandonó la uci para pasar a planta.

Cuarta intervención

Desde la habitación que ocupaba en el hospital madrileño ya hacía dos semanas, Seve fue llevado de nuevo al quirófano el 2 de diciembre. En esta ocasión, todo estaba previsto, era el remate necesario del proceso quirúrgico. Los cirujanos le colocaron una válvula de derivación ventrículo- peritoneal para que el líquido del cerebro pase di rectamente al abdomen y el estómago se encargue eliminarlo. Además, se le practicó una, craneoplastia para reponer la, parte de la bóveda craneal retirada en su momento para aliviar el edema cerebral. El paciente tuvo que pasar un día en la uci antes de regresar a planta. El 9 de diciembre, seis días después, por fin, recibió el alta médica y pudo regresar a casa con su familia, aunque debía seguir un tratamiento ambulatorio y un largo proceso de rehabilitación.

La misma fecha en que acabó su internamiento, Seve se dirigió a sus seguidores a través de su página web oficial. En ella afirmaba que, gracias a los doctores Heredero, Isla y López Pérez y a su equipo, «podré jugar el ‘mulligan’ (segunda oportunidad, repetir el primer golpe de salida en el ‘tee’ del hoyo) de mi vida, que espero y deseo disfrutar al máximo».

Si cuando comunicó que le habían detectado un tumor cerebral ya se acordó de quienes soportaban situaciones parecidas, en ese día de alivio en que abandonaba el hospital volvía a hacerlo y les trasladaba todos los ánimos que le habían servido a él. «Cuando se lucha con fe y con perseverancia, podemos salvar cuantos obstáculos encontremos en nuestras vidas. Nuestra mente es muy fuerte, más de lo que podemos imaginar. Al igual que siempre hice en mi vida profesional, la visualización del éxito en cualquier aspecto de la vida ayuda a conseguir los objetivos que nos marquemos, por muy imposibles que éstos parezcan». Palabra de Seve: «Si creemos en nosotros mismos, llegaremos incluso a alcanzar metas que jamás imaginamos. Continuaré creyendo y pensando positivamente para derrotar a la enfermedad que me ha tocado vivir y animo a que ellos lo hagan con la misma determinación que yo». La que le hizo volver.