Tomic intenta evitar la canaste de Schorchianitis . / Ap
baloncesto | final four

El peor Madrid paga la novatada

El Maccabi humilló a un conjunto blanco que pecó de ansiedad y ni siquiera tuvo corazón

BARCELONA Actualizado: Guardar
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No tenía la obligación de ganar la Copa de Europa en su regreso a la ‘Final Four’ 15 años después, pero el Real Madrid que pretendía al menos tener un reencuentro digno con la élite se vio desbordado por el Maccabi y por las circunstancias y acabó humillado por los israelíes. El sueño blanco no fue posible. Tantas ilusiones y tantísimas ganas de alcanzar la gloria en Barcelona y de demostrar que este proyecto de futuro también podía ser de presente, que el Madrid se dio de bruces con la realidad.

El equipo blanco pagó la novatada ante el Maccabi, curtido en mil batallas y muy poderoso físicamente, imposible de ser frenado por parte de un Madrid al que desde el principio le superó la presión, en la cancha, y en la grada, con una marea amarilla que invadió el Sant Jordi. La juventud de los madridistas, sus ansías por comerse el mundo, se estrellaron contra un rival con bastante más fortaleza, y no solo física, sino sobre todo mental. No existía presión por ganar esta 'Final Four' para el Madrid, pero la grada israelí no dejó de rugir, los blancos se vieron acogotados y el Maccabi terminó arrollando.

El Madrid, con un lanzamiento horrible, estuvo precipitado y descontrolado desde el inicio (¡5 canastas de 21 intentos en el primer cuarto!), y fueron muchos los jugadores que no aparecieron en el día más decisivo de los tres últimos lustros, cuando tanto habían prometido. Ni siquiera hubo casta. El corazón dejó también de latir en el momento de la verdad.

La paliza sufrida ante el Maccabi fue histórica, y podía haber sido muchísimo peor si no llega a ser por Reyes y Tomic, porque el juego interior madridista fue de lo poco que se salvó. Si no hubiera sido por ambos, al Madrid se le hubiera dado por perdedor por incomparecencia, porque el resto estuvo desaparecido,. Y ante esa única opción, el Maccabi destrozó a base de triples y con una potencia física imparable. Y no solo de Schortsanitis, porque, aparte del tremendo Eidson (33 de valoración, con 3 triples de 4), Jeremy Pargo también ridiculizó a todos los blancos hoy vestidos de negro, el color con el que mejor quedaron representados los de Emanuele Molin. Y el técnico, como sus jugadores. Sin reaccionar desde el banquillo, dejando que el Madrid se desangrase.

Arrastrados

Demasiadas esperanzas se habían puesto en Mirotic para que el elegido mejor jugador revelación de la Euroliga se arrastrase en 13 minutos, como también mucho hambre y ambición habían prometido Llull y Suárez para crear falsas ilusiones con las presuntas ganas. Y de los americanos Fischer y Tucker mejor ni hablar. El peor Madrid de la temporada salió a relucir en el momento que menos se esperaba, pero al menos se confiaba en que el equipo competiría en la ‘Final Four’. No fue el caso.

Competir, es lo que al menos deseaban todos los madridistas, y no solo Ettore Messina, que presenció el partido desde un asiento pegado a un muro y debía estar repitiéndose que él ya sabía que esto podía ocurrir. Muchos otros también lo presagiaban, pero no que la derrota fuese tan contundente y dolorosa. Porque el Madrid que aguantó al descanso (con solo 2 triples de 10 y 11 canastas de 38 intentos, gracias a su defensa) y en el tercer cuarto solo perdía por 10, sacó después bandera blanca. Y el Maccabi no tuvo piedad. La oportunidad para los israelíes fue única ante un Madrid tan blando y pésimo. Un Madrid de pena.