Los británicos se rinden ante Guillermo y Catalina
Los recién casados sellan su amor con un multitudinario beso en el balcón del palacio de Buckingham
MADRID Actualizado: GuardarLa del beso es sido la penúltima escena de una boda que ha sido de película. El príncipe Guillermo y Catalina, ahora duques de Cambridge, han salido poco antes de las 14.30 horas al balcón real del palacio de Buckingham. ¿El objetivo? Saludar a las miles de personas que, desde primera hora de la mañana, se habían congregado frente al emblemático edificio londinense. Como no podía ser de otra manera, ante la aclamación del respetable, que no dejaba de gritar a la pareja, los recién casados se han dado un casto beso, en presencia de otros miembros de la familia real. En ese momento, los gritos de los asistentes se han vuelto ensordecedores. Posteriormente, ambos han cortado la tarta nupcial en el ágape que la reina Isabel II de Inglaterra ha ofrecido a los invitados. Un acto al que han asistido cerca 600 personas.
Tan sólo hacía unos minutos que los duques de Cambridge se habían dado el 'sí quiero' en la abadía de Westminster, cuyo interior se había engalanado para la ocasión con diferentes especies arbóreas y florales como si de un mágico bosque de príncipes y duquesas se tratara. Con puntualidad -británica, se entiende- han llegado primero los invitados. Entre ellos estaban, la reina Sofía y los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, que forman parte de las más de cincuenta personas que han venido en representación de las distintas casas reales europeas.
Pero ha habido muchos más invitados de relumbrón. Entre ellos, hemos visto al primer ministro británico, David Cameron, que ha llegado acompañado de su esposa. Muy elegante también estaba el futbolista David Beckham, acompañado por su esposa Victoria. Ambos departían animadamente con el cineasta Guy Ritchie. Y no podemos obviar a Charles Spencer, tío del contrayente, y al músico Elton John, gran amigo de la desaparecida Diana de Gales, que también ocupaba su sitio en la abadía a primeras horas de la mañana.
Los acontecimientos
Tras los invitados, ha sido el turno de uno de los grandes protagonistas del día: el príncipe Guillermo. El novio llegaba a la abadía acompañado de su hermano y padrino Enrique. Con gestos que delataban su nerviosismo, se ha introducido hacia el interior del templo. Lo han seguido otros miembros de la familia real británica. Entre ellos, el príncipe Carlos de Gales y su esposa, Camila, duquesa de Cornualles, muy ovacionados en el recorrido hasta la abadía, y finalmente la reina Isabel II, que ha bajado del vehículo entre aplausos y vítores.
En último lugar y como manda la tradición ha llegado la más esperada. Una Kate Middleton radiante bajaba de un Rolls-Royce Phantom VI, acompañada por su padre Michael. Del brazo, ambos han atravesado el pórtico central y caminado hacia el altar donde esperaba el príncipe Guillermo. Ha sido una ceremonia dinámica y emotiva, en la que los novios no han dejado de intercambiarse confidencias ni de sonrisas cómplices. No en vano, la novia lanzaba un cariñoso guiño en la elección del ramo, que contiene unas flores conocidas en el Reino Unido como 'Sweet William' (Dulce Guillermo). El momento más especial se ha vivido cuando el príncipe Guillermo, visiblemente más nervioso que Catalina, ha colocado el anillo sobre el dedo de su esposa.
Finalizada la ceremonia, los duques de Cambridge ponían rumbo al palacio de Buckingham en la majestuosa carroza State Landau, construida en 1902 para la coronación del Rey Eduardo VII. En su recorrido por las calles londinenses la pareja de recién casados se ha dado un baño de multitudes. No era para menos. El ambiente en la calle es de fiesta y parece que las miles de personas que se han congregado ante el palacio seguirán allí hasta pasadas las cinco de la tarde, cuando todos comiencen a abandonar el almuerzo.
Y aunque ha habido cierto ajetreo -se han detenido a 43 personas por diferentes altercados que podían comprometer la seguridad del evento-, lo cierto es que entre los 5.000 agentes de policía y los 1.000 soldados que había repartidos por las calles de Londres, la seguridad estaba garantizada. Tan sólo ha habido un momento de cierta tensión: son tantas las personas que se han acercado al palacio que han tenido que cerrar las puertas para esperar a que la gente fuera saliendo y la cosa se tranquilizara.