FÚTBOL | PRIMERA DIVISIÓN

El Barça pone el fútbol y el Madrid la épica

Mourinho apuesta por un trivote con el portugués acompañando a Xabi Alonso y Khedira mientras que Guardiola saca su 'once' de gala

MADRID Actualizado: Guardar
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El primer asalto de la histórica serie de ‘clásicos’ estuvo marcado por el miedo y selló un empate que deja al Barça con el título de Liga en el bolsillo y a todos molestos con el arbitraje del asturiano Muñiz Fernández. Dos penaltis certificaron las tablas, calientan los duelos que se avecinan y mantienen el pulso goleador entre Messi y Cristiano. El Barça manejó el fútbol y el Madrid la épica, ya que fue mejor cuando se quedó con uno menos por la expulsión de Albiol, el equipo se desmelenó y dejó de ser ‘mourinhista’.

No hubo seis de seis para Guardiola en sus duelos contra el Madrid, ni tres victorias consecutivas del Barça en el Bernabéu, lo que hubieran supuestos sendos récords, pero la Liga está finiquitada, por si alguien albergaba todavía alguna duda. Ocho puntos a falta de seis jornadas representan la diferencia real entre estos dos colosos. Aunque a uno o a dos partidos cualquier pronóstico sea una lotería, en un torneo de la regularidad existe un mundo entre catalanes y madrileños. Unos son un equipo, un bloque fiel a una idea, a una filosofía nacida en La Masia, y otros, presos de las urgencias, se mueven a bandazos.

Salvo el arreón final de los locales, fue duelo marcado por el respeto mutuo y una superioridad visitante en el centro del campo aumentada por la presencia de Pepe como medio estorbo. Quizá encuentre alguna excusa ‘Mou’ con el temita de las expulsiones, pero haría mejor en hacer autocrítica. Cambiar en función del rival es señal inequívoca de equipo perdedor.

Por mucho que un Madrid-Barça siempre sea relevante y acabe con broncas, la puesta en escena demostró que el de Liga no era trascendente como la final de Copa del Rey y la ‘semi’ fratricida de ‘Champions’ que se avecinan. Puede dejar claves, sobre todo anímicas, pero no era definitivo porque la Liga ya estaba teñida de azulgrana. ‘Mou’ y Guardiola alinearon a la mayor parte de sus titulares pero se guardaron una sorpresa cada uno. Se trataba de un banco de pruebas para próximos choques.

La ‘manita’ dejó secuelas

Quedó claro que el portugués extrajo consecuencias de la ‘manita’ del Camp Nou. Allí se quedó con las ganas de haber alineado un ‘trivote’ en el centro del campo. Dijo que fue una derrota fácil de digerir, pero le dejó secuelas mentales y tácticas. Concluyó que ante el Barça convenía ser menos osado. Lo dijo Cristiano, su alter ego, esta semana. “En el Camp Nou nos faltó humildad. Aprendimos y en el Bernabéu será diferente”, subrayó a modo de anticipo.

Quizá ya sabía, o al menos barruntaba, que Pepe jugaría de centrocampista, como en San Mamés. Un remedio habitual en la selección portuguesa pero de perfil bajo en un club de tanta grandeza. No estaba Lass, lesionado en una cadera, y un ‘marcador’ jugó de centrocampista junto a Khedira, el medio más ofensivo, y Xabi Alonso. Menos calidad pero más músculo que el rival. Contener bien era la primera premisa para luego sorprender al contragolpe. Pero el equipo jugó demasiado atrás y sin Özil, su mejor enganche.

Pep también hizo una apuesta aparentemente extraña pero que escondía una lógica indudable. Puyol acumulaba casi tres meses de baja por unos problemas de rodilla raros y no podía estar a punto para un choque de este nivel. Aunque el capitán parezca ‘Superman’ y se haya esforzado mañana, tarde y noche para presentarse a los exámenes finales, es imposible llegar a punto. Pero entendió el técnico que era preferible ver su estado y darle minutos en este choque que en los siguientes.

El desarrollo del juego no hizo sino confirmar las expectativas. Mucho miedo y poco riesgo. El Madrid se pertrechó en su campo, regaló el balón al Barça y trató de intimidarle con tres faltas ya en el primer minuto: Benzema golpeó a Busquets, Xabi Alonso frenó a Xavi y Pepe también paró de forma antirreglamentaria al cerebro de Tarrasa. No le presionó arriba para evitar dejar huecos y juntó bien las líneas, pero así es difícil hasta contragolpear.

Los catalanes evitaron pases arriesgados para no perderla. Alves subió mucho menos que en el Camp Nou y Messi se vino atrás para recibir. Una maniobra para distraer en el partido presente y generar incertidumbre para los próximos. Poco había ocurrido hasta que Messi recibió de Iniesta y no pudo sorprender a Casillas en su intento de lanzamiento bombeado.

El Barça pide penalti de Casillas a Villa

Antes de la media hora, llegó la polémica. Aparentemente, penalti de libro de Casillas a Villa, ya que el asturiano fue el último en tocar el balón. Pero seguramente Iker tampoco tuvo intención de derribarle y fue más el ‘Guaje’ el que buscó su cuerpo. Habrá debate y razones para todos. Los culés pedían penalti y hasta expulsión, lo que hubiera dejado a Casillas sin final de Copa. Sería demasiado castigo para empezar la ronda de ‘clásicos’. La última ocasión catalana antes del descanso tuvo a Messi y Casillas como protagonistas.

El Madrid frenó bien al Barça pero apenas le atacó en la primera parte. Sus laterales apenas subieron y fueron escasos los contragolpes tirados. No obstante, en dos o tres pases, los blancos se plantaban en el área, buscaban el desborde y tiraban para acabar la jugada. Crearon más peligro a balón parado que en juego trenzado. Ya dijo Guardiola que los merengues son superiores en salto, tiro y potencia. Cristiano la tuvo en el último minuto del período inicial, pero comprobó que el Barça no es lo suyo. Su remate, tras golpeo previo también con la testa de Ramos, se colaba, pero lo salvó Adriano cuando Valdés ya se había pasado de frenada.

En la reanudación, un golpe franco del portugués sacó astillas de la base del poste de Valdés. Siempre a balón parado, nunca fruto del buen fútbol. El Barça ni se inmutó. Enseguida, Albiol agarró de forma pueril a Villa y, esta vez, Muñiz pitó penalti y expulsión. Se quejará ‘Mou’ de que sus equipos siempre acaban con uno menos frente a los culés, pero la cara del excentral de Valencia lo decía todo. Estaba roto, hundido.

Messi no perdonó y acabó con su maldición goleadora ante los equipos de Mourinho. Con todo perdido entró Özil. ¡A buenas horas mangas verdes! Luego llegaría la lesión muscular de Puyol. Parece que no estará en la final de Copa del miércoles pero a estas alturas mejor no creerse nada. Todavía quedaban el penalti de Alves a Marcelo, el empate de Cristiano, que también acabó con su gafe azulgrana, y las protestas de un ‘Mou’ que quería la roja. De todos modos, la expulsión por dos amarillas no impide jugar la Copa. El empate maquilló el desbarajuste blanco pero la Liga ya tiene dueño. Sobró el pelotazo de Messi a la grada. Una desconsideración.