En busca del tiempo perdido
Actualizado: GuardarEl alegato final con que Íñigo Iruin se afanó en persuadir a la Sala del 61 de las bondades de Sortu no ha bastado para que las diferencias de criterio en el seno del Supremo cristalizaran en la legalización del nuevo partido de la izquierda abertzale. No se trató, al parecer, de un esfuerzo en vano, porque sobre el ánimo de algunos de los presentes en la vista pública revoloteó con éxito la habilidad retórica del abogado defensor. Las próximas horas, y el contenido del auto de la Sala y de los tres votos discrepantes, permitirán calibrar el alcance del debate suscitado en el Tribunal; un debate que se dilucidaba entre el peso discutible de las pruebas contra Sortu aportadas por la Fiscalía y la Abogacía del Estado y el déficit de credibilidad que arrastra la izquierda abertzale por su ligazón con ETA. Pero la conclusión más inmediata es que la pericia política y jurídica exhibida por los impulsores de la nueva marca ante el Supremo y fuera de él no les ha alcanzado para cubrir el abismo de desconfianza sembrado durante tantos años. Al menos no por ahora, a la espera del Constitucional. Lo que Sortu pedía era una oportunidad para acreditar, desde la legalidad, la sinceridad de sus intenciones. El Tribunal le ha recordado, por mayoría, todas las oportunidades del pasado en las que la izquierda abertzale intentó trampear las reglas de la democracia.
Los antecedentes no hacen a uno culpable, pero no facilitan la presunción de inocencia ni siquiera presentándose ante los jueces con unos estatutos inmaculados y la promesa de que nunca más se volverá a ser el que se era. Demasiado tiempo quemado en balde. Con todo, la inédita falta de unanimidad en el Tribunal en un asunto tan trascendental pone de manifiesto que Sortu ha conseguido, al menos, provocar una duda razonable que ya le ha allanado el camino para su regreso 'de facto' al escenario político. Y el Supremo se arriesga a que un Constitucional garantista le afee su resolución. Pero la pelota sigue estando en el tejado de la izquierda abertzale. Si toda crisis esconde una oportunidad, la que se le presenta ahora es la de demostrar que sus compromisos son tan firmes como para contener la frustración.